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COVID-19: la ventilacion es clave CULTURA|CIENCIA

COVID-19: la ventilacion es clave

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Debemos aprovechar este período en que ha caído el número de casos para mejorar la ventilación de todos los espacios cerrados que ocupamos. Pasamos una buena parte de nuestras vidas en ellos, como oficinas, salas de clases, modos de transporte, restaurantes. Será un trabajo titánico, sin embargo, como no se requiere de una gran corriente de aire, se puede lograr con un sistema de recambio permanente o simplemente abriendo regularmente puertas y ventanas.


En las ultimas semanas hemos visto la rápida caída en el numero de casos confirmados de COVID-19 en Chile, lográndose niveles no vistos desde el inicio de la pandemia, en abril del año pasado. Sin duda que esta es una excelente noticia desde todo punto de vista, para la salud de los chilenos y chilenas, de nuestra economía y, porque no decirlo, del sistema de salud mismo, cuyos trabajadores han hecho un trabajo heroico, estirando al máximo sus capacidades para tratar a pacientes afligidos de COVID-19 además de atender a los pacientes que normalmente llegan a hospitales y a centros de salud.

Sin embargo, no podemos bajar los brazos y cantar victoria. Lamentablemente es muy probable que las “olas” de casos nos acompañarán por un largo tiempo debido a la inevitable aparición de nuevas variantes mas contagiosas, a la baja paulatina e inevitable de la inmunidad ofrecida por las vacunas, al cansancio con el cuidado permanente. Por ello debemos aprovechar al máximo este período de paz relativo para trabajar en medidas que nos permitan estar mas protegidos de ahora en adelante.

El análisis de un sinnúmero de casos ha mostrado que el modo principal de contagio del SARS-CoV2, virus responsable del COVID-19, es vía aerosoles. Por aerosoles no nos referimos a las gotas muy pequeñas (gotículas) que producimos al toser o estornudar. Estas caen rápidamente al suelo y pueden ser eficientemente controladas usando mascarillas.

Sin embargo, el riesgo mayor, mucho mayor, es el de los aerosoles que producimos al hablar y simplemente al respirar. Estas son tan pequeñas que, como el humo de cigarro, se mantienen suspendidas en el aire por decenas de minutos y pueden viajar varios metros e incluso saturar un espacio cerrado que carece de ventilación apropiada. De hecho, la transmisión vía estos aerosoles es la principal fuente de contagio para otras enfermedades altamente contagiosas como lo son la tuberculosis y el sarampión.

Esto significa que podemos reducir el énfasis en la limpieza de superficies ya que el riesgo de contagio a través de ellas es realmente menor y se resuelve simplemente lavándose regularmente las manos con cualquier detergente o usando alcohol gel. Aparte de no ofrecer protección, muchos de los agentes desinfectantes son tóxicos para las personas que los aplican, contaminan el medio ambiente, son costosas y peor aún, ofrecen una falsa sensación de seguridad.

Por el contrario, y a diferencia de las gotículas, que se controlan fácilmente con mascarillas, la única forma efectiva de evitar el contagio vía aerosoles es mejorando la ventilación de los recintos. Es decir, reemplazar el aire viciado por aire fresco en un espacio cerrado, algo que no hacen la mayoría de las unidades de aire acondicionado, que simplemente temperan y mezclan el aire. Así, debemos aprovechar este período en que ha caído el número de casos para mejorar la ventilación de todos los espacios cerrados que ocupamos. Pasamos una buena parte de nuestras vidas en ellos, como oficinas, salas de clases, modos de transporte, restaurantes.

Será un trabajo titánico, sin embargo, como no se requiere de una gran corriente de aire, se puede lograr con un sistema de recambio permanente o simplemente abriendo regularmente puertas y ventanas. Cual debe ser el flujo de aire o cuan frecuentemente debe hacerse el recambio dependerá de las características del espacio. Una manera simple de evaluar el nivel de hacinamiento es usando monitores de dióxido de carbono y asegurándose que los niveles de este gas nunca excedan 800 partes por millón. Pero aun sin estos monitores, poner el foco de la protección en la ventilación será clave para garantizar un futuro seguro y se puede lograr simplemente ventilando regularmente los espacios cerrados.

En resumen, para nuestra protección a largo plazo en espacios cerrados debemos usar mascarillas y garantizar un recambio del aire efectivo. En una palabra, nuestra seguridad futura depende de: ventilar, ventilar, y ventilar.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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