Respecto al proceso constituyente, la académica de la Universidad de Concepción y doctora en Ciencias Ambientales apunta a «una propuesta de lineamientos para la protección del medio ambiente y cuencas hidrográficas. En particular estoy optimista, ya que veo a mucha gente competente pensando en esto, varios son constituyentes ahora, y existe un cuerpo de científicos, académicos y no académicos muy interesados en el tema de proteger los ríos de Chile para el bienestar humano. Igualmente, veo la intención de incorporar los saberes de los pueblos originarios, los que hemos ignorado por generaciones», señala.
Si existe en Chile una persona que conozca sobre los ríos del país, es la científica Evelyn Habit. Ella ha recorrido desde el río Aconcagua hasta Tierra del Fuego, conociendo cómo los ríos se han fragmentado, han perdido su conectividad, y evaluando también los distintos estresores antrópicos que han causado efectos sobre la flora, fauna e, incluso, puntos de no retorno donde ya no albergan especies nativas en sus aguas.
La académica de la Universidad de Concepción y doctora en Ciencias Ambientales cuenta que desde el año 2005 comenzó estudiando los ríos de la Patagonia, cuando entre la Universidad de Concepción y la Universidad Austral de Chile crearon el Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP).
En la actualidad, junto con su equipo de investigación, estudian los efectos de múltiples actividades antrópicas en cuencas andinas del centro sur de Chile.
-¿Cuál es la principal amenaza en los ríos de la Patagonia?
-Estos ríos están clasificados como prístinos. Pese a eso, también tienen problemas y amenazas, principalmente con la invasión de especies y la amenaza de centrales hidroeléctricas. Una que fue importante sucedió con la empresa HidroAysén, que contemplaba la construcción de cinco centrales, tres en el río Baker, dos en el río Pascua.
También existen amenazas en aumento, tales como las plantaciones forestales, que han ido avanzando hacia la Patagonia; la acuicultura, el cambio de uso de suelo, el cambio climático, que afecta de manera transversal pero distinta a los ríos del centro al sur del país.
-¿Después de estudiar los ríos de la Patagonia a dónde han dirigido las investigaciones?
-Desde el año 2011 comenzamos, con proyecto del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondecyt), estudiando los ríos de la cuenca de Valdivia, asociados al boom hidroeléctrico, y en el año 2015 seguimos estudiando los ríos entre la cuenca de Aconcagua y la cuenca de Imperial, y de manera más reciente, con otro proyecto Fondecyt, desde el río Maipo hasta el Yelcho, en Aysén. En cada zona hemos ido incluyendo nuevos objetivos de investigación, basados en el conocimiento generado previamente.
-¿Cómo afecta el cambio climático a los ríos del país?
-Hay diferentes predicciones, tanto de aumento como de disminución de caudales, dependiendo de la zona geográfica y características como la presencia de glaciares en las cabeceras de las cuencas. En la que tengan, aumentará el deshielo y, por ende, aumentarán los caudales de manera inicial. En la zona centro sur ya estamos viviendo una disminución y ella afecta y afectará a todas las actividades humanas asociadas al uso de los ríos.
-¿Se considera el cambio climático en los proyectos de intervención en los ríos?
-En el caso de los proyectos que se presentan a evaluación ambiental, lo hacen prácticamente como si el cambio climático no existiera, ya que los regímenes de caudal serán bastante distintos de aquí a 100 años más. Los proyectos se presentan pensando en los impactos actuales, pero raramente en los que causará a largo plazo, incluyendo los escenarios de cambio climático en el futuro.
Es importante conocer los efectos a largo plazo y el Sistema de Evaluación Ambiental actúa a corto plazo, con programas de seguimientos de 10 o 15 años, mientras que la vida útil de los proyectos es de 50 a 100 años.
-¿Qué tanto se conoce de los ríos del país?
-Es necesario saber cómo responden los ecosistemas a los cambios, qué es lo que efectivamente ocurre en los distintos ríos. El conocimiento siempre es insuficiente, ya que los ríos son dinámicos y responden a estresores tanto individuales como múltiples y sus sinergias a lo largo del tiempo.
Hay que reconocer que se han hecho esfuerzos por aumentar el nivel de información, pero esto debe ser más fuerte desde el Estado. No solo a través de investigaciones específicas, sino también mediante grandes programas coordinados de investigación. Estos deberían ser programas conjuntos entre los sectores públicos y los privados. Ambos intervienen en los ecosistemas, pero no siempre implementan sus mejores capacidades para lograr su uso sostenible, basado en conocimiento científico.
En este sentido, algo pendiente es la creación del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP), cuyo proyecto de ley ingresó en junio de 2014, pero aún no se aprueba. El funcionamiento del SBAP debería permitir hacer una gestión mucho más integrada de la biodiversidad de nuestro país. Dentro de esta ley vienen instrumentos de gestión y económicos, con los que el Estado podría tener una manera más organizada y coordinada de recopilar y generar información.
-¿En qué estado se encuentran los ríos del país?
-Conozco bien los ríos del centro sur de Chile a Patagonia, del río Aconcagua a Tierra del Fuego específicamente. Los del centro sur, hasta el río Biobío, están en una condición crítica.
El problema de nuestros ríos no es solamente la sequía, sino que hay problemas profundos en cómo se administra el uso del agua. Desde cómo y cuánta agua se extrae de los ríos, está mal regulado en Chile, por ejemplo, cuando se otorgan derechos de agua ya inexistentes, de manera gratuita y que luego ingresan a un mercado de agua.
Hay muchas variables que considerar para definir el estado de un río. La geomorfología fluvial o la forma del río es importante, y se altera, por ejemplo, por la extracción de áridos, que en su mayoría son ilegales. La hidrología de los ríos es fundamental, y está alterada por las regulaciones de hidroeléctricas o extracciones de riego, entre otros. La calidad del agua, factor importantísimo, también está degradada en muchos ríos, debido a los aportes de efluentes domésticos, industriales, descargas difusas de suelos forestales, agrícolas, o la corta de vegetación ribereña. Todos ellos, son estresores múltiples dentro de un mismo ecosistema que tiene cierta capacidad de carga, la cual la mayoría de las veces desconocemos.
-¿Cuáles son las cuencas con más problemas?
-Hidrología, geomorfología, fuentes de energía, calidad del agua e interacciones biológicas están extremadamente alteradas en cuencas como Aconcagua, la cuenca del Maipo, cuenca del Rapel, del Maule y Biobío. Estas son las cinco cuencas con mayores problemas de conservación. Ello se traduce en que la biota esté extremadamente estresada, sobre todo la nativa y endémica. Justamente ellas están ubicadas en pleno hotspot de biodiversidad.
-¿En temas legales qué falta para hacer mejoras?
-En Chile hay normativa, pero está dispersa y desorganizada. Hay cosas básicas que mejorar, como los derechos de aprovechamiento de agua, basados en el Código de Aguas. Existen, por ejemplo, las normativas ambientales que regulan la calidad del agua, como las normas secundarias o normas de emisión de efluentes. Como bióloga y ecóloga, diría que se necesita un órgano del Estado que vele de manera integral por la gestión de la biodiversidad y ese debe ser el Servicio de Biodiversidad.
-De acuerdo a sus investigaciones más recientes, ¿qué tan resilientes son los ríos estudiados?
-Es justamente lo que queremos responder con el actual Fondecyt (1190647). Sin embargo, medir la resiliencia es complejo y, por lo tanto, un tremendo desafío. Nosotros nos hemos planteado este desafío porque entendemos que, si somos capaces de comprender que algunos de nuestros ríos han superado su capacidad de resiliencia, y se encuentran en un estado ecosistémico distinto al original, donde es difícil que haya vuelta atrás, podremos ayudar a predecir cuándo y por qué ocurre dicho cambio. Pensamos que los ecosistemas de los ríos como el Aconcagua y el Maipo ya han superado un umbral o punto de inflexión y son ríos en un nuevo estado, de alta degradación. Entonces, lo que queremos saber es cómo se caracterizan estos sistemas que han superado esos umbrales, qué tanto se pierde en cuanto a biodiversidad y funcionamiento ecosistémico, y así poder comprender qué tan cerca están otros ríos de superar esos umbrales. Por sobre todas las cosas, deseamos saber qué hace que un río pueda mantenerse en un equilibrio dinámico cercano a la naturalidad antes de que pase de un estado a otro.
-¿Cuáles son las características de los ríos que están por pasar ese umbral?
-En general, se ha descrito que en los ecosistemas fluviales que empiezan a mostrar evidencias de que están superando un umbral, es la homogeneización a escala ecosistémica. La homogeneización hace que los ecosistemas sean menos resistentes y resilientes. Por ejemplo, el río Aconcagua alberga prácticamente solo especies introducidas de peces. Ahí podemos decir que, en términos ecológicos, se ha superado un umbral.
Lo que queremos es reconocer cómo se da ese proceso. Por eso es importante estudiar este gradiente de ríos desde el Maipo al Yelcho, en un gradiente latitudinal pero también en términos de las presiones antrópicas que están sufriendo. Esto esperamos nos permita identificar cómo se va dando este proceso, cuáles son las variables que mejor lo explican y dónde o cuándo ocurre el quiebre en que el ecosistema es más difícil de recuperar. Conociendo eso es posible adoptar medidas de manejo que permitan no pasar a estados de no recuperación.
-¿Cómo ve la nueva Constitución y la consideración de los ríos del país?
-Afortunadamente pude participar en la Red de Constitucionalismo Ecológico, liderada por Bárbara Saavedra, Liliana Galdámez y Salvador Millaleo, la que convocó a muchos ecólogos y abogados, y que resultó en una propuesta de lineamientos para la protección del medio ambiente y cuencas hidrográficas. En particular estoy optimista, ya que veo a mucha gente competente pensando en esto, varios son constituyentes ahora, y existe un cuerpo de científicos, académicos y no académicos muy interesados en el tema de proteger los ríos de Chile para el bienestar humano. Igualmente, veo la intención de incorporar los saberes de los pueblos originarios, los que hemos ignorado por generaciones.