En la ciudad de Valparaíso, el mítico compositor de «Zorba el griego» —quien falleció este 2 de septiembre en Atenas a los 96 años—, escuchó a un grupo de jóvenes que le presentó parte de la obra del premio Nobel de literatura chileno, Pablo Neruda. A Theodorakis le encantó y prometió dar a Chile su opinión musical sobre el «Canto General», el décimo poemario de Neruda, que aborda la historia de América Latina y es considerado por él mismo como su obra más importante. ¿El resultado? Un oratorio para solistas que desde entonces recorrió el mundo con un sorprendente éxito.
Hace 50 años, quien fuera un joven músico griego exiliado en París, Mikis Theodorakis, visitó Chile invitado por el gobierno del entonces presidente Salvador Allende.
En la ciudad de Valparaíso, el mítico compositor de «Zorba el griego» —quien falleció este 2 de septiembre en Atenas a los 96 años—, escuchó a un grupo de jóvenes que le presentó parte de la obra del premio Nobel de literatura chileno, Pablo Neruda.
A Theodorakis le encantó y prometió dar a Chile su opinión musical sobre el «Canto General», el décimo poemario de Neruda, que aborda la historia de América Latina y es considerado por él mismo como su obra más importante.
¿El resultado? Un oratorio para solistas que desde entonces recorrió el mundo con un sorprendente éxito.
Pero, ¿cómo se gestó esta obra y cuál fue la relación entre Theodorakis y Neruda?
«La lucha por la libertad y por la justicia es lo que unió a Theodorakis con Neruda», le dice a BBC Mundo Adam Feinstein, traductor y biógrafo de Neruda.
Y es que el compositor griego, al igual que el poeta chileno, fue militante comunista durante gran parte de su vida, un defensor vociferante de la libertad y de la justicia social.
«A Theodorakis le atrajo el ‘Canto General’ no solo por la belleza de la poesía sino también por la solidaridad con los obreros, con el hombre de la calle y la oposición al fascismo», explica Feinstein.
«Theodorakis era muy de izquierda, al igual que Neruda. Entonces eran hermanos en cuestiones políticas y se llevaban muy bien», agrega.
Estas razones hicieron que el músico griego, al volver de su viaje a Chile a Paris en 1971, comenzara a trabajar en la composición para el primer poema, «Amor a América».
Luego, durante el verano europeo, compuso «Vegetaciones», «Algunas bestias» y «Vienen los pájaros». Y después creó la música para «Los libertadores», «América insurrecta», «A mi partido» y «Voy a vivir».
Como le había pasado a Neruda durante la creación del Canto, Theodorakis tuvo que interrumpir su trabajo en diferentes ocasiones. Pero ya un año después tenía bastante avanzando.
En 1972, Neruda y su esposa, Matilde Urrutia, asistieron en París a los ensayos del Canto General.
Por esos días, el poeta chileno era embajador de su país en la capital francesa. Fue allí, de hecho, donde se conoció con Theodorakis.
La historia dice que Neruda quedó tan impresionado con la música del griego que le pidió que incluyera otros poemas, como «A Emiliano Zapata» o «Lautaro».
Esto, a pesar de que, según su biógrafo, el premio Nobel no tenía una particular fascinación por la música clásica.
«Yo hablé con muchos amigos de Neruda y todos me confirmaron que no tenía ningún oído para la música clásica, le aburría. Es inreíble porque su poesía es pura música. Pero a él le gustaba la música folclórica», dice Feinstein.
«En los ensayos del ‘Canto General’, Neruda se sentaba en una esquina y escuchaba sus poemas transformados en música. Y, claro, se dice que estaba muy entusiasmado, pero yo no estoy tan convencido», agrega, riendo.
Neruda quería asistir a la presentación del «Canto General» en Buenos Aires, pero no pudo hacerlo a causa de su delicada condición de salud.
Entonces, le aseguró a Theodorakis que estaría presente en el concierto que iba a tener lugar en el estadio nacional de Santiago de Chile.
Poco después, el compositor griego fue informado de que, debido a la compleja situación política interna, era necesario posponer el concierto por al menos un mes.
Estando en Venezuela, Theodorakis se enteró del golpe de Estado llevado a cabo en Chile por el general Augusto Pinochet.
Ya en México, el 23 de septiembre de 1973, le llegó otra triste noticia: la muerte de Pablo Neruda a causa de un cáncer.
El álbum del «Canto General» adquirió su forma definitiva en el invierno de 1973-1974 en París.
Se presentó por primera vez en Grecia en 1975, en el estadio Karaiskaki de Atenas, poco después del fin de la dictadura militar.
«El oratorio ha recorrido el mundo. Fue todo un éxito en muchos países y fue un arma política también. Bajo Pinochet no se pudo presentar, por razones obvias. Pero en las democracias, tuvo un amplio público que lo oyó con atención», dice Feinstein.
«Theodorakis siempre estaba muy orgulloso de este oratorio, de haber colaborado con Neruda. Fue un orgullo para los dos», agrega.
La cantante griega María Faranduri ha interpretado los versos de Neruda en múltiples ocasiones.
Según dijo una vez a la BBC, cantar los poemas del chileno es siempre una experiencia extraordinaria porque «su obra no pertenece a América o a Europa, sino al mundo entero».
«Neruda es sinónimo de lucha, de libertad y, sobre todo, de esperanza».
*Esta nota está en parte basada en un artículo escrito por Manuel Toledo para la BBC en 2001.