En obra «El ciclo hidrosocial», de descarga gratuita en Internet, dos investigadores de la Universidad Autónoma hacen un recorrido por la manera sustentable en que los pueblos originarios utilizaban el agua en Sudamérica y luego explican cómo la explotación indiscriminada fue introducida por la colonización española, y se vio agravada con la Revolución Industrial, hasta llegar a la situación actual. «Esperamos que tanto docentes como estudiantes utilicen el texto y les sirva de motivación para plantearse preguntas sobre nuestra influencia en el ciclo del agua, cómo tener una vida más sustentable y llamarlos a hacer un cambio en su forma de pensar y actuar», señala uno de ellos.
Un libro para aprender en la escuela que el agua no es un recurso inagotable y que está expuesto no sólo a la contaminación, sino también a industrias extractivas como la minería y la agricultura, acaban de publicar investigadores de la Universidad Autónoma de Chile.
En su libro «El ciclo hidrosocial», Inmaculada Simón y Brandon Aravena hacen un recorrido por la manera sustentable en que los pueblos originarios utilizaban el agua en Sudamérica y luego explican cómo la explotación indiscriminada fue introducida por la colonización española, y se vio agravada con la Revolución Industrial.
«Se hace imprescindible cautelar que nuestras autoridades aseguren el acceso al agua para el consumo humano, privilegiándolo frente a otros usos, y que se cuiden las fuentes de abastecimiento para asegurar su permanencia en
el tiempo y su calidad», escriben allí sus autores.
Consultado sobre el origen del libro, Aravena explica que «nace de una inquietud que hemos observado durante nuestra experiencia en el aula, tanto en la escuela como en la academia, ya que cuando se enseña el ciclo del agua se muestra un paisaje idílico, abundantes precipitaciones y un río caudaloso que nace en las montañas y siempre llega al mar».
«Sin embargo, ni la diversidad climática ni el ser humano están presentes en estos esquemas clásicos», destaca.
El texto, que puede ser descargado de manera gratuita en Internet, está destinado a escolares de segundo básico a segundo medio.
En trabajo surge a partir de un trabajo Fondecyt en torno al tema “Abastecimiento de agua potable e intervención estatal» (1201309).
Simón explica que, como docentes en diversos niveles educativos y como investigadores de la gestión del agua, hace tiempo que venían observando que el ciclo natural del agua es insuficiente para que los estudiantes comprendan en su complejidad la situación actual en Chile y en el mundo con respecto al agua.
«El estudiante está acostumbrado a contemplar los diagramas clásicos muy simplificados del ciclo natural y no entienden bien por qué hay que cuidarla tanto y mucho menos por qué hay sequía si lo natural es que el agua caiga, circule sobre la tierra y luego vaya al mar y se evapore para conformar las nubes y se precipite de nuevo sobre la tierra. Visto así, el recurso parece inagotable», explica.
No obstante, desde el punto de vista de las ciencias sociales los investigadores saben que más allá de los factores naturales hay muchos condicionantes sociales que intervienen en dicho ciclo, alterándolo.
«Entre los especialistas de la ecología política se crea el término ciclo hidrosocial para explicar estas interacciones entre lo social y lo natural y es eso lo que hemos querido reproducir en este material docente», señala.
Simón señala que el principal objetivo del libro es proporcionar herramientas a los docentes para poder explicar la importancia de la interacción humana en el ciclo natural.
«El modelo del ciclo hidrosocial explica cómo el hombre puede alterar y ha alterado a lo largo de la Historia y bajo distintos sistemas socioeconómicos y en espacios geográficos muy diverso, el ciclo natural», señala.
También explica que esta alteración puede realizarse para empeorar la situación, pero también para mejorarla. «La idea es mostrar a docentes y estudiantes la incidencia que tenemos en la naturaleza y decirles que es necesario tomar medias que van más allá de cerrar la llave mientras nos cepillamos los dientes y que deben ser tomadas como colectivo, como sociedad».
Aravena espera que el libro pueda aportar con la difusión de esta nueva forma de pensar y de actuar en torno a la demanda de agua en diferentes contextos.
«Las personas deben estar informadas para poder tomar mejores decisiones en cuanto a su consumo personal, sin embargo, también tienen la responsabilidad de influir para que la demanda de este vital elemento en los sectores productivos sea más racional y acorde a la situación hídrica actual», dice.
«Para lograr lo anterior, es fundamental el trabajo de la escuela, por lo que este material también está fuertemente dirigido a docentes».
Aravena señala que actualmente en el currículum escolar se aborda el ciclo del agua en la naturaleza.
«Sin embargo, no se le agrega el componente humano, tan necesario para comprender la crisis actual», advierte.
«En los programas de estudio y en los textos escolares podemos ver el clásico esquema que mencionamos. Por esto, dentro del texto sugerimos diferentes orientaciones didácticas para que profesores y profesoras puedan utilizar este material en sus clases y darle una nueva mirada al problema, entendiendo que el agua no es un recurso inagotable».
Las sugerencias van desde segundo básico hasta cuarto medio, en todos los objetivos de aprendizaje en donde se puede abordar el tema del agua».
Entre los principales desafíos a la hora de escribir el libro, Simón señala la necesidad de concentrar toda la problemática del agua en unas pocas páginas y trasladar a imágenes la información. «En este sentido, la colaboración de la Directora Editorial, Isidora Sesnic y de la diseñadora, Antonia Sabatini fueron fundamentales», dice.
«Algo complejo en la creación del documento fue realizar un trabajo exhaustivo en la revisión de las bases curriculares para saber con qué asignaturas poder vincular la temática del libro, ya que las actividades que sugerimos son muy precisas para que los docentes puedan optimizar el tiempo de planificación, que muchas veces es escaso», complementa Aravena.
¿Qué otras actividades en la escuela les parecen pertinentes para cumplir con el objetivo del libro?
«Como dijimos, el conocimiento es fundamental, pero no sólo el técnico, sino que también el local», responde el académico.
«Las escuelas tienen la responsabilidad de investigar con el fin de disminuir la demanda de agua. Conocemos casos de establecimientos que han instalado sistemas de ahorro y de riego sustentables, sin embargo, hay que ir un paso más allá y reflexionar sobre cómo puede aportar la escuela dentro su comunidad. Se necesitan más ciudadanos y ciudadanas informados y dispuestos a generar un cambio que apunte a la sostenibilidad», afirma.
«Esperamos que tanto docentes como estudiantes utilicen el texto y les sirva de motivación para plantearse preguntas sobre nuestra influencia en el ciclo del agua, cómo tener una vida más sustentable y llamarlos a hacer un cambio en su forma de pensar y actuar», concluye.