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Coronavirus o la inmanejable naturaleza de los virus CULTURA|OPINIÓN

Coronavirus o la inmanejable naturaleza de los virus

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Juan Pablo Cárdenas Astudillo
Por : Juan Pablo Cárdenas Astudillo Investigador; Centro de Genómica y Bioinformática, Universidad Mayor, Chile
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Cabe destacar también que esta nueva variante de Coronavirus no sólo es muy similar en composición a variantes previas, sino que además su composición tan parecida la hace imposible de haber sido “creada en laboratorio”. Adicionalmente, hoy en día se sabe que la manipulación de un virus con esas características es muy dificultosa, por lo que si se tratase acaso de una variante artificial, esto sería evidente en su composición, ya que se saben qué elementos artificiales se usan como herramientas de manipulación del virus, y ninguna de ellas fueron halladas en la secuencia del SARS-CoV-2.  


Es evidente que uno de los aspectos más controversiales de la pandemia actual de Coronavirus nace del deseo de entender cómo este agente infeccioso pudo aparecer. Desde que inició su proliferación desde la zona de Wuhan en China, se comenzó a especular sobre su origen, desde que fue un virus sintético que se “escapó” de un laboratorio de alta seguridad, hasta una oscura teoría de conspiración que refiere al virus como una arma creada en el laboratorio. En una mezcla de conspiranoia y desinformación, muchos han divulgado estas ideas, esparciéndolas como si fueran libres de toda duda razonable. 

Ciertamente, estamos viviendo ciertamente en una época difícil, en que es fácil pensar en implicaciones geopolíticas de casi cualquier evento internacional como combustible para ideas catastróficas. Y eso incluye nuestra percepción sobre esta lamentable pandemia que ahora lleva cerca de 1,3 millones de infectados y casi 75 mil fallecidos por todo el globo. No obstante, y más allá de los matices del escenario económico y político actual, es necesario pensar las cosas dos veces y apuntar a la evidencia. Y en esto, la ciencia tiene un rol. Uno que va tanto a la búsqueda de soluciones para el combate contra este agente infeccioso, como a develar los misterios de su origen.

[cita tipo=»destaque»]El paso de agentes infecciosos desde un animal a un ser humano no es una idea descabellada. De hecho, es algo que sucede bastante a menudo. Algunos han sugerido que algunos brotes importantes de otro virus, la influenza, ha tenido un origen en la zoonosis.  Estos fenómenos de intercambio entre humanos y animales son parte del comportamiento natural de muchos patógenos. E, incluso con normas y procedimientos preventivos, es bastante inevitable. Algunos investigadores ya en un tiempo tan lejano como el 2007, al investigar variantes del Coronavirus, hicieron la observación de que los procesos zoonóticos eran una bomba de tiempo, y que desembocarían en la aparición de nuevas y desconocidas variantes y que era necesario poner cuidado en medidas de bioseguridad.[/cita]

Es así por ejemplo que recientemente, un interesante ensayo publicado en la revista Nature Medicine hizo uso de la información conocida sobre varios aspectos de la composición genética del nuevo Coronavirus (la denominada SARS-CoV-2, responsable de la actual pandemia) y su comparación con otras variantes anteriormente aisladas de otros mamíferos, juntamente con otras variables detectadas en humanos, incluyendo el SARS-CoV, responsable de una enfermedad severa conocida como SARS (sigla en inglés para Síndrome respiratorio agudo grave), que afectó China durante el año 2004 y que posee sus diferencias respecto al Covid-19. En este estudio, los investigadores cotejaron la evidencia conocida sobre las diferentes variables de Coronavirus con las diferencias genéticas que poseen en zonas importantes asociadas a la interacción con las células durante su proceso de invasión. Esto es posible hoy en día gracias a que los investigadores pueden secuenciar el material genético del virus. 

A modo de analogía para la secuenciación, hay que considerar que el conjunto de todos los genes que contiene el virus (el llamado “genoma”) puede ser interpretado como un enorme párrafo que se compone de la combinatoria de cuatro letras (A-T-G-C), las cuales representan cuatro diferentes componentes de la cadena del ácido ribonucleico, enorme molécula lineal que posee el virus. Entonces, al secuenciarlo, se leen aquellas palabras que le dan al virus las funciones que lo hacen funcionar. Y más aún, estas palabras cuando se comparan con palabras similares de otros virus aislados, puede ayudar a trazar un árbol familiar que podría ayudar a entender cuáles variantes están más emparentadas entre sí. Es así como por ejemplo cientìficos del ISP pudieron encontrar patrones interesantes sobre el posible origen de las primeras cuatro variantes que fueron detectadas en Chile

Entonces, al saber qué tan parecidos o diferentes son las variantes de diversos Coronavirus (CoV), algunos estudios pudieron constatar que SARS-CoV-2 estaba sumamente emparentado con un CoV que fue encontrado en murciélagos. Incluso, otros estudios también hallaron una conexión familiar con una variante de CoV hallada en una especie de pangolines. Sorprendentemente, además de esas similitudes, también se hallaron ciertos componentes de la secuencia del SARS-CoV-2 que no son hallados en otras variantes, lo cual desde el punto de vista de la evolución, significa una innovación que puede estar involucrada en las peculiares características de la variante pandémica. 

Cabe destacar también que esta nueva variante de Coronavirus no sólo es muy similar en composición a variantes previas, sino que además su composición tan parecida la hace imposible de haber sido “creada en laboratorio”. Adicionalmente, hoy en día se sabe que la manipulación de un virus con esas características es muy dificultosa, por lo que si se tratase acaso de una variante artificial, esto sería evidente en su composición, ya que se saben qué elementos artificiales se usan como herramientas de manipulación del virus, y ninguna de ellas fueron halladas en la secuencia del SARS-CoV-2.  

Las similitudes halladas con las contrapartes aisladas de murciélagos y pangolines es tal, que es posible trazar árboles familiares que sugieren diferentes opciones sobre el origen del SARS-CoV-2: el virus progenitor obtuvos sus cambios antes o después de saltar desde una especie animal a un ser humano. En cualquiera de los dos escenarios, un concepto muy importante para los epidemiólogos salta a la vista: la llamada zoonosis

El paso de agentes infecciosos desde un animal a un ser humano no es una idea descabellada. De hecho, es algo que sucede bastante a menudo. Algunos han sugerido que algunos brotes importantes de otro virus, la influenza, ha tenido un origen en la zoonosis.  Estos fenómenos de intercambio entre humanos y animales son parte del comportamiento natural de muchos patógenos. E, incluso con normas y procedimientos preventivos, es bastante inevitable. Algunos investigadores ya en un tiempo tan lejano como el 2007, al investigar variantes del Coronavirus, hicieron la observación de que los procesos zoonóticos eran una bomba de tiempo, y que desembocarían en la aparición de nuevas y desconocidas variantes y que era necesario poner cuidado en medidas de bioseguridad.

En resumen, el puzzle que existe sobre el origen de la pandémica variante SARS-CoV-2 tiene muchas piezas conocidas, y ninguna de ellas, en honor a la verdad, pudo ser la manipulación humana. Como defensa a la naturaleza, se puede decir que ella fue capaz de usar los procesos naturales para originarla. Y la naturaleza es inmanejable. Y ante su indomable comportamiento, lo que necesitamos en aprender de ella y actuar conforme a su comportamiento. No necesitamos especulaciones oscuras sobre las cosas que suceden. Lo que necesitamos es mejorar el uso de la ciencia. 

Dr. Juan P. Cárdenas Astudillo. Investigador; Centro de Genómica y Bioinformática, Universidad Mayor, Chile

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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