Hace 75 años, Ana Frank perdía la vida en un campo de concentración alemán, después de dos años de clandestinidad para esconderse de los nazis, dejando su célebre diario en el que cuenta temores, esperanzas y sueños.
Nacida en Fráncfort del Meno, en Alemania, Ana Frank abandona el país con su familia a la edad de tres años, en 1933, para escapar del violento antisemitismo que se expandía en el país con el nazismo.
Instalados en Ámsterdam, en 1942 se esconden en un apartamento construido detrás de una falsa biblioteca para escapar de la Gestapo, antes de ser descubiertos en 1944 y deportados a campos de concentración.
El diario íntimo de la adolescente judía, publicado por su padre Otto después de la guerra, recuerda los horrores del Holocausto y sigue siendo más actual que nunca, considera el museo dedicado a él.
«La parte más importante del diario es que ofrece una visión de lo que significa ser humano», declaró a la agencia AFP Ronald Leopold, director ejecutivo de la Casa de Ana Frank en Ámsterdam.
«Precisamente por eso ha seguido siendo pertinente durante los 75 años transcurridos desde la Segunda Guerra Mundial y, por ello, estoy convencido de que seguirá siendo pertinente para las generaciones futuras», explica.
El diario de Ana Frank es una de las obras más leídas en el mundo: se han vendido unos 30 millones de ejemplares y se ha traducido a más de 70 idiomas.
La adolescente, de 15 años, murió de tifus a principios de 1945 en Bergen-Belsen, Alemania, pocos meses antes de que los Aliados liberaran el campo el 15 de abril.
En su diario, Anne Frank describe sus pensamientos y sentimientos en el aislamiento forzado con su padre, su madre y su hermana, así como con otros cuatro judíos refugiados en el anexo secreto ubicado en Prinsengracht, frente a uno de los canales más icónicos de la capital holandesa.
Anna cuenta con una brutal honestidad sus impresiones sobre los otros ocupantes, y habla de la difícil relación con su madre. También se refiere a su ambición de convertirse en escritora, escribir su propio libro sobre sus experiencias vividas durante la guerra.
Detrás de esas líneas, surge la voz de una colegiala buscando su lugar en el mundo, algo que resuena con la nueva generación, analiza Ronald Leopold.
Los jóvenes «pueden identificarse con ella. Reconocen su voz, lo que pensaba, lo que hacía cuando tenía problemas con su madre», asegura.
Según el director, los adolescentes y jóvenes muestran un fuerte interés por la historia de Anne Frank, ya que de los cerca de 1,3 millones de personas que visita anualmente el museo, la mitad tiene menos de 30 años de edad.
«Hay tantas cosas en este libro y en esta casa» con las cuales los jóvenes pueden conectar, destaca Leopold. «Es un espejo» de nuestra sociedad, afirma.