Saltó a la palestra debido a que las autoridades no se ponen de acuerdo en relación con su protección. Con 30 metros de extensión, tiene una antigüedad de un siglo y sirve para comunicar, por debajo de la avenida La Paz, el pensionado de mujeres con el pabellón Barros, emplazado en la parte poniente de dicha avenida, siendo ambos sectores parte de la antigua Casa de Orates, según la arqueóloga Javiera Letelier. «En La Chimba, en el mismo psiquiátrico o el cementerio, se han encontrado túneles similares», comenta el historiador Dante Figueroa. «Lamentablemente, las investigaciones históricas no han aportado más luces respecto a si es un sistema complejo de elaboración, prerrepublicana, o si son solo experiencias de construcción propias de los lugares en donde se localizan», dice.
El misterioso túnel de La Paz, que recientemente saltó a la palestra porque las autoridades no logran ponerse de acuerdo sobre su protección, es una obra de ingeniería similar a otras en la capital y también en ciudades latinoamericanas como Buenos Aires.
Con 30 metros de extensión, tiene una antigüedad de un siglo y sirve para comunicar, por debajo de la avenida La Paz, el pensionado de mujeres con el pabellón Barros, emplazado en la parte poniente de dicha avenida, siendo ambos sectores parte de la antigua Casa de Orates, según explica la arqueóloga Javiera Letelier, quien integra, junto a su colega Dafna Goldschmidt, el grupo Arqueología Histórica Santiago.
«En La Chimba, en el mismo psiquiátrico o el cementerio, se han encontrado túneles similares», comenta el historiador Dante Figueroa, presidente de la asociación cultural La Cañadilla y miembro del Comité Zona Típica Barrio Plaza Chacabuco.
«Lamentablemente, las investigaciones históricas no han aportado más luces respecto a si es un sistema complejo de elaboración, prerrepublicana, o si son solo experiencias de construcción propias de los lugares en donde se localizan. Por ello, es tan importante que existan los recursos y se abra la posibilidad de investigar al respecto y aportar a la historia urbana de Santiago y de La Chimba», dice.
El túnel posee una extensión de 31,5 metros, un ancho de 2,20 metros y una altura de 2,3 metros.
La arqueóloga Figueroa señala que, aunque era conocido previamente, fue hallado en 2019, a raíz de unos trabajos en la avenida La Paz.
«En relación con referencias directas al túnel, según las Memorias de la Casa de Orates, este se comenzó a construir en 1905 y finalizó el año siguiente», explica.
Dentro de las diversas modificaciones que se documentan sobre la Casa de Orates, destacó la construcción de avenida la Paz, correspondiente a la continuación de la calle del Cementerio, la que terminaba a la altura de esta institución, y fue en ese contexto que se construyó el túnel para unir ambas cuadras, agrega.
La especialista recuerda que la construcción de avenida La Paz se dio en el contexto del centenario del país, momento en que se efectuaron una serie de obras públicas, entre las que destacaron en esa zona la canalización de las aguas, el alcantarillado y la construcción de la calle, que permitiera un acceso expedito hacia el cementerio.
La avenida fue proyectada por Benjamín Vicuña Mackenna, como intendente de Santiago, en 1872. Hasta antes de eso, que es cuando se empezaría el proyecto de apertura de la calle, que se habría completado en la primera década del siglo XX, complementa el historiador.
Letelier además descartó especulaciones previas, en relación con que se trataba de una construcción inca.
«El tipo de construcción es de albañilería y piedra semicanteada, propia de una arquitectura de fines del siglo XIX e inicios del XX dentro de contextos industriales», asegura.
«Se debe considerar que los sistemas constructivos incaicos eran muy distintos, destacando el desarrollo de arquitectura en piedra, con muros de doble hilera y con patrones ortogonales, pero no hay uso de ladrillo. En Chile central hay importantes ejemplos incaicos, como Cerro Chena y Cerro Grande de La Compañía, que dan cuenta de tipologías constructivas completamente distintas».
Goldschmidt complementa que el ladrillo tiene una tradición hispana, materialidad que de forma acotada se utilizó para algunas construcciones durante la Colonia en Chile, puesto que para la zona central la mayoría de las construcciones eran de adobe.
«Este tipo de ladrillo, cuyas dimensiones son de 20 x 40 x 6 centímetros aproximadamente, se continuó usando hasta parte del siglo XX, coexistiendo su uso por un periodo con el ladrillo fiscal, cuyas dimensiones son más pequeñas y cuyo uso fue pensado para varias obras públicas del Centenario, entre ellas, la construcción del alcantarillado moderno, cuyos colectores por lo demás pueden tener formas y características similares a este túnel», dice.
Lo interesante, en este caso, es que sobre los arcos de albañilería se apoya una estructura de hormigón. Para la época en que pudo ser construido dicho túnel, el hormigón era un material vanguardista e higiénico, aspecto no menor, considerando que el sector de avenida La Paz fue un lugar donde esta lógica higienista de habitar los espacios y de vivir en la ciudad «pegó fuerte».
«Esto en un contexto donde Santiago tenía una tasa de mortalidad altísima por la falta de higiene, teniendo resultados catastróficos, más en una ciudad cada vez más grande, hacinada e industrializada. Por eso no resulta casualidad que, cercano al cementerio y en torno a avenida La Paz, haya sido un espacio donde empezaron a funcionar estructuras con lógicas higiénicas».
En todo caso, resalta Goldschmidt, el techo de hormigón puede corresponder a una construcción posterior, por lo cual es importante ver en mayor profundidad cómo ese sistema constructivo –el hormigón– se integra al resto de la estructura, por medio, por ejemplo, de los análisis estratigráficos usados en arqueología –en este caso, de cómo cada estrato constructivo se integra entre sí–, junto con análisis químicos de composición, integrando esos resultados con antecedentes documentales para ver la historia constructiva de este túnel.
Los especialistas además destacan que hay otros túneles similares en Chile y también en el resto de Latinoamérica.
El historiador señala que en nuestro país se han encontrado muchos, ligados a las iglesias. «Hay uno que cruza desde la Iglesia de San Francisco a la vereda norte, donde hay una casa Royal», comenta. Hace unos años, también se encontró un túnel de cerca de 100 años en calle Erasmo Escala, cuando construían un Cesfam.
Fuera de Santiago, en la casa de la familia Eastman en Limache, también se encontró un túnel en la última década, recordó.
En Latinoamérica, en tanto, hay túneles en la ciudad de Buenos Aires, en el barrio de San Telmo, con una red de cerca de 2 kilómetros de senderos subterráneos.
«Acá no se han realizado estudios sistemáticos sobre este tipo de estructuras. Muchos de estos túneles podrían estar relacionados a contextos industriales o en torno al manejo de agua», afirma Goldschmidt.
«Para su descarte, considerando, por ejemplo, que la maquinaria a vapor necesitaba gran cantidad de agua para funcionar y, por lo tanto, las fábricas necesitaban generar un manejo para las aguas residuales. Lo mismo para los colectores del alcantarillado modernos, uno de los proyectos más importantes de inicios del siglo XX que fue remplazando a las acequias, muchas existentes desde época colonial y algunas incluso desde antes, pero que dentro de la ciudad fueron permanentemente un dolor de cabeza para las autoridades, puesto que se anegaban constantemente y eran foco de enfermedades», concluye.