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Mario Amorós, biógrafo de Pinochet: «A pesar de su mediocridad intelectual, fue astuto e implacable» CULTURA

Mario Amorós, biógrafo de Pinochet: «A pesar de su mediocridad intelectual, fue astuto e implacable»

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Para este doctor en Historia y periodista –que elaboró una voluminosa biografía de Pinochet con documentos de archivo, discursos, entrevistas, artículos y libros de su autoría– el dictador fue un oficial de ideas básicas y nítidas, con capacidad de mando, simulador, ambicioso, taimado, paciente, astuto, implacable, desconfiado, supersticioso y despiadado. Este jueves se presentará en Madrid el libro que lo retrata y que incluye información inédita. Su legado, a juicio de Amorós, es «un modelo instaurado a sangre y fuego que, al mismo tiempo, beneficia a la élite que controla los principales medios de comunicación y el poder económico».


En el emblemático mes de septiembre llega a las librerías Pinochet. Biografía militar y política (Ediciones B), una exhaustiva investigación del historiador y periodista español Mario Amorós (Alicante, 1973).

Se trata de la primera biografía del dictador Augusto Pinochet fundamentada en una amplísima documentación consultada en más de treinta archivos y bibliotecas de cuatro países, una bibliografía superior a los cuatrocientos títulos y un repertorio de 138 medios de comunicación citados de dieciséis países.

Documentos de archivo; discursos, entrevistas, artículos y libros de su autoría; testimonios de sus víctimas y opiniones de sus familiares y colaboradores están presentes a lo largo de sus 832 páginas y casi 1.700 notas al pie.

Acceso inédito

Amorós es el primer historiador que ha logrado acceder a su voluminosa hoja de vida en el Ejército, a la documentación que se conserva sobre él en el archivo de la Gran Logia de Chile y a los cables de la diplomacia chilena relativos al periodo de su detención en Londres.

Además, ha consultado el archivo personal del cardenal Raúl Silva Henríquez y el del Presidente Eduardo Frei Montalva y ha revisado tanto los documentos desclasificados por Estados Unidos a lo largo de las dos últimas décadas, como las miles de páginas que ocupan las actas de las casi 400 reuniones secretas de la Junta Militar hasta marzo de 1981, cuando Pinochet dejó de pertenecer a este órgano colegiado por iniciar su periodo como “Presidente constitucional”.

El autor también desvela las cartas que intercambió con el general Franco entre el 12 de septiembre de 1973 y el 8 de octubre de 1975.

Crédito: Lorena Palavecino / Penguin Random House.

Retrato definitivo

Con el rigor del historiador y la pluma del periodista, Amorós ofrece un retrato definitivo del militar que formó parte del Ejército durante 65 años, y de uno de los dictadores que representa ante el mundo el arquetipo de la crueldad y la traición.

“Mario Amorós traza un magnífico retrato de Augusto Pinochet, el dictador con el que la Justicia hizo historia cuando dictaminó que, ante los crímenes de genocidio, lesa humanidad y guerra, las víctimas son universales y universal es la persecución de tales delitos”, ha dicho Baltasar Garzón, el juez español que ordenó su histórica detención en Londres en 1998.

Este jueves, Garzón participará en el lanzamiento de esta biografía en Madrid junto con el abogado chileno de Derechos Humanos, Eduardo Contreras.

Un vacío historiográfico

Amorós había publicado desde 2013 biografías de Salvador Allende, Miguel Enríquez y Pablo Neruda –un género que le atrae especialmente–, pero en 2016 decidió abordar una biografía del dictador porque, a su juicio, había un vacío historiográfico en torno a su figura histórica.

«Tan solo existía la biografía publicada por Gonzalo Vial a principios de este siglo, que se sustenta esencialmente en sus juicios personales sobre Pinochet y en las memorias del exdictador. Carece de documentación de archivo y apenas citó bibliografía o prensa», explica este doctor en Historia por la Universidad de Barcelona y que también es periodista.

En los últimos tres años, Amorós investigó en archivos y bibliotecas de España y Chile para recoger la documentación necesaria para escribir la que espera que sea la biografía de referencia de Pinochet durante muchos años. Cree, además, que este libro aparece en un momento singularmente apropiado, cuando diferentes voces, dentro y fuera de Chile, reivindican la figura del dictador.

Desafíos

Para Amorós, el principal desafío fue abordar la oceánica bibliografía existente, las miles de noticias de prensa y el más de un centenar de entrevistas y discursos de Pinochet que logró recopilar. El trabajo en los archivos le ha permitido iluminar en este libro aspectos muy novedosos.

«Soy el primer historiador que ha logrado acceder a su hoja de vida en el Ejército y, por tanto, su larga trayectoria desde el ingreso en la Escuela Militar se relata de una manera minuciosa, con infinidad de aspectos expuestos por primera vez», destaca.

Asimismo, Amorós narra, con documentación abundante y fidedigna, procedente del archivo de la Gran Logia de Chile, la etapa de Pinochet en la masonería, en 1941 y 1942.

El archivo privado del cardenal Raúl Silva Henríquez, consultado por primera vez; el archivo del ex-Presidente Frei Montalva; las miles de páginas que ocupan las casi 400 reuniones secretas de la Junta militar hasta marzo de 1981 que ha revisado; o los documentos desclasificados por Estados Unidos desde 1981, junto con la prensa de la época (centenares de noticias citadas) y sus discursos, permiten un relato vívido y novedoso de su periodo como dictador.

En cuanto a los 503 días de su detención en Londres, el historiador cita y presenta los documentos del Archivo General Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, que aportan nuevas luces acerca de las gestiones encubiertas del Gobierno chileno de la época para salvar a Pinochet de la extradición y el juicio en España.

Finalmente, por primera vez se reconstruye de manera fehaciente su etapa escolar y expone sus pésimas calificaciones, que le llevaron a reprobar tres cursos de las Humanidades, la Enseñanza Media de la época.

Las características de Pinochet

Para Amorós, el dictador fue un oficial de ideas básicas y nítidas, con capacidad de mando, simulador, taimado, paciente, astuto, tenaz, implacable, desconfiado y supersticioso.

«A pesar de su mediocridad intelectual –y cito abundantes pruebas de ello en la primera de las tres partes del libro–, fue capaz de desarrollar con éxito y suma paciencia una extensa carrera militar que culminó con su designación como comandante en Jefe del Ejército el 23 de agosto de 1973, por parte del Presidente Salvador Allende, cuya confianza traicionó el 11 de septiembre de aquel año, al encabezar el golpe de Estado», subraya.

En ese entonces, enfrentaba el ocaso de su carrera profesional, puesto que tenía que pasar a retiro en diciembre de 1974.

Como gobernante, Pinochet fue, sobre todo –a su juicio– un dictador despiadado que demostró una insaciable ambición de poder: desde la ceremonia de constitución de la Junta militar, la noche del 11 de septiembre de 1973, hasta la madrugada del 6 de octubre de 1988, cuando maniobró para desconocer su derrota, estuvo empeñado en perpetuarse al frente de Chile hasta el fin de sus días, como su admirado Francisco Franco.

«Fue un político muy hábil que supo encaramarse rápidamente en la cúspide del Estado a partir del férreo control del Ejército, del apoyo de todos los grupos de la derecha y de la alianza con los Chicago boys a partir de abril de 1975», expresa.

En todo este tiempo, además se vio acompañado de su esposa Lucía Hiriart, de la cual Amorós no solo destaca su carácter megalómano sino también su adhesión al discurso más duro del régimen.

Alta adhesión

A pesar de estas características más bien negativas, Pinochet supo obtener un 43% de adhesión en el plebiscito de 1988, tras 15 años de dictadura. ¿Cómo explica Amorós este respaldo?

Fue «una votación ciertamente elevada», admite el historiador. Él la atribuye al apoyo irrestricto de la derecha y de los grupos económicos, que tanto se beneficiaron de las privatizaciones de las empresa públicas –un verdadero saqueo al Estado, como escribiera María Olivia Mönckeberg–.

Amorós también hace alusión a la penetración del pinochetismo en la clase media y algunas capas del mundo popular y principalmente por quince años de propaganda persistente y diaria en contra de las fuerzas democráticas y de legitimación de la dictadura.

Concertación y Pinochet

Posteriormente, este alto respaldo le permitiría negociar con la Concertación la entrega del poder y una inmunidad que le duró hasta su detención en Londres en octubre de 1998, adonde llegó en calidad de senador vitalicio tras haber dejado el mando del Ejército ese mismo año.

Ese arresto, según Amorós, hizo saltar por los aires ese acuerdo tácito, y explica por qué «el Gobierno del Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle y del canciller socialista José Miguel Insulza, emprendió, desde el primer momento, la defensa de la impunidad de Pinochet», que logró su liberación «por razones de salud» en marzo de 2001, mientras comenzó un juicio en su contra por el caso «Caravana de la Muerte».

«La larga lucha del movimiento de Derechos Humanos y de la izquierda chilena permitió finalmente romper los candados de la impunidad», destaca, aunque Pinochet nunca fuera efectivamente condenado. Y vino su muerte en 2006, paradójicamente el Día Internacional de los Derechos Humanos.

En ese momento, estaba procesado por crímenes contra la humanidad y bajo detención domiciliaria por los casos Caravana de la Muerte, Operación Colombo y Villa Grimaldi y, en el marco del caso Riggs, por declaración maliciosa de impuestos y uso de pasaportes falsos.

“La muerte le ganó a la justicia”, dice Amorós, citando al célebre escritor uruguayo Mario Benedetti.

¿Cuál es el legado de Pinochet en el Chile actual?

«Chile aún no se ha liberado totalmente del legado autoritario de la dictadura. Aunque con reformas importantes, persiste la Constitución antidemocrática impuesta en 1980 y los sucesivos gobiernos elegidos democráticamente han mantenido desde 1990 el modelo económico neoliberal, cuya superación es ciertamente difícil, como apreciamos durante la última administración de la Presidenta Michelle Bachelet», responde.

«Los trabajadores, los pensionistas, los estudiantes o las personas que sufren una enfermedad crónica o grave son las víctimas de un modelo instaurado a sangre y fuego en 1975 que, al mismo tiempo, beneficia a la élite que controla los principales medios de comunicación y el poder económico. La despolitización progresiva de amplias capas de la sociedad chilena tampoco invita al optimismo», concluye.

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