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Académicas de U. de Chile rescatan la memoria de los desaparecidos cines del Barrio Yungay CULTURA

Académicas de U. de Chile rescatan la memoria de los desaparecidos cines del Barrio Yungay

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«Nuestros cines ya no están» es el nombre de la iniciativa que apela a reconstruir la historia oral de las 29 salas de cine que llegaron a existir en ese sector, donde hoy solo queda el Teatro Novedades. El proyecto reúne a docentes del Instituto de la Comunicación e Imagen (ICEI), de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo y de la Facultad de Arte, además de vecinos y vecinas de la comuna.


Antiguamente conocido como “el llano de Portales”, los terrenos del Barrio Yungay fueron hasta 1835 propiedad de José Santiago Portales Larraín, padre de Diego Portales, quien al morir repartió sus 350 hectáreas entre sus hijos, quienes terminaron vendiéndolas a distintas empresas loteadoras.

Así nació el primer barrio de la República, donde se construyó desde muy temprano la Plaza Yungay y la parroquia San Saturnino. Desde inicios del siglo XX, esta zona ya concentraba varias salas de cine que le hacían la “competencia” a las calles Huérfanos y San Diego, en el centro, que hasta ese momento eran los ejes de la actividad cinematográfica y teatral local.

“El cine llega a Chile en 1896, solo meses después de la exhibición de los hermanos Lumière en París. La primera película se mostró en el Teatro Unión Central, que estaba en el centro. En 1907, se establece la primera sala que daba cine todos los días, y ya en 1913 se tienen las primeras referencias de una sala de cine en el Barrio Yungay con el Teatro Zig Zag”.

Esto fue parte del relato de la historiadora y académica del Instituto de la Comunicación e Imagen (ICEI), Claudia Bossay, en el contexto de “¡Recuperamos la experiencia de ir al cine en Barrio Yungay!”, un conversatorio el pasado 10 de junio, que dio cuenta del proyecto que realiza junto a otras académicas de la U. de Chile, organizaciones sociales y vecinos y vecinas de la comuna de Santiago.

Fachada del Teatro Novedades, que aún sobrevive en el Barrio Yungay.

La iniciativa fue ganadora de un Fondo Valentín Letelier de la Casa de Bello en 2020, concurso que desde 2010 apoya proyectos internos que involucren la participación y el intercambio de saberes entre la academia, estudiantes y miembros de la sociedad civil con el foco puesto en el desarrollo social y educativo. Este 21 de junio se abrirá una nueva convocatoria.

El proyecto “Nuestros cines ya no están” busca reconstruir la memoria oral de lo que fue un verdadero fenómeno social y urbano: según la investigación en el Barrio Yungay llegaron a existir 29 salas de cine, de las que hoy solo sobrevive el Teatro Novedades.

Este levantamiento patrimonial se hará mediante los testimonios de adultos mayores que hayan asistido a esos cines, a través de talleres de conversación grupales y entrevistas individuales; además del rescate de planos antiguos de las salas que serán reconstruidos con tecnología digital. Todo quedará alojado en un sitio web.

El equipo del proyecto lo conforman académicas, funcionarias y estudiantes de la Universidad de Chile, del Instituto de la Comunicación e Imagen, de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, de la Facultad de Artes y del Cineclub de Estudiantes del ICEI. También participa la Junta de Vecinos del Barrio Yungay, además del Cine Club Yungay, nacido en 2019 y que recibirá apoyo en la gestión de sus actividades y compra de equipamiento gracias al mismo fondo.

“Cuando se pierde un cine no solo se pierde el edificio sino que se pierde toda la experiencia que ese edificio contenía y esa es la memoria que nos interesa recoger con este proyecto”, dijo la cineasta y académica del ICEI, Alicia Scherson.

“En estos lugares además no sólo se daba cine, también teatro, lucha libre, conciertos, eran sedes de mítines políticos y muchas otras actividades barriales. Era en el fondo un lugar de encuentro de los vecinas y vecinos”, agregó la cineasta.

En el conversatorio también participó José Osorio, integrante de la Junta de Vecinos de Barrio Yungay, colaboradores del proyecto, y quienes han desarrollado desde 2004 un trabajo importante defendiendo el patrimonio material e inmaterial del sector.

“Nuestra Junta de Vecinos nace a partir de un movimiento ciudadano contra la voracidad inmobiliaria. Nuestra primera victoria fue lograr que declararán zona típica 113 hectáreas del barrio y en 2019 logramos ampliarla a 117 más”, contó Osorio. “El rescate de la historia de nuestros cines también los reivindica como una infraestructura de nuestra vida cotidiana».

El esplendor de los cines de barrio

Tras la revuelta social de 2019, se conformó la Asamblea del Barrio Yungay, que dio paso también al Cineclub Yungay.

“En ese momento, dar películas funcionaba como una vía para abrir sentires y conversaciones, lo que propició lazos entre las personas del barrio. Se hicieron estables las tardes en plaza Yungay, donde vecinos nos prestaron un telón, equipo técnico y el lugar, que fue prestado por Espacio Ailanto”, contó Miranda Muhr, egresada del ICEI y parte del Cineclub Yungay.

Para la académica del ICEI, María Paz Peirano, “viendo la evolución de las salas de cine, las que aparecen y desaparecen, podemos hacer un correlato de cómo era la vida de la ciudad y cómo cambia la experiencia social en función de esos cambios de espacios. No es lo mismo ir al cine en los años 20 que en los años 60”, afirmó.

2.500 butacas

Entre las salas de cine que existieron en el Barrio Yungay se cuenta el Teatro Brasil, el Apolo y el Pabellón París, el Teatro Electra, de las que se tiene muy poca información e imágenes. También existieron tres salas especialmente enormes: el Teatro O’Higgins, el Teatro Colón y el Teatro Alameda, que contaron cada una con unas 2.500 butacas y que funcionaron al mismo tiempo en el barrio.

“Eso nos habla de un verdadero fenómeno en la sociedad de la época y de una visión moderna de la ciudad. Solo en esas salas habían unas siete mil butacas, hoy simplemente no existen espacios como esos en nuestro país”, señaló Claudia Bossay.

En enero pasado, parte del equipo del proyecto visitó y recorrió el Teatro Novedades por dentro, comparándolo con los diferentes planos que existen del lugar.

“Es muy interesante porque fue construido a fines de los años 20 en hormigón armado, lo que es una innovación tecnológica bastante vanguardista para la época”, afirmó la arquitecta y académica de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Cecilia Wolff.

“También reconstruiremos aquello que dejó de existir, no ladrillo a ladrillo, sino de otras maneras. Sacando planos antiguos y recreando esas salas de cine con realidad virtual para entrar y ver cómo eran esos espacios en su etapa de esplendor, antes y después de los incendios y terremotos que debieron enfrentar para después desaparecer por las demoliciones de los negocios inmobiliarios”, resumió Wolff.

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