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Libro «Abandonados»: infancias perdidas en Chile CULTURA|OPINIÓN

Libro «Abandonados»: infancias perdidas en Chile

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Gonzalo Schwenke
Por : Gonzalo Schwenke Profesor y crítico literario
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Si nos colocamos frente a las vitrinas observamos una artificial economía pujante, pero con el reflejo, veremos que hay una estructura de violencia, abusos y violaciones que se omite históricamente. Una columna transversal que permite la descomposición de las familias y las infancias


Y no me digas que
es el mejor de los mundos
posibles de construir
no vuelvas a decir
que es todo cuánto estos campos
pueden ahora producir

Fragmento letra de la canción

«Con datos de la Unicef»  del dúo Schwenke & Nilo.

Los reportajes de Carolina Rojas están enfocados en áreas de poca visibilidad, pero de alto impacto. Con Abandonados. Vida y muerte al interior del SENAME (2020) viene a refrendar la sostenida negligencia por parte de la institución en recintos que buscan resguardar y proteger a menores de edad con sus distintas problemáticas: una especie de orfanato diversificado que tiene niños y niñas de todas las edades. Así, el factor económico siempre afecta a la clase baja y con escasos recursos quienes están a la merced de múltiples formas de tensiones ya sea intrafamiliar, delictuales, derivado de la pasta base o el temprano abandono parental.

Si nos colocamos frente a las vitrinas observamos una artificial economía pujante, pero con el reflejo, veremos que hay una estructura de violencia, abusos y violaciones que se omite históricamente. Una columna transversal que permite la descomposición de las familias y las infancias. Esto ha sido defendido tanto como la propiedad privada empresarial, pero los gobiernos que diseñan y organizan los recursos del Estado no otorgan el conveniente crecimiento para jóvenes chilenos.

[cita tipo=»destaque»]Mientras leo las historias Sonia, Priscilla, Andrea y Lissette quienes tuvieron que sortear congregaciones religiosas, podemos acudir a la situación irlandesa en The Magdalene Sisters (2002) de Peter Mullan. En dicho film las religiosas recibían a madres solteras, o mujeres bonitas, o mujeres feas, o mujeres víctimas de violación o demasiadas inteligentes, las que eran recluidas por sus padres para que la Familia no tenga que vivir la deshonra. Entonces, esas mujeres eran sometidas al trabajo de lavandería para expiar sus pecados.[/cita]

En esta obra, la crónica permite evidenciar la naturaleza de las familias disfuncionales o de los adolescentes. Estos últimos, quienes padecen tanto en las residencias como el hecho de sobrevivir en las calles sin parentela ni recursos. Un seguimiento periodístico desarrollado en diez relatos donde aparecen las voces de los desposeídos, la crudeza de la voz de las madres y como estamos en Chile; la censura judicial sobre Residencias para madres solteras republicado por Cosecha Roja, y en el libro Sonia: historia de una censura.

Mientras leo las historias Sonia, Priscilla, Andrea y Lissette quienes tuvieron que sortear congregaciones religiosas, podemos acudir a la situación irlandesa en The Magdalene Sisters (2002) de Peter Mullan. En dicho film las religiosas recibían a madres solteras, o mujeres bonitas, o mujeres feas, o mujeres víctimas de violación o demasiadas inteligentes, las que eran recluidas por sus padres para que la Familia no tenga que vivir la deshonra. Entonces, esas mujeres eran sometidas al trabajo de lavandería para expiar sus pecados.

Por otro lado, en el caso de las mujeres se debe hacer un cruce con la letra chica del aborto en tres causales donde el Estado acompaña y persuade a la madre durante el embarazo como lo enuncia el capítulo de Sonia: “las niñas allí ocupaban un lugar secundario, y ante todo, debían «ser madres», independiente de la forma en que habían concebido a sus hijos” (64). De modo que se dirige a la madre para que tenga a la criatura para luego el Estado hacerse cargo en estos orfanatos y darlos en adopción. De lo contrario, los vástagos estarán toda su vida institucionalizadas como es el caso de Andrea que estuvo desde los cinco hasta los veinte años.

El libro da registro a la voz de Jonathan (15), quien comprende lo que ha sobrevivido y entre conversaciones con los demás, se reconocen en esos letreros contra el Servicio Nacional de Menores (SENAME): “Ahora entiende que todo lo que siempre ha vivido, en su familia y en el liceo técnico industrial, es justamente eso: desigualdad” (145). O la experiencia de Byron (25) que se vino de la región de la Araucanía por el asedio policial “Me torturaron los pacos cuando tenía trece años, me pusieron corriente en los genitales, para que dijera si había armamento en mi comunidad” (153). De igual modo la emergencia y proliferación de banderas mapuche durante el estallido social, le permite un reconocimiento y simpatía por el derecho de existir de las comunidades indígenas. Mientras que Jason (16) expresa que: “en las paredes me dio como una alegría porque había más gente que pensaba y sentía lo mismo que yo, entonces fue una forma de liberarme de esa rabia que tenía dentro” (149). Y señala que la imposibilidad de estar en el sistema por los atropellos de los gendarmes o los tíos que no saben cuidarlos: “Creo que uno termina en la Primera Línea o en las barricadas porque es una forma de desahogarse de todo el odio que tú tienes contra el sistema, en sí uno es resentido por todo lo que has vivido” (149).

Hacia el final, abordando el estallido social —problemática que no ha finalizada sino que ha sido interrumpida y profundizada por la pandemia del COVID-19—, este volumen no incorpora los casos de las residencias y los contagios donde han sido infectados por esta oleada de coronavirus. Asimismo, quedará al debe reconocer los intereses de partidos políticos o fundaciones religiosas u ONGs inmiscuidos que han sido mencionadas en los diálogos con jóvenes. Tampoco toma la arista sobre los centros de adopciones de los hijos, lo que sí deja entrever algunas menciones en las historias de las niñas.

Como se ha señalado en Abandonados (2020), esta normalización de la violencia manifiesta es inversamente proporcional a la misión de reparación que pretende ser el SENAME. Irregularidades, desorden y abusos en el ordenamiento de los problemas a las infancias de niños y niñas chilenos que tienen el derecho a existir. Finalmente, con el enfoque de la crónica de escuchar los cuerpos sufrientes, la narrativa comprueba que Chile históricamente no se esfuerza en materia de justicia y reparación.

Gonzalo Schwenke. Crítico literario, Valdivia, 2020.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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