Un equipo multidisciplinario de médicos y científicos recogió, para la última edición de la revista Science, una vasta cantidad de evidencia de daños a diferentes órganos del cuerpo producidos por la acción del coronavirus que tiene al mundo envuelto en una crisis sanitaria, social y económica. «La enfermedad puede atacar casi cualquier parte del cuerpo con consecuencias devastadoras», advirtió el cardiólogo Harlan Krumholz de la Universidad de Yale. «Su ferocidad es impresionante».
Aunque los pulmones son su «zona cero», el coronavirus podría afectar muchos otros órganos, incluidos el corazón y los vasos sanguíneos, los riñones, el intestino y el cerebro, según un artículo de la revista Science.
La enfermedad ya tiene 2,4 millones de infectados en todo el mundo y han muerto más 165 mil personas.
«La enfermedad puede atacar casi cualquier parte del cuerpo con consecuencias devastadoras», advirtió el cardiólogo Harlan Krumholz de la Universidad de Yale y el Hospital Yale-New Haven (Estados Unidos). «Su ferocidad es impresionante».
Según los expertos, con el coronavirus la coagulación de la sangre transforma algunos casos leves en emergencias potencialmente mortales.
¿Hay una respuesta inmune excesiva detrás de los peores casos? ¿Un tratamiento con medicamentos inmunosupresores podría ayudar? ¿Cómo se explica el nivel de oxígeno en la sangre sorprendentemente bajo que algunos médicos han observado en pacientes y que, sin embargo, no respiran con dificultad? Estas son algunas de las preguntas que los científicos intentan responder.
La revista Science explica cómo el virus evoluciona rápida y letalmente en alrededor del 5% de los pacientes que se enferman gravemente.
Algunos médicos están apuntando a que muchos pacientes enferman gravemente por una reacción exagerada de su sistema inmunitario conocida como «tormenta de citoquinas», que se sabe que desencadenan otras infecciones virales.
«La verdadera morbilidad y mortalidad de esta enfermedad probablemente se deba a esta respuesta inflamatoria desproporcionada al virus», señala Jamie Garfield, un neumólogo que atiende a pacientes con COVID-19 en el Hospital de la Universidad de Temple.
Sin embargo, otros médicos no están convencidos de esta teoría.
«Parece que ha habido un movimiento rápido para asociar COVID-19 con estos estados hiperinflamatorios. Realmente no he visto datos convincentes de que ese sea el caso «, apunta Joseph Levitt, médico de cuidados críticos pulmonares de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford.
En Brescia, Italia, una mujer de 53 años tenía todos los síntomas clásicos de un ataque al corazón, pero las pruebas revelaron que la paciente tenía COVID-19.
«La forma en que el virus ataca el corazón y los vasos sanguíneos es un misterio, pero docenas de trabajos ya atestiguan que dicho daño es común», indica Science.
La infección también puede conducir a la constricción de los vasos sanguíneos. Están surgiendo informes de isquemia en los dedos de manos y pies, una reducción en el flujo sanguíneo que puede provocar hinchazón, dolor en los dedos y muerte de los tejidos.
Pérdida de gusto y olfato, conjuntivitis y heridas dermatológicas son otros posibles síntomas del coronavirus.
Además, según otro estudio, el 27% de 85 pacientes hospitalizados en Wuhan sufría de insuficiencia renal.
“El pulmón es la zona de batalla principal. Pero una fracción del virus posiblemente ataca el riñón. Y como en el campo de batalla real, si dos lugares están siendo atacados al mismo tiempo, cada uno empeora», asegura Hongbo Jia, neurocientífico del Instituto de Suzhou de Ingeniería y Tecnología Biomédica de la Academia de Ciencias de China.
Otros síntomas sorprendentes detectados en pacientes con COVID-19 se centran en el cerebro y en el sistema nervioso central.
La neuróloga Jennifer Frontera, del Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York, que ha tratado a miles de pacientes con COVID-19, indicó a Science que se necesitan neurólogos para evaluar del 5 al 10 por ciento de los pacientes con coronavirus en su hospital.
En su opinión, «hay probablemente una gran subestimación» del número de pacientes cuyos cerebros están luchando, especialmente porque muchos están sedados y con ventiladores.
A principios de marzo, una mujer de Michigan (Estados Unidos) de 71 años regresó de un crucero por el río Nilo con diarrea sanguinolenta, vómitos y dolor abdominal. Aunque inicialmente los médicos sospecharon que tenía un virus estomacal común como salmonela, después la paciente tuvo tos.
Los médicos le realizaron una prueba PCR con un hisopo nasal y el resultado fue positivo en coronavirus. Su caso se suma a una creciente evidencia que sugiere que el nuevo coronavirus, como su primo el SARS, puede infectar el revestimiento del tracto digestivo inferior.
Los nuevos datos coinciden con los diagnósticos realizados por algunos médicos en América Latina.
En Chile, el doctor Sebastián Ugarte, jefe de la UCI de la Clínica Indisa, alertó en redes sociales que «ahora emergen nuevos signos en la piel» como síntomas del coronavirus.
Ugarte adjuntó una serie de imágenes para acompañar su advertencia en Twitter.
En Paraguay, en tanto, el director del Programa Nacional de control del Sida e ITS de Paraguay, el doctor Nicolás Aguayo, relató en sus redes sociales el caso de una paciente joven «por un importante sangrado nasal y gingivorragia (hemorragia en las encías)». Señaló que no tenía antecedentes de fiebre, dolor de garganta ni tos.
Dijo que al examen físico, además del sangrado nasal y de encías, presentaba «petequias y equimosis en piel, es decir, actividad purpúrica (manchas en la piel)». El resto del examen físico resultó normal.
Comentó que los estudios laboratoriales de rutina no mostraron nada llamativo. Sin embargo, el hemograma mostró una «pancitopenia periférica», vale decir, una disminución de células sanguíneas. Al respecto, los médicos plantearon el diagnóstico de «púrpura trombocitopenica inmunológica», lo cual fue confirmado tras un examen adicional.
“Sin embargo, me llamó la atención que las células de la médula ósea mostraban un montón de alteraciones displásicas como si un virus importante la estuviera afectando”, indicó el médico, por lo cual a la paciente se le practicó un examen de COVID-19, que dio positivo.
«Este caso es extremadamente importante para los profesionales médicos, ya que muestra una forma de presentación atípica como una enfermedad hemorrágica y sin ningún dato inicial de manifestación respiratoria», manifestó Aguayo en su red social Twitter.
«Con certeza el virus causó en la paciente un estrago inmunológico y se manifestó como una púrpura trombocitopenica inmunológica», concluyó. La paciente finalmente se recuperó.