Históricamente «hay peores actitudes hacia el migrante en los sectores más vulnerables, más excluidos, porque, en una sociedad desigual como la chilena, ven en el extranjero una competencia en una sociedad de recursos escasos, como la educación, salud, o incluso el trabajo, algo que se intensifica en un momento donde se siente que se intensifica una crisis económica, como sucede ahora», recuerda el sociólogo Pablo Roessler, responsable de Estudio de Servicio a Migrantes del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), al apuntar a la Encuesta Bicentenario de la UC. La Fundación Interpreta, junto con el proyecto Barómetro de Xenofobia, están preparando un informe que recopila y analiza datos y comentarios realizados en internet respecto a migración y xenofobia en Chile. Según relata el director ejecutivo de la fundación, Tomás Lawrence, durante el 2021 se han generado 477 mil publicaciones relacionadas con el tema migratorio en Chile. Este jueves hubo una serie de actividades en el marco del cuarto aniversario de la muerte de la haitiana Joane Florvil, tras ser detenida por Carabineros por supuestamente haber abandonado a su hija bebé.
¿Es Chile un país xenófobo? La pregunta volvió a resurgir tras los hechos ocurridos el fin de semana pasado en Iquique, donde una marcha terminó con la quema de pertenencias de migrantes que llevaban un año acampando en la plaza Brasil de la ciudad costera.
El tema no es nuevo. Lo demuestran las actividades que se realizaron este jueves 30 de septiembre, en el marco del cuarto aniversario de la muerte de la migrante haitiana Joane Florvil, tras ser detenida por Carabineros por supuestamente haber abandonado a su hija bebé.
Desde Articulación Migrante Justicia y Dignidad Sin Fronteras, junto con organizaciones sociales y defensoras de los derechos humanos, realizaron durante la jornada del jueves una romería y velatón desde la sede de Londres 38 hasta la ex Posta Central por Joane Florvil y las víctimas de negligencia y discriminación racial en el país.
En el caso de Iquique, fue notoria la presencia de elementos del Movimiento Social Patriota, una agrupación de extrema derecha, que en sus redes sociales manifestó suscribir «absolutamente la marcha pacífica realizada el sábado 25 de septiembre en Iquique y felicitamos a los manifestantes y organizadores», aunque negó que alguno de sus miembros haya participado en actos de violencia.
«No se debe confundir la expresión organizada y planificada que apunta discursivamente hacia la odiosidad contra el extranjero con aquellos que, afectados por la crisis económica, el desempleo y la crisis sanitaria, reaccionan sujetos a estereotipos, muchas veces originados a partir de los medios de comunicación y redes sociales, o por el incremento de su propia precarización», destaca Adriana Palomera, del Centro de Estudios Migratorios de la USACH.
Históricamente «hay peores actitudes hacia el migrante en los sectores más vulnerables, más excluidos, porque, en una sociedad desigual como la chilena, ven en el extranjero una competencia en una sociedad de recursos escasos, como la educación, salud, o incluso el trabajo, algo que se intensifica en un momento donde se siente que se intensifica una crisis económica, como sucede ahora», recuerda el sociólogo Pablo Roessler, responsable de Estudio de Servicio a Migrantes del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), al apuntar a la Encuesta Bicentenario de la UC.
Y resalta que temas como migración y seguridad tienen mucho rédito en tiempos electorales, como los que vive Chile hoy.
Los expertos consultados por este medio parecen estar de acuerdo en que el rechazo se dirige a los extranjeros pobres, pero no creen que Chile sea un país xenófobo como un todo. En ese sentido, Roessler cree que el caso del país no es muy diferente al resto del mundo.
«En Chile preferentemente hay actitudes xenófobas, pero no necesariamente es una sociedad xenófoba, puesto que no se rechaza a todo extranjero, sino que a aquel que está asociado, por ejemplo, a la pobreza», señala Palomera.
Específicamente, según la experta, el rechazo va asociado a aquel extranjero que simbólicamente representa un peligro para el trabajo, a pesar de que este grupo no suele encarnar un peligro para el trabajo, porque generalmente estos llenan espacios laborales que los chilenos no están utilizando, tal como sucede a nivel mundial.
Por otro lado, la dirigenta e integrante de la Asociación de Migrantes y Promigrantes (AMPRO), Lorena Zambrano, que llegó a Chile desde Ecuador hace 12 años, sostiene que dentro de la sociedad chilena surge un rechazo hacía el extranjero, debido a un miedo propio a la pobreza.
“Las personas acá en Chile nos dicen nos da miedo volver a la época de la dictadura cuando había mucha pobreza, lo relacionan altiro con eso, como que la migración va a venir a empobrecer Chile, no se nos ve como lo que somos: simplemente personas que estamos buscando oportunidades”, explica Zambrano.
La Fundación Interpreta, junto con el proyecto Barómetro de Xenofobia, están preparando un informe que recopila y analiza datos y comentarios realizados en internet respecto a migración y xenofobia en Chile. Según relata el director ejecutivo de la fundación, Tomás Lawrence, durante el 2021 se han generado 477 mil publicaciones relacionadas con el tema migratorio en Chile.
El análisis que han realizado demuestra que han ocurrido tres peaks de publicaciones en el año. El último se registró luego de los eventos ocurridos en Iquique el fin de semana anterior y concentra el 53% de las publicaciones totales. El experto explica que hay comentarios asociados a una discriminación clasista que sitúan al migrante por su situación de pobreza y vulnerabilidad.
“Lo que ocurre dentro de lo que nosotros estamos observando es que a la gente no le molesta el migrante por su nacionalidad, no le molesta por el hecho de que sea venezolano o porque sea colombiano o por otra nacionalidad, le molesta por el hecho de ser pobre y es ahí donde se genera esta aporofobia, que no es una xenofobia propiamente tal”, expresa Lawrence.
Palomera explica que este rechazo es el mismo que afecta a la identidad sexual diversa, a las mujeres, a la discapacidad, entre otros grupos, todos unidos por el «temor que provoca aquello de–que son distintos, pero que además -repito– son pobres».
En ese sentido, la doctora en sociología y coordinadora de la cátedra de Racismos y Migraciones Contemporáneas, María Emilia Tijoux, sostiene que es relevante analizar las distintas categorías que se le atribuyen a una persona en el análisis migratorio, donde ejemplifica con el caso de Florvil.
“El hecho de ser negra, de ser haitiana, de ser mujer, de ser mamá y de no manejar nuestra lengua, todo eso se entrecruza para que la consideren en un lugar ultranegativo, lleno de supuestos y de mitos y de puras falsedades, en donde poco o nada se interesaron por, por ejemplo, la cultura haitiana o la historia haitiana o el modo de vida haitiano antes de tomar decisiones que castiguen a una mujer de esa manera”, señala la académica.
Además la migración en Chile no es un fenómeno nuevo, según relata Tijoux, ya que desde los años noventa comenzaron a llegar personas desde los países vecinos y luego de América Central y el Caribe, y señala que esto responde a fenómenos mundiales.
«Lo que ocurre hoy día es brutal en Iquique, pero está ocurriendo desde los años 90 en adelante, desde que Chile se convierte en un país de inmigración porque antes no lo era, porque antes llegaban pequeñas comunidades. Siempre ha habido migración en Chile, una migración invitada por el Estado, en donde Pérez Rosales va a hacer este trabajo como una suerte de embajador a Europa y luego en comunidades sirias, palestinas, coreanas, chinas que han llegado. Pero esta proporción de una migración que corresponde desde los años 90 hacia delante, también esta vinculada con los desplazamientos a nivel mundial, entonces, no es que esto ocurra hacia Chile sino que ha ocurrido hacia Ecuador, Argentina, Brasil, en lo que se ha llamado la migración de sur y sur», detalla la doctora en sociología.
Según explica María Emilia Tijoux, para entender la xenofobia también es necesario analizar cómo funciona el racismo, concepto que está vinculado a elementos históricos y políticos propios del país. “Tenemos que ir a buscar en la historia de nuestro país, en los olvidos y ciertas borraduras de lo que ha sido nuestra historia, por ejemplo, en la colonización”, indica la socióloga.
Dentro de ese contexto, Tijoux comenta que desde la conformación del Estado-nación, “Chile se muestra como un país que busca una homogeneidad nacional y que el desarrollo que se buscó y que se ha buscado es un desarrollo que miraba a Europa y buscaba la blancura como lugar corporal y político del nosotros chilenos. Hay una cuestión histórica que hay que considerar, que obviamente es política también, de un país que siempre ha rechazado y ha mirado con desprecio a nuestra propia región”.
De acuerdo a lo que expresa la experta, el racismo es una relación social donde “tiene que haber alguien a quien se racializa porque se apunta con el dedo, porque se coloca en un lugar negativo, y alguien que lo lleva a cabo”. Sería dentro de ese contexto que funciona la xenofobia, ya que supone que hay una distinción entre los habitantes del territorio y las personas migrantes.
La dirigenta y vocera de AMPRO, Lorena Zambrano, explica que al hablar de migración también se esta hablando de derechos humanos e insiste en que estos se deben cumplir no solo en los decretos sino que también en el día a día.
“La gente cree que hablar de derechos humanos es un decreto per se. Es algo que se tiene que ir practicando todos los días, hay leyes que van inscritas y no se aplican”.
“Hoy día hablar de discriminación no es solo ver lo que pasó el sábado, esta en todo el contexto, desde los libros”, puntualiza.
“Migrar es un derecho y acá no va haber fronteras. Ni así se quieran poner como Donald Trump, la gente va seguir migrando por una sencilla razón: todas las personas somos transeúntes, todas las personas rotamos. Entonces, cerrarnos los ojos y decir que va dejar de haber migración es una estupidez”, sostiene la vocera de AMPRO.
Roessler destaca que hacer ver como inferiores y carentes de derechos a los migrantes se ha dado en todo el mundo, incluso como un rasgo identitario, especialmente relacionado con las personas de raza negra. En el caso de Chile, la Guerra del Pacífico fue un momento histórico de consolidación de la identidad con tintes xenófobos, especialmente frente a Perú y Bolivia.
Respecto a América Latina, para la académica de la USACH esta actitud xenófoba y particularmente discriminatoria con los de “abajo”, está presente en la mayoría de los países de la región y su origen se remonta al pasado de nuestras sociedades.
«La construcción de los Estados nacionales latinoamericanos se edifican desde una tradición colonial que separó a las sociedades piramidalmente, por un lado, otorgando un mayor estatus al conquistador y su posterior descendencia y, por otro, fortaleciendo en adelante una diferenciación étnica, cultural y económica que sumió a los pueblos originarios, a los afrodescendientes, a los mestizos, mulatos, zambos, y también a las mujeres, en el escalafón inferior de la sociedad».
En esta misma línea, la organización del Estado-nación latinoamericano se hace en relación y oposición con otro que queda fuera de las fronteras nacionales y de las otredades subalternas marginadas de los beneficios de la sociedad moderna, presas de una hegemonía que las convierte en un instrumento de las dinámicas excluyentes de la propia elite, dice.
En ese sentido, los dispositivos culturales emanados desde las elites hacia el bajo pueblo fomentaron desde siempre el miedo a ese otro que no respondiera a los patrones “civilizatorios” europeizantes, que buscaron y siguen buscando el blanqueamiento de la sociedad.
«En la actualidad, a pesar de la imagen de las bondades de la globalización, se han acentuado solo características superficiales de la misma, sin resolver la problemática de fondo de las sociedades latinoamericanas, las que, en momentos de crisis, construyen imágenes y subjetividades que estigmatizan y excluyen radicalmente. Hoy, los inmigrantes serían parte del chivo expiatorio».
Igualmente, Lawrence expresa que la xenofobia se puede analizar desde la «pirámide del odio», es decir, que a partir de estereotipos que se realizan desde el humor y que normalmente buscan quitarles ciertos rasgos humanos a las personas, estos se empiezan a transformar en prejuicios.
Si son duraderos, se convierten en actos de discriminación y luego, “cuando estos actos de discriminación se mantienen en el tiempo y las personas que están ejecutando estos actos piensan que el Estado no está haciendo nada, se transforma en violencia verbal, amenazas, acoso o intimidación en contra de los otros, y cuando eso no es detenido a tiempo se pasa a la violencia física y ahí hay asesinatos, agresiones y violaciones”.
Por otro lado, Roessler cree que la xenofobia, más que aumentar, se ha ido transformando. «Hace seis años nunca íbamos a imaginar la xenofobia que hoy sufren las personas de Venezuela, un país que además recibió a muchos chilenos tras el golpe militar en Chile», ejemplifica.
«En los años 90 (la xenofobia) fue con Perú, vinculada a los rasgos indígenas (de los migrantes), frente a chilenos ‘más blancos’. Esto varió luego con la migración de Colombia y República Dominicana, más afrodescendiente». En este último aspecto, «aparece la presencia de lo negado», en relación con que Chile históricamente negó su negritud.
«En el último periodo han llegado más migrantes, sobre todo desde el 2010. Hay un tema cuantitativo, pero también cualitativo vinculado al origen, porque son mayormente latinoamericanos, de la región, y no la migración selectiva europea de principios del Estado-nación», explica.
Palomera además rechaza la idea de que la xenofobia haya ido aumentando en el último tiempo, y más bien habla de una exacerbación en algunos pequeños grupos de posturas nacionalistas y chovinistas, que encuentran en el inmigrante una justificación para el fortalecimiento de su organización.
«En Chile, la frontera norte, como todo lugar limítrofe, ha coexistido siempre con la presencia de los nacionales de aquellos países vecinos. Y lo mismo ocurre al otro lado de la frontera», indica.
El codirector de Barómetro de Xenofobia concuerda con el análisis de Roessler. “Chile a nivel general no creo que sea xenófobo, sí que hay un grupo minoritario de personas que sí lo son y esto en el fondo tiene que ver con ciertos estímulos a los cuales hemos estado expuestos, principalmente tiene que ver con campañas políticas anteriores y las mismas políticas públicas que ha tomado este Gobierno”.
Hoy, en palabras de Roessler, las víctimas de la xenofobia son aquellas personas identificadas con ciertos rasgos raciales. Y cita la Encuesta Bicentenario, según la cual quienes más se sientes discriminados son los haitianos y colombianos.
Además, Palomera recuerda la xenofobia que anteriormente sufrieron determinados extranjeros por temas específicos, como los anarquistas llegados a principios de siglo desde Europa, los palestinos que arribaron durante el siglo XX, los refugiados de la Guerra Civil española, los latinoamericanos que apoyaron el gobierno de la UP y fueron perseguidos tras el golpe militar, e incluso los extranjeros acusados sin pruebas por las autoridades de la quema del Metro durante el estallido social.
«En este trayecto, la asociación, esporádica pero llamativa en nuestra historia se hace presente hoy, vinculando al inmigrante pobre e irregular, con la delincuencia y el narcotráfico».
Las principales víctimas de la xenofobia son «siempre los más desvalidos de los grupos discriminados. En este caso, aquellos empobrecidos por la crisis económica, la polarización socioeconómica y afectados por los efectos de la pandemia. Asimismo, aquellos que por miedo fundado buscan un lugar de refugio como alternativa de sobrevivencia».
«Sobre este punto es necesario resaltar que los desplazamientos humanos actuales, a diferencia de los realizados durante el siglo XX, se caracterizan por la mayor presencia de familias, afectando particularmente a niños, niñas, adolescentes, mujeres y personas de la tercera edad».