Investigadores del Programa de Riesgo Sísmico de la U. de Chile analizaron ocho áreas de la costa del Pacífico sudamericano donde se han producido grandes terremotos y, en cada una de ellas, simularon 200 posibles escenarios realistas de tsunamis. El estudio, publicado en la revista Pure and Applied Geophysics, plantea entre sus conclusiones que los 30 metros de resguardo general que se han adoptado en Chile como medida de seguridad ante estos eventos no son suficientes.
Los puertos de Arica, Iquique y Valparaíso podrían verse afectados con alturas de tsunami por sobre los 30 metros. Así lo plantean algunas simulaciones de un estudio desarrollado por el Programa de Riesgo Sísmico de la Universidad de Chile, trabajo que revela nuevos antecedentes sobre estos eventos ante la ocurrencia de grandes terremotos.
La investigación, publicada por la revista Pure and Applied Geophysics, evaluó ocho Gap o “lagunas sísmicas” en la costa del Pacífico sudamericano, término utilizado para definir a zonas en las que se esperan grandes terremotos porque en el pasado los hubo, pero donde hace mucho tiempo no han vuelto a ocurrir.
Con una metodología desarrollada por los expertos chilenos, validada y utilizada en otros países, como Canadá y México, el estudio identificó cuál era la magnitud máxima que podía alcanzar un terremoto en cada laguna sísmica o Gap de la franja occidental del continente, específicamente en las áreas Colombia; Ecuador-Colombia; norte, centro y sur de Perú; y norte, centro-norte y centro de Chile. A partir de estos datos, el equipo de la U. de Chile –integrado por los investigadores Miguel Medina, Sebastián Riquelme, Mauricio Fuentes y Jaime Campos- simuló cuál era el tsunami máximo esperable a través de 200 escenarios probables en cada lugar.
La investigación plantea que los niveles de inundación producto de los maremotos varían según la zona y depende, además de la magnitud del movimiento sísmico, de factores como la pendiente en la costa y accidentes geográficos.
De esta manera, en Chile las simulaciones indican los peores escenarios para los sectores de Arica, donde superaría los 30 metros; Iquique, donde llegaría a tener una altura entre los 35 y 40 metros; y Valparaíso, donde podría alcanzar entre 30 y 35 metros. Esta información resulta fundamental para actualizar los mapas de riesgo y la gestión ante estos desastres naturales en estas áreas, que en Chile plantean como zonas de seguridad territorios a más de 30 metros sobre el nivel del mar.
El trabajo identificó otras zonas de riesgo a lo largo de la costa del Pacífico sudamericano. De hecho, el área donde un terremoto de magnitud 8.9 podría dar origen al tsunami con mayor altura es en Perú, a la altura de El Callao, donde las simulaciones indican un margen de inundación entre los 25 y 45 metros.
Más al norte, en la franja costera colombiana y ecuatoriana, estos fenómenos tendrían menor gravedad, con maremotos que podrían elevarse entre 10 y 20 metros sobre el nivel del mar. Los investigadores enfatizan en que estos resultados son bastante cercanos a los escenarios que se podrían dar en la realidad, sobre todo si consideramos como referencia el terremoto de Japón de 2011, donde el tsunami llegó a superar los 40 metros de altura.
Por esta razón, a partir de los resultados obtenidos, los investigadores de la Universidad de Chile plantean la necesidad de continuar los estudios de los futuros escenarios posibles para los tsunamis en el país, dado que los actuales 30 metros de resguardo en las costas del país no serán suficientes.
“Este fue un trabajo netamente aplicado, que puede ser muy útil para la política pública de prevención de riesgos y desastres. Entrega una altura de inundación aproximada del tsunami, con 200 escenarios posibles por cada zona estudiada (gap). De esta manera, se pronostican escenarios y se muestra cuáles pueden ser las inundaciones probables”, explica el investigador Sebastián Riquelme.
Por su parte, el profesor Jaime Campos agrega que con este estudio “la ciencia aporta conocimiento que permite reducir el grado de incertezas, manejando distintos escenarios posibles frente a un tsunami. Es un aporte a la política pública de prevención para la identificación de geoamenazas, en este caso de tsunamis, utilizando los últimos antecedentes de la sismología”.
Muchos son los avances en los últimos 20 años que permiten explicar cómo se producen los terremotos de subducción generadores de tsunamis. No obstante, aún existen problemas para determinar los escenarios realistas que se producirán en el futuro.
Esto se debe, según explica el profesor Campos, a que “cada terremoto tiene una manera distinta de liberar energía en la fuente. Es decir, en el lugar donde se produce la “ruptura sísmica”, que puede ser una zona muy extensa (500 kms. para un terremoto de magnitud 8.8 o 1.000 kms. para un terremoto de magnitud 9.5), se irradia una energía que es diferente entre un terremoto y otro».
«Esta irradiación puede ser de diversas maneras: del sur al norte o viceversa, del centro hacia los lados o en una secuencia de áreas de ruptura sísmica, entre otras formas. Es aleatorio. Por eso, hay que simular varias posibilidades. En el caso de este estudio, fueron 200 simulaciones inteligentes, realistas a partir del conocimiento actual en la sismología. Porque según cómo se libere la energía, será cómo se excite el tsunami”.
Gap es un concepto utilizado por la sismología desde los años 80, frente a la necesidad de conocer cuál era el peligro sísmico de cada lugar, una información indispensable para la planificación de las ciudades y la ocupación del territorio. Se basa en la idea de que existen lugares en el mundo en el que pueden repetirse terremotos grandes.
En Chile, se pensaba que frente a Valparaíso se repetía un terremoto grande cada 80 o 100 años. Había una historia que respaldaba esta idea, desde el terremoto de 1647, el de 1730, 1822, 1906 y el de 1985. Así se acuñó el concepto de “laguna sísmica”, zonas donde había ocurrido en el pasado un gran terremoto y que podría suceder otro.
El profesor Jaime Campos, señala que a este “concepto gap” se le han sumado nuevos antecedentes científicos después de los terremotos de Chile en el 2010 y de Japón en el 2011. “Luego de esos dos terremotos, afirma Campos, se ha llegado a la conclusión de que hay pocas zonas en el mundo donde también ocurren terremotos muy grandes capaces de producir tsunamis. La comunidad científica les llamó ‘megaterremotos’. Son de magnitud por sobre 8.5 y se sabe, además, que en esos lugares hay suficiente energía acumulada para que se repitan cada 300 o 400 años”.