En estos tiempos difíciles, cuando el número de contagios y muertes por COVID-19 no deja de aumentar en todo el mundo, provocando un brutal impacto social, económico y emocional, Paolo Giordano nos obliga a tomar aire y reflexionar. La pandemia de COVID-19, la emergencia de salud más grave de nuestra época, ha dejado en evidencia la fragilidad de un planeta absolutamente interconectado e inextricable. Más allá de identidades, nacionalidades y culturas, el virus nos está enseñando la complejidad del mundo en que vivimos y la dificultad para tenerlo todo bajo control. La pandemia nos anima a pensar en nuestra responsabilidad como individuos de una sociedad globalizada y nos obliga a usar la imaginación para enfrentarnos a situaciones imprevisibles, que nos afectan como personas y colectividad. Porque en tiempos de contagio somos un solo organismo, una sola comunidad. Y si nos falta solidaridad, es sobre todo porque no tenemos imaginación. Para asumir algo tan sencillo como que la comunidad que en este caso está en jaque es toda la humanidad.