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«Fortuna», un breve y valioso libro de poesía de Andrés Florit Cento  CULTURA|OPINIÓN

«Fortuna», un breve y valioso libro de poesía de Andrés Florit Cento 

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José Miguel Ruiz
Por : José Miguel Ruiz Escritor, poeta y profesor de Castellano (UC). Ha publicado, entre otros libros, “El balde en el pozo” (poesía, 1994), “Cuentos de Paula y Carolina” (narrativa, 2011) y “Gramática de nuestra lengua” (2010). Mención Honrosa en los Juegos Literarios Gabriela Mistral de la I. Municipalidad de Santiago, 1975. Primer Premio en el Concurso de Poesía de la P. Universidad Católica de Chile, 1979. Premio Municipal de Arte, Mención Literatura, de la I. Municipalidad de San Antonio (1998).
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Pequeñas escenas, anécdotas plenas de resonancias, versos epigramáticos, o quizás microrrelatos, pinturas en miniatura (dos o tres líneas ya construyen la imagen plena), componen este volumen.


Este breve volumen en prosa comienza recordando parte de la crónica aeronáutica chilena. Los registros histórico-aeronáuticos de Chile consignan que el abuelo del hablante –del autor de Fortuna–, don Amadeo Cento, realiza una ascensión en un globo aerostático, elevándose desde San Bernardo y descendiendo de emergencia –comenzaba a internarse peligrosamente en la Cordillera de los Andes– en un lugar desamparado en el fundo Huelquén de Paine, donde fue socorrido por un ovejero que lo condujo a las casas de la hacienda y pudo pasar allí la noche, mientras lo buscaban afanosamente los miembros de la comisión controladora del Aero Club. Pero esta anécdota pudiera quedar solo en eso. Parte de una crónica histórica. Lo que viene en adelante es una suerte de “crónica poética de lo cotidiano”, el mundo diario desde la mirada del poeta. Este va describiendo hechos comunes, solo que son vistos desde el prisma que los transforma en algo distinto de lo cotidiano: “El minúsculo quiltro blanco sigue a su dueña a medianoche hasta que los pierdo de vista”. Para algún lector, este texto no es sino una breve estampa, o la pintura de algo, pero si ese mismo se pone en sintonía con el poeta –y así en la totalidad del libro– descubrirá que aquel hecho dejó de ser una simple anécdota, para entrar en los terrenos de lo poético: Un “quiltro blanco” (no otro perro, sino un quiltro…), “medianoche”, una mujer de la que sabemos poco o nada, hasta que ambos se pierden en la noche, mientras que alguien observaba esa escena nocturna, de la que no conocemos más. La experiencia de lo pequeño donde hay reflejos de todo un universo que devela el poeta: “El azúcar cayendo al azucarero, una ráfaga en los álamos”. Seguimos extrayendo de lo cotidiano, esas resonancias que nos llevan en un momento a volver a sentir una ráfaga en los álamos al vaciar el azúcar, en un acto de la cotidianidad de la casa.

[cita tipo=»destaque»]»Fortuna» de Andrés Florit es un libro en que se mezclan la memoria, el aforismo, el poema breve, la observación poética y algo decepcionada del autor; el humor crítico, a través de una sutil burla o sátira (los mensajes de “La Administración), y, en lo formal, el cuidado y lo sucinto del lenguaje.[/cita]

En algún momento, el hablante retoma el tema del aeronauta don Amadeo Cento y escribe, ahora en versos: “Miro el busto del abuelo Amadeo/ en el fondo de la pantalla de mi celular./ Murió veinte años antes de que yo naciera,/ antes que mi mamá cumpliera veinte./ Ella conservó una réplica negra de su cabeza/ y desde que tengo memoria está puesta en el living./ Si pudiera hablar con él, le diría que su hija/ le hace cariño a la escultura cuando está sola./ ‘No la borres’, dijo ella al darme este celular./ ‘Hay otra igual, pero blanca, en un museo de Cerrillos./ Tu abuelo es un pionero de la aeronáutica,/ uno de los primeros que anduvo en globo’./ ¿Por qué no he ido a ese museo? No quiero/ que me digan que no saben quién es, que aquí/ no hay ningún busto blanco”. Cualquier glosa de este poema, no alcanza a expresar lo que este es (suele suceder así). Pero aquí está el abuelo legendario, que dejó permanentes huellas en la familia y más allá; el antepasado que es recordado por su descendiente; el nieto que hurga en sus raíces, pero duda si existirá algo concreto que sea como lo atesorado del mítico aeronauta. 

Un sutil sentido del humor se despliega en parte de estos textos, a la vez que la crítica ante la precariedad de la condición humana. Hay en el volumen, varios de ellos que parece tomados de la realidad misma de un edificio, en que “La Administración” deja algunos recados a los residentes, solicitando que no escupan en el ascensor, no ofendan a los conserjes ni a otros funcionarios, etc. Aparentemente, podrían parecer solo mensajes en un condominio, pero Florit no apunta a eso. En esos mensajes se revela cómo a veces actuamos, violando reglas básicas de la convivencia humana, y de la belleza, sin duda.

En síntesis, Fortuna de Andrés Florit es un libro en que se mezclan la memoria, el aforismo, el poema breve, la observación poética y algo decepcionada del autor; el humor crítico, a través de una sutil burla o sátira (los mensajes de “La Administración), y, en lo formal, el cuidado y lo sucinto del lenguaje. Pequeñas escenas, anécdotas plenas de resonancias, versos epigramáticos, o quizás microrrelatos, pinturas en miniatura (dos o tres líneas ya construyen la imagen plena), componen este volumen, cuyo autor escribe en relación con el título: “Transformarse en el tipo que tira frases cada vez que se quiebra, como una galleta de la fortuna”. He aquí una clave de este breve y potente libro, leve como una joyita que el lector de poesía sabrá apreciar; una clave del poeta que tiene la fortuna de poder dar con aquel ángulo estético de la realidad cotidiana, el que la vuelve nueva y sorprendente.

*Andrés Florit Cento (Santiago, 1982), poeta, periodista y editor, ha publicado Juan Florit, caudillo de los veleros (compilación y notas de la obra poética del poeta mallorquín avecindado en Chile, 2006), Poco me importa (poesía, 2009), Materias de libre competencia y regulación (poesía, 2011) y el breve volumen Fortuna (603, sello editorial de Overol, 2019).

Miguel Ruiz, 22 de junio de 2020

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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