De acuerdo a la Fundación Estadounidense de Investigación y Prevención del Alzheimer, el ejercicio físico regular puede reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer hasta un 50%. Y lo que es más, realizar actividad física puede enlentecer el deterioro progresivo en aquellas personas que ya comenzaron a desarrollar problemas cognitivos.
La enfermedad de Alzheimer es un síndrome crónico y progresivo que se caracteriza por el deterioro de las capacidades cognitivas. Dicha desmejora suele ir acompañada, y en ocasiones precedida, por una alteración del control de las emociones y la conducta, interfiriendo en las actividades cotidianas y provocando la perdida de la independencia y la autonomía. Actualmente en nuestro país, existen cerca de 220 mil personas afectadas por alguna demencia, siendo la enfermedad de Alzheimer la principal causa de esta patología, que recientemente fue incluida en Chile en el Plan GES. Según la Asociación Internacional de Alzheimer, diagnostica 1 caso nuevo de demencia cada 3 segundos, y se estimó que para el año 2020 alrededor de 81 millones de personas padecerán algún tipo de demencia (alz.co.uk/research). Cabe destacar que aún no existe una “cura” para el Alzheimer, pero sí hay diversos factores protectores que permiten reducir el riesgo de padecer esta enfermedad. Alimentación balanceada, ciclo de sueño adecuado y ejercicio físico, son estilos de vida que se quieren implementar en la población para disminuir la incidencia de esta patología neurodegenerativa.
[cita tipo=»destaque»]Independiente del tipo de ejercicio, los animales con las mutaciones asociadas a alzheimer que fueron entrenados mejoraron su desempeño en esta prueba en comparación a sus controles sedentarios, y también se determinó que disminuye el número de placas amieloides en los ratones con Alzheimer.[/cita]
De acuerdo a la Fundación Estadounidense de Investigación y Prevención del Alzheimer, el ejercicio físico regular puede reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer hasta un 50%. Y lo que es más, realizar actividad física puede enlentecer el deterioro progresivo en aquellas personas que ya comenzaron a desarrollar problemas cognitivos. Previamente fue publicado un estudio clínico donde se evaluó el efecto del ejercicio físico en adultos de 55 años y más. Los participantes de este estudio tenían deterioro cognitivo leve amnésico, la forma mas común de este tipo de patología que afecta a la memoria en particular. Además los cerebros de los participantes tenían acumulación de beta amiloide, un péptido que comienza a agruparse de manera progresiva, generando verdaderos cálculos en nuestro cerebro, los que finalmente tienen un efecto tóxico.
Específicamente en este estudio realizado por Takashi Tarumi de la Universidad de Texas en EEUU publicado en Septiembre del 2019 en la revista Journal of Alzheimer’s Disease, se evaluó el efecto de un programa de ejercicio aeróbico progresivo de moderada a alta intensidad sobre la memoria, la función ejecutiva, el volumen del cerebro y los niveles de beta-amiloide en la corteza. Así mismo, monitorearon el volumen total del cerebro y del hipocampo. Particularmente, esta estructura se encarga del aprendizaje y memoria, y el Alzheimer usualmente afecta de manera severa esta estructura. Los científicos dividieron a los participantes en dos grupos, uno realizó el entrenamiento aeróbico, mientras que el otro realizaba estiramientos y actividades relacionadas con el control del tono muscular. Al final de las pruebas, ambos grupos tenían niveles similares de habilidades cognitivas, particularmente en términos de memoria y resolución de problemas. Sin embargo, las imágenes del cerebro revelaron beneficios únicos a aquellos participantes que ya tenían depósitos de beta-amiloide y se ejercitaban regularmente. Específicamente, su hipocampo se redujo en tamaño en menor medida en comparación con quienes no se ejercitaban del todo.
Habitualmente, antes de que se realicen estudios clínicos en pacientes, se realizan investigaciones utilizando modelos animales. Para entender en mayor profundidad como el ejercicio aeróbico de tipo interválico es capaz de impactar de manera positiva en la enfermedad de Alzheimer se realizó un estudio similar en la Universidad de Shangai el mismo año, utilizando un modelo de ratón de esta patología. El roedor que ellos utilizaron (llamado APPswe/PS1ΔE9), tiene la particularidad de producir el péptido beta amiloide humano tóxico en grandes cantidades, en consecuencia, alrededor de los 6 meses ya comienzan a observarse placas amiloides y deterioro cognitivo.
Los autores utilizaron ratones de 3 meses de edad, estos animales fueron sometidos durante 12 semanas a un entrenamiento de tipo interválico de alta intensidad (durante un tiempo corren muy rápido y en descansos disminuyen la velocidad) y de mediana intensidad (corren durante media hora a una velocidad moderada). Posterior a la actividad física, evaluaron su impacto sobre la memoria de tipo espacial, clásicamente en investigación cuando se trabaja con animales, especialmente en modelos de Alzheimer, una de las pruebas que se realiza es el laberinto de agua de morris, en este test se entrena a los animales para aprender la ubicación de una plataforma pequeña en una piscina circular. Luego cuantificaron el número de placas amieloides con tioflavina, una sonda fluorescente capaz de identificar a estas estructuras.
Era de esperarse que independiente del tipo de ejercicio, los animales con las mutaciones asociadas a alzheimer que fueron entrenados mejoraron su desempeño en esta prueba en comparación a sus controles sedentarios, y también se determinó que disminuye el número de placas amieloides en los ratones con Alzheimer.
El ejercicio además, tiene un impacto positivo en la función de las mitocondrias, organelo que genera la energía en nuestras células. En este estudio determinaron que el ejercicio mejoraba la apariencia de las mitocondrias, que también se ven afectadas por la toxicidad del peptido amiloide. Normalmente cuando nuestras mitocondrias funcionan producen radicales libres, estas son especies con uno o mas electrones desapareados altamente inestables que hacen que reaccionen con otras moléculas generando nuevos radicales libres. Cuando los antioxidantes no son suficientes para contrarrestar estas especies reactivas y aumenta su número en la célula, en esta aumenta la actividad oxidativa en su interior, produciendo cambios estructurales y funcionales en la misma, lo cual acelera su envejecimiento y se favorece la muerte celular. El estrés oxidativo es el resultante de un exceso de radicales libres de oxígeno en el cuerpo, y la acumulacion progresiva de peptido amieloide genera este estrés en la célula. Cabe destacar que este tipo de entrenamiento fue capaz de disminuir el estrés oxidativo y aumentar la actividad de enzimas antioxidantes en el hipocampo de estos ratones.
Si bien aún no existe una terapia farmacológica efectiva para esta patología, se están abriendo las puertas a intervenciones no farmacológicas, aunque aún faltan muchos estudios a largo plazo que relacionen el deporte como tratamiento para el Alzheimer, no está demás comenzar a realizar algún tipo de actividad física independiente de la edad que tengas.
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Este artículo surge del convenio con el Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso.