Tres mujeres elegidas constituyentes y siete investigadores del Instituto de Ecología y Biodiversidad, participaron en la creación de este documento que busca aportar a la discusión y desarrollo de la nueva Carta Magna. La reciprocidad e interdependencia del ser humano con la naturaleza, es uno de los principios que sostiene este trabajo colectivo, el cual será entregado a todas y todos los constituyentes de la Convención. En su elaboración participaron tres mujeres electas como constituyentes: la científica Cristina Dorador, y las abogadas Amaya Alvez y Manuela Arroyo.
Más de 50 profesionales desarrollaron el libro “Una Constitución Socioecológica para Chile”, que fue presentado este martes.
Tres mujeres elegidas constituyentes y siete investigadores del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), participaron en la creación de este documento que busca aportar a la discusión y desarrollo de la nueva Carta Magna.
La reciprocidad e interdependencia del ser humano con la naturaleza, es uno de los principios que sostiene este trabajo colectivo, el cual será entregado a todas y todos los constituyentes de la Convención.
“Creemos que la vida en común se basa en la salud integral y el bienestar subjetivo y material de todas y todos los habitantes, materializada en acciones y políticas que fortalezcan la conexión con la naturaleza y promuevan el cuidado de los territorios”.
Con esta máxima se inicia el libro “Una Constitución Socioecológica para Chile: Propuestas Integradas», un trabajo colectivo desarrollado por un grupo multidisciplinario de 57 investigadoras e investigadores chilenos, abogados y abogadas, entre otros profesionales de diversas disciplinas.
El documento, elaborado por integrantes de la Red de Constitucionalismo Ecológico, y que fue presentado en una ceremonia organizada por la Universidad de Chile, será entregado a todas y todos los constituyentes que fueron elegidos por votación popular.
Esto, con la finalidad de aportar conocimientos, miradas diversas y una profunda base de discusión sobre los principios medioambientales que debieran regir a nuestra nueva Carta Magna, fundados en la reciprocidad e interdependencia del ser humano con la naturaleza.
Principios rectores jurídicos y ecológicos para la Constitución, el rol del Estado y las personas para el cuidado integral y bienestar intergeneracional, alternativas de modelos de desarrollo y naturaleza, naturaleza y los bienes comunes, visiones ancestrales de los pueblos indígenas, el agua y el territorio, la función ecológica de la propiedad, instituciones necesarias para avanzar en materia de cuidado y equidad ambiental, son algunas de las materias que incluye el texto, disponible en formato virtual.
En su elaboración participaron tres mujeres electas como constituyentes: la científica Cristina Dorador, y las abogadas Amaya Alvez y Manuela Arroyo.
También realizaron sus aportes, integrantes del Instituto de Ecología y Biodiversidad, quienes durante un año, participaron en reuniones, debates y la elaboración de diversos documentos. Cristián Frene, Mariela Núñez, Aurora Gaxiola, Aníbal Pauchard, Pablo Marquet, Marcela Bustamante, Tamara Contador y Lohengrin Cavieres son los investigadores e investigadoras del IEB que ayudaron a la creación de este material inédito.
“Este libro es producto de una larga discusión, con el fin de enriquecer el debate y aportar con diferentes miradas, que en su mayoría se centran en la academia, pero también recogen evidencia de trabajos territoriales que han desarrollado integrantes de la Red de Constitucionalismo Ecológico. De esta manera, la creación de este documento busca entregar principios básicos, sobre por qué una Constitución nueva para Chile debe tener bases socioecológicas. Ahora, el próximo paso es entregar el material impreso a cada uno de los constituyentes de la Convención, y que éste pueda ser empleado como insumo, material de consulta e inspiración para la redacción de la nueva Carta”, explica el ecohidrólogo Cristián Frene.
Respecto a la dimensión socioecológica, el investigador explica que ésta se construyó sobre la base de que todos los temas vinculados a la ecología que fueron analizados, siempre implican a la sociedad.
“Durante este proceso, fuimos construyendo un enfoque que no sólo consideraba proteger a la naturaleza, sino también, poner de manifiesto la idea de reciprocidad, de la interdependencia de los sistemas humanos y los sistemas naturales, y cómo las decisiones humanas tienen impacto en nuestro propio bienestar. Porque la naturaleza no sólo es bonita. Nuestra vida y actividades productivas dependen de nuestros ecosistemas”, comenta el además director de la Red Chilena de Investigación Socio-Ecológica a Largo Plazo (LTSER) Chile.
De esta manera, el trabajo hace eco de esta mirada en su Artículo 1°: “El Estado reconoce la relación indisoluble y de interdependencia de los seres humanos y la naturaleza y su biodiversidad. Chile es un país marítimo. El Estado de Chile es plurinacional, pluricultural y plurilingüe”.
En ese contexto, Frene también asegura que el libro no sólo reconoce aspectos como el Cambio Global, sino que también propone una mirada país hacia “adentro” en la que se debe “respetar la diversidad biológica y cultural, haciéndose cargo del concepto de territorio, una mirada a los distintos biomas, y el aporte que han desarrollado las distintas culturas a través de nuestros pueblos originarios”.
Esta visión integrada y con foco en los territorios, desde el norte grande hasta el extremo sur, también dio fruto a la elaboración de 32 minutas de discusión, además de la síntesis y definición de propuestas específicas logradas en base al consenso del grupo y aportes que representan visiones diversas, basadas en el trabajo y reflexión de sus distintos integrantes.