Se trata de «Demanda Pública» (Naranja Publicaciones), que consistió en la recopilación de más de 1.800 inquietudes de la ciudadanía respecto de la salud, la educación, la vivienda y las condiciones de vida en general, con miras a la redacción de una nueva Constitución. «Dentro de los objetivos más complejos estaba el querer archivar una memoria colectiva del momento y que, yo visionaba, serviría de testimonio histórico del fulgor y los deseos de la ciudadanía», señala su creadora, María Luisa Portuondo.
Una artista chilena acaba de vender uno de sus libros –que nace de una de sus intervenciones– al Museum of Modern Art (MOMA) de Nueva York.
Se trata de Demanda Pública (Naranja Publicaciones), que consistió en la recopilación de más de 1.800 inquietudes de la ciudadanía respecto de la salud, la educación, la vivienda y las condiciones de vida en general, con miras a la redacción de una nueva Constitución.
Esta recopilación se convirtió en libro, que en septiembre del año pasado se expuso en el Museo de la Memoria y luego en el espacio Kastanien en Berlín, y ahora fue comprado por el MOMA para ser exhibido en la colección permanente de su librería.
Su autora es María Luisa Portuondo, con estudios de teatro y máster en Artes en la Universidad de Chile, con más de 15 años de trayectoria profesional que se han basado principalmente en las intervenciones urbanas.
Esto la ha llevado a exponer en distintas partes del mundo, como en el Museo de Moscú, Quartier Museum (Viena), Museo de Arte contemporáneo (Chile), KIOSKO (Bolivia), Lugar a Dudas (Colombia), REJA (Albania), Instituto Cervantes (Pekín), URBANCROSS (Shanghái), entre otros.
Portuondo cuenta que Demanda Pública nació en octubre del año 2019 en el marco del estallido social.
«Es inspirada por la efervescencia del movimiento y la necesidad personal de conocer las razones que motivaban a cada persona a salir a manifestarse, que ideé este proyecto de participación ciudadana que invitaba a dejar por escrito una demanda, la que más encendiera tu corazón, con el fin de posteriormente editar un libro de la ciudadanía que sería despachado en La Moneda», recuerda la artista.
Fue así como durante cuatro meses se instaló con el proyecto en las zonas de protesta y recolectó 1.809 demandas. Tras condensar el contenido, el 15 de septiembre del 2020, en medio de la pandemia, lo despachó en La Moneda junto a una carta dirigida al Presidente Sebastián Piñera.
«Luego de mucha insistencia de mi parte, recibimos una escueta carta del señor Carlos Cruz-Coke con un tibio e infértil agradecimiento».
Para Portuondo, la importancia del proyecto en sus inicios fue «establecer un espacio de diálogo en el territorio tomado, un territorio que, en el intento de permanecer en él, se volvía imposible discutir los puntos que nos convocaban».
«Dentro de los objetivos más complejos estaba el querer archivar una memoria colectiva del momento y que, yo visionaba, serviría de testimonio histórico del fulgor y los deseos de la ciudadanía. Por otra parte, el hecho de despacharlo en La Moneda era un gesto de apertura ante la necesidad de diálogo a la que el Gobierno tanto apela, un diálogo tácito entre los que estuvimos marchando y manifestándonos por un país más justo y los que estaban sentados en sillones de cuero en el Palacio Presidencial», reflexiona.
«Al entregar el libro y prácticamente no recibir respuesta, entendí que ese llamado al diálogo era una falacia», subraya.
Recolectar las demandas fue toda una experiencia, pero Portuondo viene trabajando en arte urbano enfocado en participación ciudadana hace más de diez años.
«Al salir de las escuelas a las que fui para que me ‘enseñaran arte’, me vi completamente inmiscuida en una suerte de elite de creadores y espectadores que honestamente me parecía muy poco atractiva, una traición, en mi opinión, al quehacer artístico. Fue en el impulso de salir de esa trinchera que decidí trabajar en el espacio público y dialogando directamente con la gente. Desde ese entonces puedes ver en mis distintos proyectos que mi trabajo artístico no existe si la gente no participa en él. Yo dispongo materiales, ideas, conceptos, pero quienes dan forma a la obra son los participantes».
Bajo este prisma la reacción de las comunidades ha sido siempre muy generosa e inspiradora, asegura.
«Tengo la certeza de que el paradigma del suceso artístico hace rato está abandonando la idea de contemplación para pasar a la acción. Esto, en relación con el ‘espectador’, se traduciría en que este ya no es un ente pasivo que recibe, sino un ser activo que participa. Bajo esta lógica la experiencia del arte para mí cambia radicalmente y otorga un sentido de trascendencia a la ‘audiencia’, que más prefiero llamarla ‘comunidad’. Un sentido social, educacional y cultural. Lástima que en el modelo neoliberal que rige la hegemonía cultural no compra este tipo de arte (ríe), ¡pero esto va a cambiar!».
En el caso particular de Demanda Pública, la reacción del público era de «guerrilla».
«Quedarse a escribir una demanda en un cuaderno cuando estaban los militares lanzando bombas lacrimógenas no era un acto de valentía sino de amor por la historia de tu tiempo y eso lo sabíamos todos los que dejamos nuestra huella digital impresa en esos cuadernos. Hay algunos más viejos que no dejaron su huella –cada demanda, si ves el libro, tiene una huella que actúa como firma–, creo que tenían ciertos temores asociados a la dictadura».
En cuanto a la reacción en La Moneda, la artista la califica de «paupérrima».
«Junto al libro entregué una carta dirigida al Presidente, ya que quería incitar una respuesta. Honestamente, aunque muchos me llamaron ingenua, esperaba recibir alguna reflexión luego de despachar en la casa de Gobierno 1.809 demandas escritas en la calle, un material que muestra de manera organizada los deseos y rabias de una ciudadanía a la que ellos no están sabiendo responder».
Cinco meses se demoraron en enviarle una respuesta que, probablemente, nunca hubiese llegado si Portuondo no hubiese insistido en conseguir.
«Se trató de una carta enviada a mi correo electrónico y firmada por el señor Carlos Cruz-Coke, en la cual parafraseaba en seis líneas lo mismo que le remití. No había ni la más mínima reflexión, ni un esfuerzo por al menos deducir de mi carta la importancia del documento del que le estaba haciendo entrega y la implicancia que tenía a nivel social y cultural», lamenta.
«Cuando lo comenté a mis pares, mucha gente me dijo ‘¿y que esperabas?’. Esto me vulneró tanto y más que la carta del señor Cruz-Coke, porque de cara al proceso que se avecina el ‘¿qué esperabas?’ se vuelve una arma apuntándonos a la sien. Hoy es cuando debemos esperar más y ponernos firmes en nuestros propósitos, porque no podemos permitirnos haber llegado hasta acá y que luego la indolencia y antipatía de quienes ejercen el poder nos pasen por encima», reflexiona.
La publicación con Naranja Publicaciones se dio de forma natural, pues la autora ya estaba trabajando con la editorial en otros proyectos.
«Demanda Pública es un proyecto cuya promesa a los participantes siempre fue: ‘Un libro con demandas populares que será despachado al Palacio de La Moneda’, por lo que publicarlo era parte del proyecto mismo. No existía la posibilidad de plantear la idea de no hacerlo», comenta Sebastián Arancibia, de la editorial.
«Ahora bien, la pregunta siempre fue cómo publicarlo. En un primer momento, gracias al apoyo del Goethe-Institut de Santiago se publicó la versión digital del libro, permitiendo acceder gratuitamente, a cualquier persona en cualquier lugar del mundo, al registro polifónico de personas expresando sus requerimientos para mejorar la convivencia en el país. Y, por último, creo que era fundamental dar el paso de crear una versión física del proyecto que pudiese quedar alojado en instituciones nacionales y extranjeras para resguardar la memoria colectiva de este proceso».
«Este documento histórico resultante de la recolección, impresión y posterior publicación, permitirá –desde su lectura– la articulación de discursos futuros que podrán acceder a un contexto histórico ya no escrito por historiadores ni académicos, sino que por la misma ciudadanía», complementa el otro integrante de la editorial, Sebastián Barrante.
En cuanto a la exposición en el Museo de la Memoria, Portuondo cuenta que la entidad no solo exhibió el proyecto de manera online, sino también les dieron la posibilidad de lanzar el libro bajo su tutela.
«Para mí ha sido un placer trabajar con ellas y ellos, creo muchísimo en la ideología detrás de aquella institución, así como en MAC, con quienes también estoy trabajando. Y con Museo de la Memoria la comunicación ha sido tan excelente que ahora estamos codo a codo pensando en el proyecto Constitución Pública que nace como consecuencia de Demanda Pública«, dice.
La jefa de museografía de la entidad, Lucrecia Conget, señala que tras el estallido social hubo esfuerzo de la entidad «para establecer un diálogo» con los sucesos, a través de acciones como asambleas y performances.
En ese contexto se invitó a artistas a instalar una obra vinculada a la protesta social y la acción colectiva, «porque en el estallido hubo mucha creatividad», donde muchas veces los creadores trabajaban junto a la gente y «se veía reflejada la acción comunitaria de las marchas, una particularidad del propio estallido».
En el caso de Portuondo ya había un contacto previo para instalar la obra «Secretos», pero, a la luz de la nueva situación, Demanda pública resultaba ser «un gran aporte a la discusión de qué queremos, porque sistematizaba las demandas ciudadanas».
El libro además recibió el apoyo del Goethe-Institut, para su publicación en línea.
«Frente a lo que sucedía en Chile después del 18 de octubre de 2019, nos replanteamos en el área de programación del Goethe-Institut Chile la forma en que podíamos apoyar la producción y creación artística local», detalla el director saliente, Christoph Bertrams.
«El año pasado abrimos una convocatoria titulada 18-O, enfocada en aquellos artistas que estuviesen trabajando con el contexto político y social que acontecía. Hemos recibido casi 300 proyectos culturales, muchos de los cuales incorporan el trabajo con comunidades. Dentro de ellos está Demanda Pública, y algo que nos gustó especialmente fue la preocupación por acoger precisamente la opinión de la ciudadanía en vías de pensar el futuro de Chile y el proceso constituyente», recalca.
«Ha sido un trabajo fascinante y muy actual que se proyecta a lo largo del 2021», sostiene.
Para el contacto con el MOMA fue clave la editorial, que hace tiempo tiene un vínculo con la institución, que ha comprado algunos títulos de su colección.
«Cuando recién habíamos lanzado Demanda Pública, MOMA Library se vio muy interesado en adquirirlo para su colección de libros de artista y así lo hicieron comprando, como propone nuestro modelo de venta, dos copias; una para ellos y una para donar a una institución chilena que en este caso fue el Museo de la Memoria», explica Portuondo.
Agrega que el modelo de venta del libro es Print on demand y solo lo pueden adquirir instituciones. El valor del libro costea la producción e impresión, no hay lucro detrás de la publicación y es por eso que las personas naturales pueden adquirirlo gratis a través de la página de la editorial.
«Evidentemente la adquisición de MOMA ha sido una felicidad para el proyecto, porque es lindo que un tema tan local sea valorado por una institución extranjera. Asimismo, Demanda Pública quiere viajar recolectando demandas de otras culturas para luego despacharlas en la ONU y supongo que estos apoyos nos servirán para gestionar aquella itinerancia cuando el COVID lo permita», agrega Portuondo.
Finalmente, respecto al proceso constituyente, Portuondo cree que «no solo es de gran relevancia a nivel histórico y social sino también educacional».
Ella espera que «sea aprovechado para integrar y promover el diálogo entre quienes somos parte de este país. Quiero que sea un proceso abierto, un proceso que involucre a la ciudadanía invitándola a reflexionar, pensar, proponer, decir. No podemos olvidar que estamos en este escenario porque fue la gente la que no dio tregua durante el estallido social, fue la calle la que exigió este cambio y lo consiguió, por tanto, no podemos permitir que ahora aquellas y aquellos que suelen tomarse gratuitamente la ‘sartén por el mango’ tomen este proceso y lo hagan algo exclusivo. Tengo fe de que esto no va a pasar, pero para eso hay que trabajar y, si ves, hay muchísimas instancias, proyectos, personas, agrupaciones que están proponiendo metodologías de participación ciudadana muy interesantes».
En su caso, está proponiendo el proyecto «CONSTITUCION PÚBLICA», que al igual que Demanda Pública busca archivar las reflexiones, ideas y compromisos de la gente para luego traspasarlos a un diario de la “Constitución Pública”, que deje testimonio de las ideas y deseos que se tenían en relación con el contenido de la Carta Magna, «una especie de escritura de Constitución off mientras la oficial esta siendo redactada en la asamblea constituyente».
«Esta es mi manera de propiciar un diálogo en relación con estas temáticas tan importantes para la configuración de un nosotros, para incrementar la educación cívica del país», puntualiza.
Para ello, está trabajando no solo con el Museo de la Memoria y Naranja Publicaciones, sino también con Yo Constituyo, un grupo de profesionales de la sociología, la antropología, el derecho constitucional, entre otros, «que me han proveído todo su capital profesional para definir estos contenidos de manera responsable», concluye.