Luigi Zingales, quien expuso en el Congreso Futuro que termina este jueves, además abogó por menos concentración de poder, más competencia y mayor castigo a los delitos de cuello blanco. «Este tipo de reformas son necesarias para que el capitalismo funcione para todos y tener un consenso político para todos, que empodere a las personas y sacar el poder concentrado. Eso es lo que Chile debería hacer ahora», subrayó.
El economista italiano Luigi Zingales realizó este jueves una dura crítica al capitalismo chileno, y señaló que la crisis social se debe a una excesiva concentración de poder.
«La economía chilena se ve como un país icónico en términos capitalistas», pero es un «capitalismo de amigotes, de yernos», criticó, «con un capitalismo que no funciona para todos, y si no entienden eso, pueden terminar en problemas», advirtió.
El tema fue debatido este jueves en el panel «Crecer» del Congreso Futuro 2020, donde además participaron Ignacio Irarrázaval, director del Centro de Políticas Públicas de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y Jeannette von Wolffersdorf, directora ejecutiva de la fundación Observatorio Fiscal.
De acuerdo con indicadores macroeconómicos, Chile ha conocido un importante crecimiento en las últimas décadas. Sin embargo, en un momento crucial para la sociedad, el panel debatió cómo se relaciona el desarrollo de nuestro país con la permanencia de desigualdades estructurales, y cuáles son los caminos hacia una mayor equidad.
El panel fue introducido por Bárbara Figueroa, presidenta de la CUT, quien señaló que tras el 18 de octubre existe «la oportunidad es poder pensar qué tipo queremos ser para los próximos 100 años».
Agregó que en los últimos años hubo un trastoque de valores, como una «excesiva» devoción por la ganancia y su teoría del «chorreo», que según ella se ha demostrado no ser efectiva.
«¿Dónde está el valor de las cosas en Chile? ¿Dónde están las prioridades para construir los cimientos de Chile?», se preguntó, además de agradecer la invitación al evento.
Invitó a tener una «mirada distinta» en un mundo del trabajo en cambio y preguntarse si las habilidades aprendidas hoy tienen sentido en el futuro.
«Nos preocupa tener empresas exitosas y crecimiento, pero no nos preguntamos si hay condiciones de trabajo dignas», cuestionó, con trabajadores «oprimidos o agobiados».
Entre otros aspectos, recordó que aunque el debate también es económico, no solo se resuelve con cifras, y que son necesarias reformas estructurales en pensión, salud y pensiones, etcétera.
«¿Qué lugar queremos que ocupen los trabajadores en el desarrollo de nuestra sociedad?», se preguntó.
Irarrázaval, por su parte, puso el énfasis en la importancia del crecimiento, aunque admitió que «no es suficiente».
Destacó que aunque el PIB se ha multiplicado por cuatro entre 1990 y 2018, al igual que la recaudación fiscal, según la metodología actual la pobreza en el mismo periodo se redujo de 68% a 8%.
Resaltó, asimismo, que Chile se encuentra en el primer lugar en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) en América Latina, aunque, si se toma en cuenta la desigualdad, pasa al tercer puesto. La desigualdad según el índice Gini es «alta», agregó, pero el crecimiento también ha servido para la movilidad social.
¿Son esas cifras oficiales solo estadística?, se preguntó a la luz de la crisis, para luego intentar explicar el origen del estallido social.
Para ello se basó en una encuesta de la UC, donde la mayoría de los entrevistados señaló estar mejor que sus padres. Sin embargo, entre 2009 y 2019, se redujeron las expectativas de mejoras, con lo que calificó de una «frustración de expectativas», especialmente en los sectores medios, y desde 2017 hay más apoyo al concepto de «igualdad» que «crecimiento», algo que incluso ocurre de manera transversal políticamente.
Finalmente, reiteró la importancia del crecimiento, que se ha ralentizado, aunque admitió que «no es suficiente», por lo cual el énfasis debe estar en mecanismos de protección social.
Von Wolffersdorf, en tanto, señaló la necesidad de tener una «economía más justa» frente a la desigualdad.
«El principal problema no es la desigualdad misma, sino cómo se crea», destacó. Chile tiene una movilidad social inferior a la OCDE, con una desigualdad donde el 10% de los hogares concentra el 70% del patrimonio neto, mientras el 1% tiene el 40%, según cifras del Credit Suisse.
Lo mismo ocurre a nivel de las empresas, donde las más grandes han mejorados sus ingresos más que las pequeñas y medianas, añadió.
En Chile, como América Latina, reina lo que llamó un capitalismo jerárquico y extractivo no innovador que no apoya el desarrollo sostenible, donde los oligopolios invierten más en barreras de entrada para posibles competidores que en innovación.
Citó, además, al Premio Nobel en Economía británico Angus Deaton, según el cual «el capitalismo no está funcionando para todos», no sólo no para las clases bajas, sino tampoco las medias, donde el valor del capital sube mucho más que el valor del trabajo, con una sociedad finalmente dividida entre aquellos que tienen capital y los que no.
«¿Es momento de hacer una pausa y preguntar si lo que tenemos no es un capitalismo dinástico, usando palabras de Bill Gates?», se preguntó, con una excesiva acumulación de capital que hace que la desigualdad se perpetúe de una generación a otra.
«Todos los países deberán buscar una solución», añadió, y recordó a Adam Smith, según el cual «una sociedad no puede ser feliz y próspera si una mayoría no se encuentra (relativamente) bien».
Zingales, el último expositor, en tanto, reconoció los éxitos económicos de los últimos 30 años, con baja de la pobreza y también de la desigualdad.
«Si todo esto ocurrió, ¿por qué vimos tanta protesta social? No podemos ignorar la rabia, detrás de ella hay un problema y debe ser abordado si queremos que Chile siga creciendo en el futuro», dijo.
Para él, lo que sucede es que, a pesar del éxito, muchas personas protestan porque sienten que la economía chilena es débil, algo «donde hay mucha realidad».
«La economía chilena se ve como un país icónico en términos capitalistas», pero es un «capitalismo de amigotes, de yernos», criticó, «con un capitalismo que no funciona para todos, y si no entienden eso, pueden terminar en problemas».
Habló de dos tipos de capitalismo: un «capitalismo conservador», donde hay una protección excesiva al derecho de propiedad, y un «capitalismo de competencia» que funciona para todos. Un ejemplo de esto último son países con un mercado de celulares donde una mayor competencia asegura menores precios, donde además la competencia reduce la desigualdad e incluso la discriminación.
«La competencia hace a las personas libres, ya que significa que no pierdo nada en ir al siguiente oferente», aseguró.
A Chile le van bien en la protección de la propiedad, pero no en la competencia, añadió. Y recordó las reformas económicas en Estados Unidos al principio del siglo XX, como la ley que inhibió la concentración económica, incluso la concentración de poder, castigó los delitos de cuello blanco, como la colusión, recompensando la delación, por ejemplo, de las empresas o sus integrantes.
«Este tipo de reformas son necesarias para que el capitalismo funcione para todos y tener un consenso político para todos, que empodere a las personas y sacar el poder concentrado. Eso es lo que Chile debería hacer ahora», concluyó.