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Archivos Migrantes: el proyecto que busca el rescate de la música, gastronomía y prácticas culturales de extranjeros en Chile CULTURA

Archivos Migrantes: el proyecto que busca el rescate de la música, gastronomía y prácticas culturales de extranjeros en Chile

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Marco Fajardo Caballero
Por : Marco Fajardo Caballero Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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Convoca a compartir todo tipo de expresión artística y cultural realizada por extranjeros que viven en Chile, ya sean fotógrafos, videístas, artistas visuales, bailarines, músicos, artesanos, arquitectos, poetas, escritores o gastrónomos. «La exhibición pública de estas prácticas contribuye, por un lado, a revelar las trayectorias e historias personales de quienes nos compartieron sus registros y, por otro lado, a poner en valor y visibilizar las organizaciones, redes y centros culturales que estas personas han articulado», explicó Raíza Cavalcanti, directora de la iniciativa. El músico venezolano Juan García, intérprete del «cuatro venezolano», la brasileña Mariana Grespan, fabricante de un renombrado pan de queso, y la gestora colombiana Martha Rocha, ya han compartido su experiencia.


Un proyecto Fondart sobre las prácticas culturales que aportan los migrantes a Chile, desarrolla actualmente un equipo de investigadores. La convocatoria de Archivos Migrantes está abierta a todo tipo de expresión artística y cultural: fotógrafos, videístas, artistas visuales, bailarines, músicos, artesanos, arquitectos, poetas, escritores o gastrónomos, y se extenderá durante el año 2021 para dar origen a un repositorio en un sitio web que será lanzado próximamente.

«Dos de nosotras somos extranjeras residentes en Chile, cuyas experiencias como migrantes impulsaron aún más el deseo de proyectar actividades que tuviesen el objetivo de valorar y visibilizar el aporte cultural de las personas migrantes al país. En resumen, el proyecto surgió desde un equipo de mujeres de distintos orígenes profesionales y territoriales. Nos interesa conocer y visibilizar las diferentes maneras de vivir y generar comunidad de personas migrantes que viven en Chile», dijo la directora del proyecto, la brasileña Raíza Cavalcanti.

Hasta el momento, las prácticas culturales que han sido más compartidas por las personas que colaboraron con el proyecto se relacionan con los ámbitos de la gastronomía y la música de países como Brasil, Colombia y Venezuela. «Creemos que esto ocurre, primero, por la dimensión colectiva y comunitaria que estas prácticas implican. La comida siempre remite a lo familiar o a lo grupal en su producción o consumo, así como la música también remite más inmediatamente a una identidad comunitaria», explicó Cavalcanti.

Agregó que la música y la comida son las prácticas culturales en donde entran en juego la dimensión sensorial, las percepciones y la memoria emotiva, produciendo sensación de arraigo y proximidad colectiva a las personas que emigran de sus países.

«Nuestro enfoque ha sido la comunidad caribeña y latinoamericana, considerando los procesos de racismo y violencia cultural de los que han sido víctimas las personas migrantes de esta región. Pretendemos ampliar el alcance del proyecto para abarcar a comunidades de personas migrantes de países como Haití, República Dominicana, Bolivia, Perú y demás países de la región con gran flujo de migrantes», recalcó la directora del proyecto.

Pan de queso

Una muestra del tipo de registros que han recibido son las diversas formas de preparación de “los panes de queso” en Latinoamérica. El “pão de queijo” en Brasil, “pandequeso” en Medellín o “almojábana” en Bogotá tienen tres recetas que permiten instalar conversaciones sobre lo común de los ingredientes en la región, pero también que cuentan historias y tradiciones particulares en cada caso.

La versión brasileña, por ejemplo, es producida en Chile por Mariana Grespan, profesora de inglés de profesión y originaria de Sao Paulo. En su país natal, su familia tenía una amasandería: «A mí siempre me encantaron estos buñuelos que son crujientes por fuera y esponjosos por dentro. Los panes de queso son parte esencial del desayuno brasileño, pero pueden ser consumidos como un snack en cualquier momento del día y generalmente son acompañados con un café. Están elaborados con almidón de yuca y queso. Además de ricos, son sanos y son naturalmente libres de gluten», destaca.

Cuando llegó a Chile con su marido en 2015, Grespan notó que no había muchos productos que solía comer en Brasil, como el pan de queso y la tapioca, que son elaborados con yuca, y tampoco había mucha variedad de productos que fueran ricos y libres de gluten en el mercado. Fue así que nació la empresa familiar «Grespan Panes de Queso», con la propuesta de ofrecer un producto rico, sano y fácil de preparar, pero a la vez también una manera de mantenerse conectada con su país.

«Importamos la materia prima desde Brasil y empezamos los dos solos a elaborar los panes de queso con la receta de mi familia. Después del primer mes nos empezó a ir tan bien que toda la familia de Luis ya nos estaba ayudando en la producción. Fue entonces que pudimos invertir en máquinas y tener trabajadores externos», relató.

Ella conoció a su marido, el chileno Luis Gana, trabajando en un barco crucero en 2012. Ese mismo año, él la invitó a pasar las vacaciones de invierno a Chile. «Me enamoré por Santiago, por la Cordillera y por la nieve y, después de tres años, decidimos mudarnos definitivamente a Chile. A principio me costaba mucho entender cómo hablaban los chilenos. Aunque tenía muchas amigas latinas en el barco, no podía entender los chilenismos y no tenía mucha confianza hablando español», recordó.

«Casi todos mis amigos en Chile son inmigrantes o chilenos que han vivido en el exterior y que regresaron a Chile para emprender, entonces en estos tiempos difíciles, donde la pandemia ha afectado a todos los sectores, pero en especial a las pymes, nos damos apoyo mutuamente. Creo que tener a estas personas en mi vida, especialmente viviendo en otro país, hace toda la diferencia y hace que el cambio de país, lengua y cultura sea más fácil», dijo.

Cuatro venezolano

Otro registro se vincula con la música típica venezolana, con «una alegría que cautiva, más contemplando el desarrollo de esta experiencia musical en tiempos de pandemia, transmitiendo la importancia de contar con expresiones culturales que nos conectan con los lugares de origen y nos ayudan a resistir en tiempos difíciles», comentó Cavalcanti.

Un ejemplo es el músico Juan García, quien toca el «cuatro venezolano». Lleva poco más de un año en Chile con su esposa e hijos. «El género que se interpreta en mis trabajos es popular venezolano, calificándolos en valses, merengues, joropos y onda nueva, entre otros ritmos fusión», explicó.

«Mi padre Farid García siempre me mantuvo ligado a la música. Lo acompañaba en todos sus eventos musicales, ya que él era músico cantante. A la edad de 15 empecé de manera en serio la ejecución del cuatro, inspirado por Cheo Hurtado, uno de los mejores ejecutantes actualmente», contó. La práctica le permitió ganar varios premios y compartir con distintos artistas.

«El cuatro venezolano puede fusionarse en cualquier ritmo musical sin ningún problema, lo que confirma así su versatilidad», destacó García, quien lamentó que el confinamiento le haya impedido continuar con los ensayos.

Otra migrante que ha compartido su experiencia ha sido la colombiana Martha Rocha, gestora cultural de la red Kolombia Kultura Itinerante. Ella ha participado en la organización de diversos eventos, como la Feria de las Naciones, el Encuentro Cultural e Integración (Barrio Yungay), talleres de afrodanza colombiana en algunas bibliotecas públicas de Santiago, el festival Salsa a la Primavera – Encuentro Cultural de Salsa y Migración, el Carnaval Migrante.

«Hace 12 años que llegué a esta ciudad, antes pasé unos meses viviendo en Buenos Aires (…) de manera formal trabajo con una empresa de contadores-auditores en el área administrativa y en mis tiempos libres me desempeño como gestora cultural, labor que vengo cumpliendo desde hace nueve años y que ha nacido desde el tiempo de residente en Chile», relató.

Doble vía

Cavalcanti destacó que la diversidad de prácticas culturales ya existe y habita las calles y rincones de la ciudad de Santiago, así como de otras ciudades del país y que esa diversidad se expresa en las comidas callejeras, en las músicas, bailes y carnavales. en los restaurantes peruanos, en barrios como Patronato y festivales culturales, en una infinidad de formas distintas en el cotidiano de las ciudades chilenas.

«De cierta manera es un proceso de ‘doble vía’, porque este tipo de prácticas comienzan a transformar el lugar en donde se localizan, pero también comenzamos a ver cómo personas y las costumbres locales se involucran e inciden en dichas prácticas», expresó.

«No obstante, estas diversas expresiones todavía son poco reconocidas o reconocibles como aportes culturales de otras personas y grupos nacionales que vinieron a vivir en el país. Es decir, no se percibe ni se reconoce debidamente este tremendo aporte cultural que las personas migrantes realizan cuando reconfiguran sus comunidades y maneras de vivir en el territorio chileno. En este sentido, nuestra tarea es colaborar a visibilizar este aporte cultural, construyendo un espacio que quizás contribuya a reducir la desconfianza en personas que consideramos ajenas o extrañas», agregó Cavalcanti.

Además, afirmó que las prácticas culturales performatizadas por las personas migrantes en Chile son un aporte fundamental para la creación de una cultura diversa, inter y multicultural, junto con un aporte para construir un país democrático, diverso y rico en expresiones culturales. «Un país que logre albergar distintas maneras de preparar los alimentos, los distintos bailes y rituales, las maneras diversas de crear poesía, música, artes visuales, moda y arquitectura, será un país en que se expresará una inigualable riqueza cultural y humana, y un importante desarrollo social y cultural», enfatizó.

Además de lo anterior, para Cavalcanti el poder visibilizar las prácticas culturales de las personas que emigran al país, contribuye al reconocimiento de la dignidad y humanidad de toda persona, independientemente de su origen étnico, cultural o nacional.

«Creemos que ningún ser humano es ilegal y que cada persona que emigra es una historia que se traslada, tal como expresa el lema de nuestro proyecto. De tal manera, que conocer y comprender el origen y la diversidad de formas culturales que habitan el territorio chileno, es reconocer que esta diversidad ha estado presente desde siempre en la historia de nuestros países latinoamericanos y nos ha conformado como pueblo sui generis, diversos en nuestras formas de vivir, pero similares en nuestros sueños y aspiraciones colectivas».

Origen y objetivos

Este proyecto surgió de la unión de cuatro investigadoras del área de la sociología y de las ciencias sociales, vinculadas a los estudios de inmigración, arte y cultura, lideradas por Cavalcanti.

Su vinculación con el Núcleo de Sociología del Arte y de las Prácticas Culturales y el Magíster en Gestión Cultural de la Universidad de Chile, fue lo que las reunió como grupo y las llevó a trabajar colectivamente en torno al objetivo común de crear un archivo virtual para reunir, sistematizar y difundir las prácticas culturales migrantes realizadas en Chile, detalló su directora.

El equipo está integrado por Ángeles Rojas (Chile), Diana Duarte (Colombia) y Victoria Maliqueo (Chile), quienes conjuntamente elaboraron una propuesta que fue adjudicada en la convocatoria Fondart 2020. Posteriormente, se sumó al equipo la magíster en gestión cultural Daniela Salinas (Chile), que colabora actualmente en la gestión de comunicación y redes sociales en el proyecto.

El proyecto tiene como objetivo principal crear un repositorio virtual que permita compilar y visibilizar prácticas culturales migrantes para difundirlas lo máximo posible en la esfera pública chilena.

Para lograr este objetivo, el proyecto difunde convocatorias públicas, en distintos idiomas, a través de sus redes sociales. La invitación plantea que cada persona o colectivo envíe videos, fotos, textos, audios, dibujos o imágenes de sus acciones culturales y/o producciones artísticas, los cuales serán incluidos en el repositorio digital creado por el proyecto. A partir de esto, se pretende sistematizar, exhibir y difundir públicamente estos archivos compartidos colaborativamente, contribuyendo al reconocimiento y visibilidad de la diversidad cultural en el Chile del siglo XXI.

En cuanto a los plazos, el objetivo es lanzar el sitio del repositorio a fines de 2020, reuniendo y difundiendo las primeras acciones que les fueron enviadas por las personas que colaboraron hasta el momento con el proyecto.

Sin embargo, la convocatoria a enviar registros no se cierra con el lanzamiento del sitio del repositorio virtual, sino que queda abierta a la participación de las comunidades durante el 2021, ya que la idea de las investigadoras es seguir impulsando el trabajo colaborativo con redes y comunidades migrantes, para ampliar cada día más este acervo de la memoria cultural migrante en Chile.

Las informaciones recolectadas de manera colaborativa a través del proyecto Archivos Migrantes, serán parte del repositorio virtual que se está creando, para visibilizar y difundir estos registros, funcionando como un archivo público de prácticas culturales migrantes. «Creemos que la exhibición pública de estas prácticas contribuye, por un lado, a revelar las trayectorias e historias personales de quienes nos compartieron sus registros y, por otro lado, a poner en valor y visibilizar las organizaciones, redes y centros culturales que estas personas han articulado», explicó Cavalcanti.

«El deseo de ampliar las redes y llegar a más personas y comunidades se relaciona al objetivo de promover el máximo posible la visibilidad de las diversas prácticas culturales migrantes realizadas en Chile y sus formas de articulación en red, como la realización de festivales, bailes, fiestas, grupos culturales, etc., que inciden en la ampliación de la vida cultural del país. Como un archivo migrante, esperamos poder promover, al máximo, acciones que generen reflexiones, debates y otras actividades de difusión para llevar la memoria migrante chilena a la esfera del debate público», concluyó.

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