Publicidad
Llover sobre mojado: la cultura en tiempos de pandemia CULTURA|OPINIÓN

Llover sobre mojado: la cultura en tiempos de pandemia

Publicidad

La medida anunciada por el Ministerio de las Culturas de reorientar 15 mil millones de su presupuesto para ir en su apoyo, es un anuncio relevante, puesto que reconoce el impacto que tendrá esta pandemia en los trabajadores culturales y moviliza recursos en función de paliar el daño. Por supuesto, la forma de asignación de esos recursos será tan importante como la medida misma, pero es justo reconocer que es una decisión sin precedentes.


Uno de los ámbitos más inmediatamente afectados por la crisis sanitaria generada por el Covid-19 ha sido el sector cultural. ¿Por qué? Primero, por lo que a estas alturas parece obvio: Las artes y la cultura reúnen, congregan, nos junta, y es justamente lo que hoy no es posible hacer. Aquellos espacios especializados donde se encuentran el arte y la ciudadanía fueron los primeros en cerrar sus puertas, incluso antes de que esto fuera obligatorio, como una medida de cuidado hacia sus trabajadores y sus públicos.

[cita tipo=»destaque»]El Escenario del Trabajador Cultural (2014), uno de los pocos estudios existentes en Chile sobre  la situación laboral de artistas, técnicos y gestores, nos mostraba que casi un 73% boletea o no tiene ningún tipo de contrato. En el caso específico de los artistas ese porcentaje llega a un escandaloso 89%. Al mismo tiempo se trata de trabajadores altamente especializados. Un 62% tiene estudios universitarios, y un 16% de postgrado. Por ejemplo, un violinista deberá estudiar, al menos, 10 años y es muy posible que solo tenga contrataciones esporádicas. En otras palabras estudiará como médico, pero su situación laboral se acercará más a la de un temporero agrícola.[/cita]

Pero el alcance del impacto económico y social para este sector no sería tal sino se tratara de un área cuyos trabajadores se desempeñan históricamente en condiciones de gran precariedad, informalidad e inestabilidad. Realidad que parece desconocerse. 

El Escenario del Trabajador Cultural (2014), uno de los pocos estudios existentes en Chile sobre  la situación laboral de artistas, técnicos y gestores, nos mostraba que casi un 73% boletea o no tiene ningún tipo de contrato. En el caso específico de los artistas ese porcentaje llega a un escandaloso 89%. Al mismo tiempo se trata de trabajadores altamente especializados. Un 62% tiene estudios universitarios, y un 16% de postgrado. Por ejemplo, un violinista deberá estudiar, al menos, 10 años y es muy posible que solo tenga contrataciones esporádicas. En otras palabras estudiará como médico, pero su situación laboral se acercará más a la de un temporero agrícola.

Por otra parte, la arraigada práctica de no recibir remuneración por el trabajo realizado, ya en ese entonces, se traducía en que 1 de cada 3 encuestados en el estudio, no esperaba recibir dinero por sus obras o servicios. De más está decir que las posibilidades de seguridad laboral, acceso a la salud y a pensiones dignas, es mucho más baja para este sector que para el promedio de los trabajadores chilenos.

Por ello, la medida anunciada por el Ministerio de las Culturas de reorientar 15 mil millones de su presupuesto para ir en su apoyo, es un anuncio relevante, puesto que reconoce el impacto que tendrá esta pandemia en los trabajadores culturales y moviliza recursos en función de paliar el daño. Por supuesto, la forma de asignación de esos recursos será tan importante como la medida misma, pero es justo reconocer que es una decisión sin precedentes.

La reacción de rechazo que ha despertado en algunos esta medida, devela muchas cosas: ignorancia, poca empatía, pero sobre todo escasa valoración del arte y la cultura. Lo irónico es que ellas hoy circulan y se consumen en Internet más que nunca, la mayoría de las veces sin retribución alguna. Basta imaginar, que pasaría en esta cuarentena si de además de aislados no tuviéramos películas, música, libros y un sinfín de contenidos creativos disponibles gracias al trabajo de creadores, técnicos y gestores.

Bárbara Negrón , Directora del Observatorio de Políticas Culturales (OPC).

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias