El filme de Alejandra González aborda la historia de «drags» que cuentan hasta qué punto la ficción se mezcla con la realidad, la construcción de sus mundos fantásticos arriba del escenario y cómo esos mundos, poco a poco, se van deteriorando en la crueldad de una sociedad que aún los castiga por la dualidad de sus vidas, por ser unas soñadoras, por querer ser reinas.
Una obra sobre tres drag queens estrena este jueves la plataforma Opinadocs de El Mostrador.
Reinas, de Alejandra González, aborda la historia de drags que cuentan hasta qué punto la ficción se mezcla con la realidad, la construcción de sus mundos fantásticos arriba del escenario y cómo esos mundos, poco a poco, se van deteriorando en la crueldad de una sociedad que aún los castiga por la dualidad de sus vidas, por ser unas soñadoras, por querer ser reinas.
OpinaDocs, una alianza de El Mostrador y Hereje Films, aborda distintas problemáticas de la sociedad chilena, en temas tan diversos como los millennials, el patrimonio cultural o la migración.
Reinas es la tercera obra en ser exhibida, tras Efecto felino, de Amanda Rutllant, sobre las nuevas generaciones y sus relaciones con los gatos, y Muscle, de Flavio Morales y Pancho Obrador, que retrata la historia de un haitiano que trabaja en La Vega.
En el caso de Reinas, se trata de tres jóvenes que se dedican a este particular oficio, referido a un artista que se disfraza de mujer, por ejemplo, para interpretar una serie de temas musicales.
«Muchos chicos y chicas que hacen drag lo tienen que hacer escondidas de su familia», señala la directora del cortometraje. «Esa es la realidad del siglo XXI en este país», agrega.
Con su filme, González apunta a «mostrarles a las personas que ser drag es un acto de amor y una radiografía de lo que pasa en el mundo en la actualidad: el machismo, el genocidio, el amor, el feminismo, ser transgénero, la lucha de una igualdad perpetua».
A la cineasta siempre le llamó la atención, como objeto, de la máscara, y «esa dualidad de ser y no ser».
«Y cuando vi por primera vez un drag, recordé la máscara. La que hace un espectáculo por placer, la que se despoja frente al público, la que tiene que soportar las miradas e insultos con la máscara y sin ella. La que convierte esa máscara en arte, glamour, política, sociedad», comenta.
«Finalmente, quise hablar de estos personajes, porque quería hablar de una sociedad estigmatizada, la que sigue envolviendo este país, y poder, junto con este trabajo, cambiar un poco ese estigma y ponerlo en un escenario y verlo como es: arte», subraya.
A través de un amigo, González halló a los personajes de su filme: Lagarta (Carol), Collac (Eduardo) y Helena Scence (Helena).
«Él me dio los contactos de algunos y, a medida que avanzaba la investigación, se fueron reduciendo en tres», explica.
«Pero sin duda es todo un mundo, me hubiese gustado tomar más historias de otros y otras. Quedé encantada y con ganas de convertirlo en un largo», expresa.
A la hora de comentar los desafíos, González señala el de contar tres historias, «de no permitir pasarlos a llevar». También «ser lo más sincera con ellos y con el espectador».
«La idea de convertir el espacio de grabación en un escenario teatral, fue arduo trabajo, pero junto con el equipo pudimos sobrellevar ese desafío», agrega.
Todo en una obra que es «a ratos documental, a ratos ficción», según declara su realizadora.
Uno de los logros indudables de este cortometraje es la intimidad que logra González entre el espectador y las protagonistas.
«Creo que sale de la confianza que ellos pusieron en este trabajo», comenta.
«Como equipo, nuestra prioridad era que ellos se sintieran cómodos en todo momento. Y gracias a eso, creo que logramos el silencio, la verdad y esa intimidad tan preciada para el documental. Al momento de grabación tuvimos siempre un ambiente al servicio de los chicos. Era esencial el respeto y todos lo pusimos, para que el relato se pueda transmitir lo más sincero posible, y el show que ellos pusieron», añade.
El rechazo que existe en parte de la sociedad a este tipo de personajes, González lo atribuye al desconocimiento. Por eso, las «atacan, discriminan y estigmatizan. Es una de nuestras características como país. El Chile cartucho».
«Aún nos cuesta trabajo entender que cada uno puede hacer lo que quiera, obviamente no violentando al otro o a la otra. Con el arte pasa eso. Miramos en menos letras, música, cuerpos que danzan, pinturas que nos parecen ajenas a lo que acostumbramos a ver», apunta.
La invitación de González es a reflexionar sobre este arte que es desconocido para muchos.
«Deténganse a observar un espectáculo y no solamente el mundo drag sino otros que desconozcamos», interpela. «Creo que es un buen ejercicio para eliminar de a poco el estigma que llevamos desde chicos», concluye.