Un aspecto central del control de la pandemia es la movilidad. Si algo es seguro es que la movilidad, en su sentido amplio, no será la misma cuando superemos la crisis y, con este cambio, la ciudad será otra. Hablar de movilidad es más que el transporte, considera el conjunto de desplazamientos que realizamos por la ciudad y cómo ellos se relacionan con nuestros trabajos, los cuidados, el descanso, ocio y, en general, todas las actividades que realizamos cotidianamente. La movilidad pos-pandemia cambiará menos por acción de la planificación urbana y del transporte que por las nuevas prácticas móviles (e inmóviles) que todos estamos aprendiendo en estos días.
¿Cuál es el futuro de la ciudad pos-pandemia? Muchas apuestas empiezan a circular basadas en modelos urbanos importados, deseos utópicos o intereses inmobiliarios. Sin embargo, más que analizar las visiones “desde arriba” (técnicas, políticas y lobistas) necesitamos entender qué sucede “desde abajo”, comprender que están haciendo -e imaginando y deseando- de forma cotidiana los y las habitantes en medio de la crisis como punto de partida.
Un aspecto central del control de la pandemia es la movilidad. Si algo es seguro es que la movilidad, en su sentido amplio, no será la misma cuando superemos la crisis y, con este cambio, la ciudad será otra. Hablar de movilidad es más que el transporte, considera el conjunto de desplazamientos que realizamos por la ciudad y cómo ellos se relacionan con nuestros trabajos, los cuidados, el descanso, ocio y, en general, todas las actividades que realizamos cotidianamente. La movilidad pos-pandemia cambiará menos por acción de la planificación urbana y del transporte que por las nuevas prácticas móviles (e inmóviles) que todos estamos aprendiendo en estos días.
En el Núcleo Milenio Movilidades y Territorios (MOVYT) estamos realizando un estudio, con más de treinta personas que aún se deben mover por la ciudad, con el fin de comprender las transformaciones en la vida cotidiana, las prácticas de movilidad y la ciudad con la crisis sanitaria. Comparto dos breves historias que han surgido en el estudio y que delinean los cambios que se vienen.
Sofía tiene 52 años, es médica general, y trabaja en un hospital público y una clínica privada. Durante el último tiempo, solo visita un par de veces a la semana sus lugares de trabajo, pues ahora la mayor parte del tiempo esté frente a su computadora realizando consultas por video conferencias. Es decir, ahora practica la telemedicina. Antes, no era afín a las computadoras, a internet, ni a las aplicaciones de celular, “apenas usaba el WhatsApp” – afirma, respecto a su despertar involuntario a la tecnología. Las primeras semanas fueron difíciles, tanto por el manejo de las aplicaciones como por tener que establecer nuevos protocolos y una dinámica de atención a distancia. Su hijo, estudiante de educación superior también en casa por la pandemia, le ayudaba con los problemas técnicos, para la relación médico-paciente “solo ha sido aprender sola”, cuenta.
Rubén realiza trabajos vinculados al diseño de forma independiente. Su casa y su computadora eran sus principales herramientas de trabajo. Con la pandemia los encargos cayeron drásticamente. Hace semanas se le ocurrió vender canastas de verduras y frutas por las redes sociales. Partió a La Vega y compró algunas cajas de productos. Organizó la distribución de los pedidos e inició sus entregas en sectores de la zona oriente y centro de Santiago. La movilidad de Rubén se multiplicó. Ahora él se mueve por quienes no pueden hacerlo. Las primeras semanas fueron decenas de cajas, luego ha ido disminuyendo, probablemente por el aumento de ofertas similares. Con un amigo empezaron a ofrecer reparto de cervezas también “es algo que he ido conociendo y puede funcionar más allá de la pandemia” – afirma Rubén. En los últimos días se han reactivado lentamente los encargos de diseño, aun así, cree que mantendrá en el futuro el despacho de cervezas. Se imagina manteniendo ambos trabajos de reparto a domicilio.
Así, mientras Sofía restringe su movilidad a través del teletrabajo, Rubén encuentra en ella una nueva fuente de ingresos. Todos estamos aprendiendo en estos días. Probado con otros usos de la movilidad, ejerciendo nuevas actividades, reorganizando nuestras vidas cotidianas de maneras distintas.
De esta manera, el futuro de la ciudad dependerá de cómo estos nuevos aprendizajes se despliegan en el tiempo próximo ¿Sofía viajará menos a su lugar de trabajo para ejercer en ocasiones telemedicina? ¿Rubén consolidara su pequeño emprendimiento de venta por internet formando parte de centenares de nuevos servicios de reparto a domicilio? La movilidad no disminuirá, sino se transformará radicalmente en su forma y ritmo y, con ella, la ciudad.