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La base de toda sociedad es su cultura CULTURA|OPINIÓN Obra «Werken» de Bernardo Oyarzún. Crédito: Sebastián Leal

La base de toda sociedad es su cultura

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Constanza Güell, Elisa Ibáñez y Alfonso Díaz
Por : Constanza Güell, Elisa Ibáñez y Alfonso Díaz Directores Fundadores Fundación Antenna
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Esta columna, escrita por los directores de la Fundación Antenna, revisa la situación actual de la cultura, su importancia como herencia para nuevas generaciones y para conformar una sociedad más consciente de su realidad: «La cultura se puede traspasar de generación en generación, evolucionando a la par con las personas y las sociedades, construida en base a ideas y paradigmas alimentados por cada uno de nosotros en libre albedrío, lo que nos hace responsables directos de ella. Somos herederos de la cultura en que existimos hoy y creadores de la cultura que seremos mañana.


Una sociedad se construye desde su cultura, pues ésta determina de dónde venimos, cómo existimos y hacia dónde vamos, tanto en lo individual como en lo colectivo.

Antes de ser un país, somos una cultura, constituida por un tejido social de comunidades de personas, organizadas según geografía, historias específicas, valores y creencias, que se ordenan en un sistema de convivencia.

Existen diversos tipos de culturas: la personal, familiar, laboral, regional, política, artística o organizacional. Según nuestra cultura personal, por ejemplo, tendremos relaciones violentas, amorosas, profundas o superficiales.  Y según esa cultura personal construiremos un entorno que será a su vez violento, amoroso, profundo o superficial. Y serán nuestros hijos los encargados de perpetuar esa cultura con comportamientos que, repetidos en el tiempo, formarán parte de su repertorio de emociones, de su sistema nervioso, de su personalidad y finalmente de su genética.

[cita tipo=»destaque»]En momentos como este, donde los problemas parecen infinitos y con orígenes tan diversos como son la desigualdad, el racismo, la expansión del COVID y la crisis climática, ayuda entender que todos estos males comparten una misma fuente: la cultura que somos y de la cual no nos hemos querido hacer cargo.[/cita]

Es así como la cultura se puede traspasar de generación en generación, evolucionando a la par con las personas y las sociedades, construida en base a ideas y paradigmas alimentados por cada uno de nosotros en libre albedrío, lo que nos hace responsables directos de ella. Somos herederos de la cultura en que existimos hoy y creadores de la cultura que seremos mañana.

Las artes son parte esencial de la cultura pues son el medio para expresar nuestra creatividad, espíritu y pensamiento. Las artes enriquecen la cultura pues generan conexionas al comunicar, reflexiones al inspirar y educan a través de sus distintas dimensiones, como la experimentación.

La relación con la naturaleza es también un pilar fundamental de cualquier cultura. Hoy está comprobada la relación simbiótica que tenemos los seres humanos con la naturaleza y el daño que significa para nuestro desarrollo la falta de ella. Pero aun sabiendo esto, insistimos con perpetuar una cultura de indiferencia hacia los recursos naturales. ¿por qué? Porque no nos hemos preocupado de generar una cultura que promueva lo contrario.

La educación es el sistema que inventamos, en primera instancia, para transmitir nuestra cultura, pero sobre todo para enriquecerla, expandirla y proyectarla en el tiempo. Educar significa promover ciertas maneras de ser y hacer, por lo que la educación se construye en base a la cultura y a su vez la cultura será el resultado de una cierta educación.

Países que miramos como Finlandia, Noruega, Suiza o Alemania son naciones que valoran, respetan e invierten en su cultura continuamente, pues saben que un futuro exitoso depende de esa inversión. Y gran parte de esa inversión está basada en el ser humano pues es quien la genera y a su vez resultado de ella.

Los Ministerios de Educación y de Cultura debieran ser pilares de los gobiernos y tener injerencia en todas las carteras, reuniendo y difundiendo los valores y creencias necesarios para el desarrollo de una nación. La cultura debiera ser el núcleo central de los programas educacionales y la gran ocupación de quienes guían y acompañan a los niños en su crecimiento.

En momentos como este, donde los problemas parecen infinitos y con orígenes tan diversos como son la desigualdad, el racismo, la expansión del COVID y la crisis climática, ayuda entender que todos estos males comparten una misma fuente: la cultura que somos y de la cual no nos hemos querido hacer cargo.

Si de verdad deseamos avanzar, entonces dejaremos de tratar a la cultura como algo secundario, como responsabilidad de los artistas o un tema para el futuro y empezaremos a verla como lo que realmente es: la fuente de todo lo que somos y alguna vez seremos.

Suena simple y la verdad que lo es, porque la cultura tiene una cualidad especial que, cuando se activa correctamente, se expande y amplifica con velocidad, revitaliza todo a su paso y reemplaza lo dañado por algo mejor.

Constanza Güell, Elisa Ibáñez y Alfonso Díaz. Directores Fundadores Fundación Antenna.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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