Si alguien viera solamente sus logros, jamás podría sospechar que Vincent tiene solo 10 años. A su corta edad, ha ganado el concurso de piano “Claudio Arrau” e incluso ha sido invitado por el maestro Roberto Bravo para tocar en sus conciertos. ¿Cómo es y cómo piensa un niño prodigio que busca dedicar su vida a la música? Aquí, en su primera entrevista, Vincent entrega las claves de su peculiar forma de ver la vida.
Sus ojos se mueven con curiosidad y su mirada, tranquila y profunda, parece querer decir algo, pero es imposible adivinar qué.
Vincent Triviño, 10 años, pianista y beneficiario de FundacEK, busca las palabras precisas para graficar su relación con la música. Se toma su tiempo, ya que no parece encontrar ninguna palabra, ninguna expresión que cumpla sus expectativas. Después de un minuto, mira directamente a los ojos, sonríe y comienza a decir con soltura: “Cuando yo era chico, mis papás hacían sonar la tetera, y yo tocaba el mismo tono de la tetera. Después íbamos en un auto, sonaba una canción y yo cantaba, sin la letra, los tonos correctos. Entonces, mi mamá encontró que yo tenía la voz muy afinada”.
A los pocos meses de vida, Vincent disfrutaba golpeando objetos y produciendo sonidos. Cuando tenía un año y medio, sus padres, motivados por su afición a la música, le entregaron un teclado de juguete, pero esa distracción no le duraría mucho. A los 3 años, Vincent, de forma inevitable, dio su primer paso como estudiante de piano: entró al Conservatorio de Música Sergei Prokofiev, en Viña del Mar. A los dos meses, ya estaba tocando en un concierto, el primero de muchos.
¿Cómo potenciar más su talento? ¿Cómo cuidarlo? Esas preguntas se hacían sus padres, quienes temían que su hijo fuera víctima de malas influencias en el colegio o que no lo apoyaran en el desarrollo de su talento. Desgraciadamente, sus temores se hicieron realidad y Vincent se vio forzado, por un tiempo, a estudiar desde su casa, vía exámenes libres.
“Tocar piano es lo que más me gusta hacer”, les decía él a sus padres. Pero había un problema: Vincent no tenía un piano propio. Sus padres, determinados a conseguir el instrumento que su hijo necesitaba, realizaron una campaña de donaciones y, gracias a la intervención del pianista Roberto Bravo, consiguieron financiamiento en Nueva York.
Desde entonces, la carrera de Vincent ha seguido un ritmo vertiginoso: el 2017, con solo 7 años de edad, se coronó ganador del concurso de piano “Claudio Arrau”. Después, fue invitado por Roberto Bravo a tocar en sus conciertos en el Teatro Municipal de Viña del Mar y en la Embajada de Chile en Nueva York. Dos años más tarde, Vincent obtuvo el primer lugar en el concurso de piano de la Asociación Latinoamericana de Profesores de Piano-ALAAP.
Y eso, dice él sonriendo, es solo el comienzo.
-¿Te acuerdas cómo fue la primera vez que tocaste piano?
-La primera vez que toqué piano, veo una pequeña visión: me acuerdo cuando me paré, saludé, y me senté, el piso estaba un poco incómodo, estaba duro, no encontraba a mi maestra, la buscaba y no la veía. Cuando llegó, empecé a tocar y de eso me acuerdo.
-¿Quién te comenzó a enseñar?
-Olga, una maestra, fue la primera en enseñarme, ella me enseñó lo básico, los primeros pasos; después seguí aprendiendo con un profesor, de teoría, el que me hacía tocar solo una nota.
-¿Alguien te motivó a tocar piano?
-Mis papás me apoyaron cuando empecé a tocar. Mi mamá, cuando me dejaba en la cama, me decía que mañana iba a ser un gran día. Me han apoyado harto. Mi papá me decía que su profesor de matemáticas le dijo que “constancia más esfuerzo es igual a éxito”, y es verdad.
-¿Qué fue lo primero que empezaste a tocar?
-Primero empecé a tocar cosas básicas, los pollitos dicen, después, a los 4 años, empecé a tocar Mozart, en clave 5, también Bach, después Beethoven, hasta que llegó el concurso “Claudio Arrau”.
-¿Recuerdas cómo fue ese concurso?
-El primer concurso que participé, cuando toqué, no pensé que era un concurso, no había escuchado esa parte, yo había pensado que era un concierto. Cuando gané, no sabía que había ganado, mis papás me habían preguntado “qué te dieron”, y yo les mostré los papelitos. No sabía que había ganado hasta que me dijeron que esto era el concurso “Claudio Arrau”. Después pensé: “Si gané un concurso, voy a ganar más”, y así fue, gané 3 concursos seguidos. Quiero ganar todos los concursos que pueda. “Vas a ganar, vas a arrasar”, eso me decían en los concursos.
-Y desde entonces, seguiste participando en más concursos.
-Sí, de hecho en el segundo concurso estaba nervioso, ya que los niños tocaban con muchos errores, lo que me dejaba aún más nervioso. Pero cuando toqué, la primera vez, se fueron todos los nervios. Cada rato que tocaba, era cada nervio que salía de mí. También recuerdo que era un piano súper largo y las teclas eran duras, no tenía la fuerza suficiente para tocarlo, pero lo logré tocar igual.
-Mientras tanto, ¿cómo era tu experiencia en el colegio? ¿Recibías apoyo?
-En el colegio que estoy ahora, toco piano para mis compañeros y me admiran, me aplauden, y de hecho me pidieron que los mencionara si alguna vez me entrevistaban. Mis amigos son Gerónimo, la Ema y la Isabella.
-A tu edad todos los niños y niñas sueñan con lo que harán cuando grandes. ¿Con qué sueñas tú?
-Me gustaría ser un pianista profesional, un escritor y un ingeniero de sonido.
-Además del piano, ¿escribes?
-Me gusta escribir cuentos de fantasía, de terror. Cuando veía libros, olía las páginas, pero no leía el mundo que tenían adentro. Hasta que un día leí El Principito y no entendí nada, pero pasaron 4 años y empecé a leer mi segundo libro, Las lunas de Jack, una novela de ciencia ficción. Todo eso fue porque mis papás me limitaron los juegos de video, y por eso empecé a leer. Mi atracción a leer no se ha roto. Cuando leí mi quinto libro, tuve una idea, luego quise contarla, y la empecé a escribir. Después se la mostré a la psicóloga de la Fundación que me apoya, que se llama FundacEK. El nombre de mi cuento es “El camino a lo desconocido y lo que nadie quiere contar”.
-¿Fundación para el Talento Juvenil – Elsie Küpfer de Wernli te ha apoyado en tu carrera?
-Ha sido importante el apoyo de FundacEK, ellos son una fundación que apoya el talento. Ahí he tenido talleres muy entretenidos y me gusta mucho el apoyo psicológico que me entregan. Nunca me han parado de apoyar.
-¿Crees que las personas que no son músicos perciben la música de una forma distinta a alguien como tú?
-Yo creo que la gente tiene una visión distinta, la gente escucha y dice qué bonito, pero cuando sabes cómo se toca el instrumento, creo que la música se distingue. Yo, por ejemplo, tengo que estar ahí, tengo que aprender muy bien la pieza, y estar con los ojos cerrados, y ahí puedo sentir. Estoy pendiente de los errores, de los matices, de los dedos, cuando ya me sé la pieza la disfruto, me pongo en el lugar del autor, de la alegría que sintió, de la pena que sintió. Cuando sé bien una pieza, me pongo en el lugar del autor.
-¿Qué es la música para ti?
-Para mí la música es vida. La gente ve la música como antiestrés, la música te relaja, no la música del rock, sino el Claro de Luna, el primer movimiento, eso relaja a la gente. Una pieza lenta, por ejemplo, también relaja, la tonalidad mayor, menor, relaja. La música clásica es muy escasa en el mundo, y esa es la base de toda la música. Casi todo lo que escuchamos viene de ahí.
-Volviendo a tu biografía, ¿alguien de tu familia era músico?
-Mi abuelo tocaba piano en bares, y tenía oído absoluto como yo.
-¿Cuándo te diste cuenta de que tenías oído absoluto?
-No lo recuerdo, pero sí me acuerdo que con los números del teléfono, sé que de la escala del 1 al 3 el bajo es un fa, después del 4 al 6 el bajo es un sol, y el 7, 8 y el 9 es el la, el bajo. Yo siento notas en todo. Me pasa sin pensarlo, esto de distinguir las notas.
-¿Qué nota dirías que tiene mi voz?
-Un la.
-¿Podrías explicar en tus palabras qué significa tener oído absoluto?
-El oído absoluto, a ver, cuando alguien toca piano, guitarra, canta, y no tiene oído absoluto, esa persona como que a medida del tiempo, entre más toque, podría tener oído absoluto. Pero cuando uno ya tiene oído absoluto es mejor todavía, porque distingues las notas y tonos antes. En todo caso, el oído absoluto, si lo dejas de entrenar, se atrofia.
-¿Cuáles son tus notas favoritas?
-A mí me gusta el do sostenido menor. Es dramático, triste, es como para un funeral.
-¿Ves tu vida siempre al lado del piano?
-Mi objetivo es morir tocando piano. Soy un loco, hablo mucho. Ser pianista, a ver, es que ser un pianista es hacer algo que nunca se va a acabar.
-Cuéntame, ¿dónde te ves en 10 años más?
-Creo que voy a estar practicando, aprendiendo más, la música no llega a un límite, la música es infinita. Si quiero tocar piano, tengo que hacer cosas infinitas, debo seguir aprendiendo. Si viviéramos mil años, seguiríamos aprendiendo piano. Cuando aprendes más, sientes que aprendes menos, porque pasaste una etapa, pero la próxima etapa se alarga más.
-¿Qué leS dirías a los niños y niñas de tu edad que, posiblemente, nunca han tocado un instrumento?
-Si les doy un consejo no sé si escucharán, pero si escucharan, les diría que desarrollen el genio que tienen en las manos, eso para el piano o para cualquier instrumento. Además, si es bueno para cantar, para la flauta, tener un profesor es como tener a los papás, es necesario. La gente que no tiene profesor, no tiene técnica. Además, creo que es una lástima que muchos niños vean solo la realidad de los juegos, no la realidad misma. Podrían haber sido genios, pero se perdieron en los juegos de video.
-Hablando de profesores, ¿qué nos puedes contar de tu relación con el pianista Roberto Bravo?
-Me acuerdo que Bravo era simpático, me gustaba tocar con él, me gustaba tocar en público, ahora ya no toco con Bravo, pero me gustaba tocar con alguien famoso.
-¿Algún consejo que te haya dado?
-Me dijo que tengo que practicar, practicar y practicar. Esa es la única forma de tocar bien. Tocamos 5 veces juntos, pero para mí fue poco. Quiero volver a tocar con él alguna vez. Me gustaría estar con el maestro otra vez.
-¿Te hace falta estar con más gente que haga lo mismo que tú?
-Me gustaría estar rodeado de más gente que haga lo mismo que yo. Además, de la gente mayor se aprende.
-Para terminar, ¿nos podrías contar cómo es la vida de un pianista?
-Mi vida de pianista es ser alguien diferente, no soy alguien normal, aunque nadie se da cuenta de que yo soy diferente, de que tengo un talento, una habilidad. Me gustaría que se dieran más cuenta, pero no me gustaría tampoco, también me gusta que no sepan.