La iniciativa no partió bien. Hasta hace muy poco nadie sabía, ni los vecinos del Parque Forestal y tampoco el alcalde de Santiago, Felipe Alessandri, que en plena Zona Típica de la capital, de alto valor patrimonial, inversionistas privados tenían avanzadas conversaciones, que suponen un trato directo con el Gobierno, para intervenir el emblemático espacio, tanto en la superficie como bajo tierra. «La magnitud y profundidad de la intervención amenaza con reconfigurar completamente este borde de la ciudad, lo que en sí no es un impedimento para la elaboración de propuestas, pero sí es cuestionable que se realice mediante la Ley de Concesiones, poniendo a disposición de los inversionistas privados un suelo público centenario que nos pertenece a todos», sostuvo Manuel Marchant, ex director nacional del Colegio de Arquitectos. El responsable del proyecto arquitectónico, Gonzalo Mardones, se defiende de las aprensiones y niega que la intervención –que tiene un costo de US$ 30 millones y que contempla un edificio subterráneo para el museo MAC, un teatro y locales comerciales– persiga objetivos económicos.
Un fuerte debate ha generado el proyecto de treinta millones de dólares del arquitecto Gonzalo Mardones para renovar el Parque Forestal y el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), incluida la construcción de una explanada con un teatro, estacionamientos y locales comerciales.
La semana pasada, en un debate organizado por el Colegio de Arquitectos, su impulsor aseguró que su idea no buscaba un rédito económico. Algunos participantes le reprocharon una posible privatización del espacio público y la realización del proyecto en el contexto del estallido social. Pero Mardones incluso replicó que estaba «muy orgulloso del Chile de los últimos 30 años y ojalá volvamos a tener esa unidad».
Un grupo de vecinos de la zona ha manifestado su desacuerdo con la idea mediante una carta pública, ya que nunca fueron consultados al respecto. Incluso el alcalde de la comuna de Santiago, Felipe Alessandri, cuestionó la iniciativa: «Cualquier proyecto de intervención tiene que venir con el beneplácito de los vecinos. Yo siento que empezaron al revés. Lo anuncian por la prensa, sin haberlo conversado. Creo que hay propuestas mucho más interesantes para tener el MAC (…), pero el Parque (Forestal) no lo van a tocar, quiero ser súper claro en eso. Vamos a estar con los vecinos, con las organizaciones sociales y con los grupos ambientalistas protegiendo nuestro Parque Forestal», señaló el jefe comunal a El Mostrador.
Toda esta polémica se genera en un sector declarado Zona Típica, mediante los decretos 123 (1996) y 730 (1998) del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN).
«Este es un proyecto generado en total reserva, durante cerca de un año, según se pudo saber ahora, que busca ser declarado de interés público de manera expedita, dado el trato directo que han establecido los inversionistas privados y el arquitecto Mardones con el MOP y el ministro (Alfredo) Moreno, y hasta el Presidente, lo que busca construir y usufructuar de un área verde y espacio urbano único, protegido por el Consejo de Monumentos Nacionales», criticó la presidenta del Comité de Adelanto del Parque Forestal, Rosa María Bulnes.
Por su parte, en una declaración del propio Colegio de Arquitectos del 21 de septiembre, este advirtió que «un proyecto de tal envergadura debiese concretarse realizando un concurso público participativo y abierto, tomando en cuenta las contribuciones de los vecinos del barrio».
Incluso el director del MAC, Francisco Brugnoli, expresó «a título personal» a El Mostrador que «es un hecho que el proyecto Mardones ha suscitado una gran polémica, especialmente por su propuesta relativa al Parque Forestal, la cual si bien se debe a un reconocido arquitecto paisajista, ha demorado demasiado en considerar que su cliente es la ciudadanía y existe al respecto una organización que se hizo muy visible con el proyecto de mejoramiento emprendido por el alcalde Pablo Zalaquett».
Técnicamente, el proyecto urbano y arquitectónico de Mardones es lo que se conoce como una «iniciativa privada de interés público» (distinto al concurso público), de las cuales hay varias circulando y en distintas etapas. Entre estas se cuentan el Teleférico Bicentenario de Santiago, el Teleférico Iquique-Alto Hospicio y el tren Santiago-Valparaíso.
Según registros de prensa, la idea incluso habría despertado el interés del propio Presidente Sebastián Piñera, además del director del MAC, entidad dependiente a su vez de la Universidad de Chile, que para Mardones –según expresó en el mencionado debate– incluso debería incluir a largo plazo la «magnífica» colección del Museo de la Solidaridad, para actuar como un «gran contenedor del arte chileno».
«Conozco el proyecto gracias a una presentación realizada por el grupo responsable del proyecto», explicó Brugnoli. «No me fue requerida una opinión anterior, por tanto, lo conozco ya como una elaboración cerrada. En esa ocasión manifesté dudas como las ahora expuestas, y cuando he manifestado mi aprobación, se refiere a las condiciones de los espacios propuestos, advirtiendo sí que el metraje total me merecía observaciones, aunque su calidad técnica era muy satisfactoria».
Mardones es secundado en su polémico proyecto, entre otros, por el coleccionista y paisajista Álvaro Covacevich, la museóloga Soledad del Río, el coleccionista Carlos Cruz y los empresarios Roberto Durán, Jorge Errázuriz y Pedro Buttazzoni.
En síntesis, se trata de crear enfrente del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) un edificio subterráneo de hormigón armado de cinco pisos (inspirado en el Chile «sumergido» del cual emana su riqueza cuprífera) y siete mil metros cuadrados, así como la ampliación del parque hasta la ribera del río Mapocho, que incluye la eliminación de la Costanera, ganando «45 mil metros de parque», según Mardones.
En el debate de la semana pasada, Mardones indicó que su iniciativa se debía a la falta, por parte del Estado, de propuestas de mejora para el lugar y homologó su proyecto a otros del sector privado para mejorar el espacio público en ciudades como París o Milán, en un Chile «donde cuesta tanto hacer cosas públicas».
«El gran problema urbano planteado en esta polémica, no es principalmente la propuesta del colega Gonzalo Mardones, sino la manera elegida para intervenir en este emblemático y querido espacio de la República», advirtió Manuel Marchant, ex director nacional del Colegio de Arquitectos.
«La magnitud y profundidad de la intervención amenaza con reconfigurar completamente este borde de la ciudad, lo que en sí no es un impedimento para la elaboración de propuestas, pero sí es cuestionable que se realice mediante la Ley de Concesiones, poniendo a disposición de los inversionistas privados un suelo público centenario que nos pertenece a todos», agregó Marchant.
«No es lo mismo construir autopistas, aeropuertos y puertos mediante esta ley, que intervenir un espacio consolidado y patrimonial de la ciudad, trasformando esa área en un lugar que recuerda más un mall subterráneo, cuyas ‘tiendas anclas’ serían los museos, considerados casi como anécdota de una operación inmobiliaria, de estacionamientos, restaurantes, tiendas, etc.», criticó.
En medio de este debate, Mardones ha insistido en que el norte de su proyecto es el bien común: «Un grupo de amigos, sin ningún interés económico, sin ningún encargo público, sin ningún interés de honorario de ningún tipo, dijimos cómo podemos, al Estado chileno, proponerle algo que todos creemos importante». Agregó que la iniciativa fue con el «propósito de devolverle a Santiago la cantidad de área verde que merece», porque «no hay ninguna ciudad culta del mundo que no sea caminable».
Según Mardones, «todo iba bien» hasta que el proyecto se conoció públicamente «y se nos vino todo encima por este celo, esta falta de conocimiento», todo contra un grupo «de un Chile que tiene que aspirar a la unidad» en un proyecto que solo afectaría a «dos árboles».
En el debate de la semana pasada, uno de los más críticos fue Genaro Cuadros, director del Laboratorio de Ciudad y Territorio de la Facultad de Arquitectura, Arte y Diseño de la Universidad Diego Portales (UDP). «¿Cómo le damos fundamento a este proyecto en este momento? No es cualquier momento, no es cualquier proyecto, no es en cualquier lugar», sentenció.
El modelo de iniciativa privada de interés público «en el fondo es un traspaso de bienes públicos a bienes privados, una complicación que nos tiene donde estamos», cuestionó. «Eso es una discusión hoy en día profundamente delicada. Este es un aspecto relevante en el debate hoy sobre la ciudad, el cual genera una gran cantidad de dudas y desconfianzas también de parte de la ciudadanía», añadió Cuadros, junto con señalar que la renovación del MAC requiere un proyecto público.
«Cualquier otra búsqueda de un arreglo se parece a cualquiera de los arreglos que se han tratado de hacer en los últimos treinta años» y que han terminado con los ciudadanos perdiendo espacios públicos para que estos sean privatizados. «Este es un problema de suelo, de atrapar oportunidades para un negocio en una excelente localización, pero solo es factible si es un buen negocio. Si no es un buen negocio, ¿a quién le conviene hacer este proyecto?».
«Acá está en discusión la manera en que queremos seguir produciendo bienes públicos en el futuro (…). Creo que es el peor momento para hacer una discusión para privatizar bienes públicos. Precisamente la discusión del país se debe a la privatización permanente de todos los bienes y servicios públicos, y por eso vamos a hacer una discusión constitucional», remató Cuadros.
Frente a esas críticas, el arquitecto Mardones insistió en que no había tal privatización del espacio público, que el actor privado a lo más podía entrar en la administración y comparó su proyecto con las intervenciones que ha tenido el Parque Metropolitano. «El Central Park tiene 26 edificios, y es el mejor parque urbano del mundo», ejemplificó.
«Aquí no tenemos intereses. No hay financiamiento. Las seis personas que pertenecen a este grupo no están buscando un bien económico. Están buscando un bien común. ¿No podemos creer en eso en Chile? ¿Estamos tan enfermos de la cabeza para creer que siempre hay algo enterrado, algo escondido?», insistió Mardones.
Sin embargo, en términos de diseño urbano, para la dirigenta vecinal Bulnes está claro que el proyecto «constituye una intervención masiva y grosera del Parque Forestal. Se ha tratado de presentar el proyecto a la opinión pública como una propuesta que sigue los principios inspiradores del parque, apelando a lo que fue su ejecución original, pero lo que se ha visto en las simulaciones del mismo y a través de las explicaciones que ha dado el arquitecto Mardones, revelan no solo un gran desconocimiento del uso social que da al Parque Forestal toda la comunidad de Santiago hoy, sino del concepto mismo con que se creó».
Para Bulnes, en términos de modelo de gestión, el proyecto además supone «una privatización de facto de un bien de uso público, como es el Parque Forestal, para la construcción de un sistema de concesiones privadas. Y esto hecho sin consulta alguna a la ciudadanía, sin concurso público, y escudado tras la fachada de proponer un nuevo lugar para el MAC».
«Aquí lo que hay es simplemente una mirada de un grupo de inversionistas privados, algunos asociados al comercio y al coleccionismo de arte, que ven el Parque Forestal como terreno construible en un sector altamente apetecido –y en gran medida colapsado– para desarrollar un proyecto sin ninguna consulta ciudadana», alertó.