Hasta antes del 18 de octubre, el mapuzugun no estaba en la calle, no era un idioma público, su uso era más bien simbólico; sin embargo, la semilla sembrada por los kimelfe en escuelas, universidades y colectivos autónomos floreció en la primavera chilena. Hoy no solo es la wenufoye la que se alza con resistencia, orgullo y esperanza de un Chile que respete a los pueblos originarios; no son solo las estatuas de los colonizadores que han sido derribadas (como la de Francisco de Aguirre, en La Serena, o la de Pedro de Valdivia, en Concepción); es también la lengua mapuzugun que se emplea para decir aquello que el castellano no puede expresar, para escribir la historia de la plurinacionalidad que se inicia en las calles.
El 24 de noviembre, después de más de un mes del inicio de las movilizaciones por las desigualdades sociales, económicas, culturales, políticas y estructurales, nos fuimos a recorrer las calles más próximas a la Plaza de la Dignidad para registrar el uso de la lengua mapuzugun en grafitis y rayados de muros.
Somos dos kimelfe, «profesora» de idioma mapuche, investigadoras y neólogas, que trabajamos duro para que el idioma mapuche recupere su uso funcional, para que no siga siendo el idioma escondido sino aquel que llene de orgullo a los jóvenes y niños que lo usen.
[cita tipo=»destaque»]Los pueblos en contacto han intercambiado saberes, se han prestado palabras; no existen lenguas léxicamente puras y el castellano es una lengua enriquecida con las lenguas indígenas; por ejemplo, guagua es quechua; pololo es mapuche, chocolate es náhuatl y así podríamos seguir. En lo que ahora es la Región Metropolitana de Santiago siempre han convivido varios pueblos, siempre ha sido diverso; era un territorio de paso y contacto con otros pueblos, lo que ha sido comprobado mediante el hallazgo de sitios ceremoniales de pueblos indígenas como el del cerro Chena o el del cerro Welen, colonialmente llamado Santa Lucía.[/cita]
Nuestra sorpresa fue tal cuando empezamos a encontrar mensajes escritos íntegramente en mapuzugun, otros mezclados con castellano y muchos expresando en esta última lengua mensajes referidos a las demandas mapuche.
Cerca de la Casa Central de la Universidad Católica nos cautivó el grafiti Newen kimelfes («fuerza profesores»). Siempre hemos necesitado newen para restituir el uso de un idioma minorizado, discriminado y para enseñarlo con la belleza que requiere su valoración.
Seguimos avanzando y encontramos con Amulepe tayiñ weichan («que siga nuestra lucha»), Wewaiñ («venceremos»), Marichiwew («diez veces venceremos»), Marichiwew pu peñi («diez veces venceremos, hermanos»), Yanakona wigka trewa («Chilenos ladrones, perros traidores») y Pu kutriñuke mari chaw («Conchas de su madre con diez padres»). Incluso, en el monumento de la mismísima Plaza de la Dignidad encontramos Petu weichatuiñ chew püle mülepaiñ, junto con su traducción («seguimos siempre luchando donde quieras que estés»).
Otros textos incorporan palabras o conceptos en mapuzugun, como Catrillanca presente; Wallmapu Libre; Peñis asesinados en democracia; Alex Lemun presente; Newen cacique; La ley winka me seca las venas; Más newen menos pacos; Para hacerle frente a toda su violencia, ¡wetruwe! a los pacos, con la actitud weychafe.
También hay muchos mensajes en castellano que expresan las demandas de los pueblos originarios, entre ellos: Tierra como sujeta de derecho; Cuando uno cae diez se levantan; Contra toda violencia neoliberal, clasista, racista y patriarcal; Baquedano asesino, pacificación de la Araucanía; No + represión al pueblo mapuche; Tierra, cultura, justicia y libertad; Te acompaño porque soy parte de ti; Resistencia mapuche; Cerro Huelen, 200 ojos menos y aun podemos ver; No tenemos miedo, tenemos la fuerza de nuestras ancestras; Libertad a la tierra; Libertad a los presos políticos mapuche; Si cae uno mil se levantan; Estado Genocida; y Catrillanca, por ti y por todes mis compañeres.
Hasta antes del 18 de octubre, el mapuzugun no estaba en la calle, no era un idioma público, su uso era más bien simbólico; sin embargo, la semilla sembrada por los kimelfe en escuelas, universidades y colectivos autónomos floreció en la primavera chilena.
Hoy no solo es la wenufoye la que se alza con resistencia, orgullo y esperanza de un Chile que respete a los pueblos originarios; no son solo las estatuas de los colonizadores que han sido derribadas (como la de Francisco de Aguirre, en La Serena, o la de Pedro de Valdivia, en Concepción); es también la lengua mapuzugun que se emplea para decir aquello que el castellano no puede expresar, para escribir la historia de la plurinacionalidad que se inicia en las calles.
Los pueblos en contacto han intercambiado saberes, se han prestado palabras; no existen lenguas léxicamente puras y el castellano es una lengua enriquecida con las lenguas indígenas; por ejemplo, guagua es quechua; pololo es mapuche, chocolate es náhuatl y así podríamos seguir.
En lo que ahora es la Región Metropolitana de Santiago siempre han convivido varios pueblos, siempre ha sido diverso; era un territorio de paso y contacto con otros pueblos, lo que ha sido comprobado mediante el hallazgo de sitios ceremoniales de pueblos indígenas como el del cerro Chena o el del cerro Welen, colonialmente llamado Santa Lucía.
Hoy tiene una población mapuche de 614 mil personas (35% de total de la población mapuche de 1.700.000 personas según el censo de 2017). Según los datos de este censo, el 10,1 % de la población de la Región Metropolitana es indígena, entre ellos hay aymara, quechua, rapanui, diaguita, colla, selknam, yagan, y mapuche.
En Santiago también hay migrantes, con los que han llegado otras lenguas, como el creole haitiano, cuyos hablantes también son discriminados por su lenguas, porque no tienen el mismo prestigio social que el inglés, el alemán o el chino mandarín, asociados al comercio.
La enseñanza de los idiomas indígenas en Santiago no cubre la alta demanda por su aprendizaje; faltan personas que lo enseñen. Hay diversas experiencias, una de ella es la Escuela de Idiomas Indígenas que se implementa los día sábado desde hace tres años en la Universidad Católica Silva Henríquez, en convenio con el Ministerio de las Culturas y del Patrimonio y las organizaciones indígenas de la Región Metropolitana.
Esta escuela imparte tres niveles de mapuzugun (inicial, intermedio y avanzado), junto con la enseñanza del rapanui, del quechua y del aymara. Hay también algunos cursos electivos en Universidad de Chile y Católica.
El mapuzugun y el lenguaje de señas se enseñan como segunda lengua en la UMCE (Universidad Metropolitana de la Ciencia de la Educación). Hay también colectivos autónomos que enseñan la lengua, como Yafuluwaiñ.
No obstante, ninguna universidad forma profesores para enseñar las lenguas indígenas y los derechos lingüísticos de los pueblos originarios aun no son reconocidos en las políticas de Estado, lo que daña profundamente a estas lenguas, reproduce el racismo, el lingüicidio y el epistemicidio.
Chile despertó (Xepey Chile). Las lenguas indígenas deben estar en la Constitución, no solo los hablantes de español merecen el respeto y la dignidad. Todos con sus lenguas debemos ser considerados iguales en derecho y dignidad.
En 1994 los indígenas zapatista dijeron: “Nunca más un México sin nosotros”. Hoy los chilenos que llevan la bandera mapuche han dicho: nunca más ignoraremos a los mapuche y a los pueblos indígenas porque son nuestros hermanos.
Dicen:
Te acompaño por que soy parte de ti (Mvr xekaleayu eymi iñcugeyu)
Pelea como mujer contra todo el estado patriarcal (Malen erke weycayafimi ti wenxuwe estaw)
Catrillanca, por ti y por todes mis compañeres (Kaxvyagka eymi mu ka kom tañi xvrgen mu)