En el marco del Día Internacional de la Fotografía, el Archivo Patrimonial de la Universidad de Santiago de Chile realizó un conversatorio virtual sobre su figura, específicamente sobre su obra en Tierra del Fuego. Quintana fue uno de los más destacados artistas del rubro en su época. De larga trayectoria, en 1960 inauguró una muestra histórica, llamada «El rostro de Chile». «En muchos sentidos fue un precursor y alcanzó un excelente nivel como artista en géneros fotográficos que él contribuyó a desarrollar en Chile», señala Rodrigo Booth, académico de la Universidad de Chile.
El pasado 19 de agosto se celebró el Día Internacional de la Fotografía, en el marco del cual el Archivo Patrimonial de la Universidad de Santiago de Chile realizó un conversatorio virtual sobre el fotógrafo chileno Antonio Quintana (1904-1972), específicamente sobre su obra en Tierra del Fuego.
Quintana fue uno de los más destacados artistas del rubro en su época. De larga trayectoria, en 1960 inauguró una muestra histórica, llamada «El rostro de Chile». Entre otros trabajos, es el responsable de la famosa imagen de las manos de obrero que ilustra la portada del álbum de Víctor Jara, llamado «Pongo en tus manos abiertas».
Al morir, la viuda de Quintana, un histórico militante del Partido Comunista y amigo de Pablo Neruda, legó gran parte de su archivo a dicha casa de estudios, unas tres mil fotografías. En aquella época la Universidad Técnica del Estado (UTE) desplegaba una gran actividad cultural, como cuna del grupo Inti Illimani y donde trabajaba el propio Jara o actores como el veterano Luis Alarcón.
La colección de Antonio Quintana en el Archivo Patrimonial USACH está compuesta de imágenes en diversos formatos y procesos fotográficos: álbumes, positivos monocromos, negativos en soporte flexible y placas de vidrio.
Dentro de las temáticas destacan industria, arquitectura moderna, publicidad, paisajes, animales, retratos y registro de obras de arte.
Alejandra Pinto, directora del Archivo Patrimonial, señala que Quintana fue un formador de generaciones de fotógrafos y lideró la institucionalización de la disciplina en Chile.
«Fue partícipe del proceso de validación de la fotografía como arte y el principal impulsor del proyecto ‘Rostro de Chile’, donde pudo sintetizar y plasmar las temáticas que venía explorando desde la década del 30 (el pueblo de Chile en gran formato)», explica.
Ella agrega que, tras el retorno de la democracia, su fotografía se recupera, a partir de los 90, pero como material de archivo, de carácter patrimonial. Dentro de los fotógrafos que formó se encuentran Domingo Ulloa, Luis Ladrón de Guevara, Fernando Opazo y Jorge Castillo, entre otros.
En el conversatorio de la semana pasada participaron Rodrigo Booth, historiador y doctor en Arquitectura y Estudios Urbanos, y Pamela Domínguez, arquitecta, magíster en Teoría e Historia del Arte y profesional del Consejo de Monumentos Nacionales, OTR Magallanes.
Asimismo, al finalizar además se exhibió el corto documental «Oficio y arte: el archivo de Antonio Quintana», una producción realizada por el Archivo Patrimonial, que incluye la participación de diversos académicos que comentan la obra del artista.
«Yo diría que Antonio Quintana fue uno de los grandes fotógrafos del siglo XX en Chile», afirma Booth, profesor asociado del Departamento de Arquitectura de la Universidad de Chile. «En muchos sentidos fue un precursor y alcanzó un excelente nivel como artista en géneros fotográficos que él contribuyó a desarrollar en Chile».
Este académico resalta que fue reconocido como un gran fotógrafo moderno, con una capacidad notable de abstracción en la imagen fotográfica, y que posteriormente se dedicó a la fotografía social y a la fotografía industrial.
«Yo pienso que en estos últimos dos géneros se combinaba su propia sensibilidad política. Quintana fue un importante miembro del Partido Comunista de Chile y estuvo durante toda su vida vinculado a esos ambientes políticos e intelectuales», dice.
Otro aspecto de gran importancia en su vida como artista, que destaca Booth, fue su papel en la profesionalización de la fotografía chilena: Quintana fue un fotógrafo autodidacta, como todos los de su época, pero estableció el primer curso de fotografía en Chile, en la Escuela Nacional de Artes Gráficas, a comienzos de los años 40. Allí se formaron importantes fotógrafos, como Luis Ladrón de Guevara, quien lo consideró su maestro.
En cuanto a su trabajo en Tierra del Fuego, este tipo de registro corresponde a encargos, ya fueran de instituciones estatales o revistas de arquitectura.
Las imágenes retratan una visión moderna del proceso de industrialización en Chile a fines de la década del 50. Se pueden encontrar vistas del yacimiento petrolero Pozo n°1 Manantiales y parte de la construcción del campamento de la Empresa Nacional de Petróleo (ENAP), Cerro Sombrero, que más tarde se convertiría en una pequeña ciudad, sede de la Municipalidad de Primavera.
Lo que muestran esas fotos es la modernización industrial de un territorio que hasta mediados del siglo XX se encontraba dominado por la explotación ganadera y el latifundio, explica Booth.
Asimismo, luego del descubrimiento del petróleo en la región, a través de la instalación de las faenas y la construcción de Cerro Sombrero, un pueblo donde se empleó la arquitectura moderna como referencia, el registro fotográfico de Quintaba contribuyó a establecer una imagen moderna de Tierra del Fuego, donde resaltaban la introducción de nuevas tecnologías para la industria y para la construcción de obras modernas.
Las fotografías de Quintana muestran grandes infraestructuras petroleras, ensamblajes metálicos, obras de hormigón armado y vidrio, todos elementos que contrastan con la imagen tradicional de Tierra del Fuego, donde domina la estepa en la parte norte y los bosques y hielos en el sur, añade.
Booth también destaca que Quintana fue uno de los primeros fotógrafos industriales en Chile.
«Uno de sus aportes fue entregar una mirada estética a aquello que nunca había sido considerado en esa clave, como es la producción industrial. Las fotografías industriales de Quintana sugieren una experiencia estética en el observador».
En ese sentido, los objetos de la industria, por lo general grandes infraestructuras para la producción o el almacenamiento, por ejemplo, grúas, silos, interiores de galpones industriales, son observados por Quintana con una sensibilidad que convierten ese objeto práctico en uno artístico, donde es posible percibir la belleza o la noción de lo sublime en el cuadro, según dice.
Además de ser un innovador en la fotografía moderna, en la fotografía social y en la fotografía industrial, así como también un formador de otros fotógrafos, el académico cree que su legado más significativo fue su contribución a la producción de una mirada amplia sobre Chile entre los años 30 y 60, un momento de grandes transformaciones, donde se observa un proceso de modernización productiva, urbana, en términos generales una modernización de la sociedad chilena.
Esa visión sobre el país fue condensada por Antonio Quintana en la muestra «El Rostro de Chile», coordinada en 1959 por el propio Quintana en la Universidad de Chile, en la que colaboraron otros grandes fotógrafos de ese momento, como Roberto Montandón, Domingo Ulloa, Luis Ladrón de Guevara y muchos más.
Esta exposición expuso una imagen amplia y heterogénea de Chile, de sur a norte, desde las grandes ciudades hasta los pequeños poblados y los paisajes, desde las faenas industriales hasta los campos tradicionales y sobre todo su gente, y «debe ser uno de los más ambiciosos proyectos artísticos que buscaron producir un relato visual sobre este país».
Para Pinto, su principal legado es la introducción de nuevos temas y actores como objeto de fotografía.
«De esta forma contribuyó a la expansión del límite de lo fotografiado y a dar forma a un imaginario visual que se opuso a un ‘arte de la élite'», concluye.