Exposición “Anomia y el fin de la desintegración social” de Vicente Irarrázabal
Los factores que desencadenaron en el estallido social actual chileno, la falta de credibilidad en las instituciones y la incompetencia para encausar las demandas sociales bien reflejadas en la frase que tanto ha resonado durante estos días “No son 30 pesos, son 30 años”, son el marco de reflexión en el que se interna la exposición de Vicente Irarrázabal, “ANOMIA y el fin de la desintegración social”. Este concepto define, desde la sociología, a un sujeto o a un conjunto de sujetos que no se identifica ni logra sentirse incluido dentro de las normas sociales.
La exposición aúna, a partir de un mismo autor, evidentes diferencias técnicas y expresivas, que parecen reflejar un estado mental en conflicto con la sociedad que no lo representa. Se trata de una exposición que es en sí misma un collage, hay cuadros muy expresivos y otros abstractos de una rigurosa frialdad. Las diferentes técnicas expuestas son a su vez reflejo de lo que esta ocurriendo, en una sola muestra se expone una diversidad difícil de conciliar.
Irarrázabal nos presenta cuadros abstractos construidos por figuras geométricas, que sin embargo, en el detalle y detención llevan a descubrir un texto dentro de ellas. Este texto se esconde en la abstracción y viceversa; tensionando así a la vez la capacidad de ver la totalidad y obligándonos a la parcialidad o, a un dinamismo que gira entre la disolución y el orden. La técnica en este caso, es de un minucioso rigor llevado a cabo mediante instrumentos de precisión, como la regla, la escuadra, el compás y moldes tipográficos, dándoles a las composiciones visuales un aspecto de control y cálculo.
Por otro lado, el autor presenta otra serie que se podría definir casi por los opuestos que conforman la descripción de la anterior. El gesto espontáneo, la posibilidad de que el azar entre a ser un elemento más de la obra y, en ese sentido, la idea de descontrol e impulsividad esta evidentemente presente. La visceralidad no solo se expresa en esta serie de forma implícita si no también explícita, se juega con una iconografía que ronda desde lo naif a lo morboso.
Vicente Irarrázabal creció en una familia de pintores. Su cercanía al arte desde pequeño despertó en él la apreciación y su amor por la expresión creativa. Su primera gran escuela en el dibujo fue el cómic.
Al crecer sus intereses en la plástica se ampliaron y comenzó a experimentar con diversas técnicas de grabado como aguafuerte la xilografía, la serigrafía.
Irarrázabal es un artista autodidacta que ha desarrollado un particular estilo que se caracteriza por su gráfica y lenguaje abstracto, además, de dinámicas formas que dan la idea de movimiento constante en sus obras.
A pesar de adentrarse en variadas técnicas, hoy en día se encuentra centrado en serigrafía y collage. En sus propias palabras, en definitiva, “es la mezcla experimental de distintos lenguajes y formas expresivas venidos tanto de mi mundo íntimo como del mundo cotidiano y colectivo”.