¿Alguna vez has oído la frase “somos lo que comemos”? Probablemente sí, pero, ¿sabías que también eres lo que comió tu madre mientras te gestaba? Un estudio realizado en ratones por la Universidad Northwest A&F, estudió el impacto que podría tener la obesidad en personas gestantes. Los científicos concluyeron que la influencia del estado nutricional materno en la microbiota intestinal puede tener consecuencias de déficit congnitivo y social en los bebés.
Estudios tanto en animales como en humanos han demostrado que la obesidad materna tiene consecuencias adversas para la salud a corto y largo plazo en los hijos, ya que conduce a mayor posibilidad de que estos padezcan diabetes e hipertensión.
Pero eso no es todo. También se ha asociado la obesidad materna gestacional con peor rendimiento en pruebas de memoria y de habilidades sociales en los hijos. Es más, se ha reportado que hay una mayor incidencia en que los hijos tengan algún tipo de trastorno del espectro autista (TEA).
Esto da cuenta de la gran importancia de la salud y el estado nutricional de la madre al momento de la gestación y, a su vez, resulta alarmante debido a la gran prevalencia de la obesidad entre mujeres en edad reproductiva a causa de un estilo de vida sedentario y al consumo de alimentos con alto contenido de azúcar y grasas, condiciones que se han visto incrementadas durante la pandemia en que la mayoría de la población ha experimentado un aumento de peso debido a las restricciones de movilidad como medida para poder combatir el virus.
Debido al gran impacto que tiene lo mencionado anteriormente en la salud a nivel mundial, resulta relevante comprender el impacto de la obesidad materna en el comportamiento y función cerebral de la descendencia. Es así que investigadores de la Universidad Northwest A&F, liderados por el investigador Xiaoning Liu, se propusieron estudiar las conexiones entre la obesidad materna y el déficit conductual cognitivo de la descendencia y, también los efectos beneficiosos de la fibra dietética sobre estos déficits.
Para este estudio, los investigadores utilizaron ratones hembra que fueron alimentadas con una dieta alta en grasas, de manera de inducir la obesidad en ellas, y luego las cruzaron con machos para evaluar los efectos de la obesidad materna sobre las crías.
En una primera instancia, evaluaron el efecto de la obesidad materna sobre la memoria y la sociabilidad, mediante pruebas de conducta, en animales adultos descendientes de madres obesas. Observaron que estos animales presentaban un deterioro en la memoria y también en su comportamiento social, lo que se observaba como una menor interacción con otros animales. De esta forma corroboraron lo que ya se había documentado anteriormente: la obesidad materna induce déficits cognitivos y de comportamiento social en la descendencia.
Para intentar dilucidar el mecanismo por el cual ocurren estos efectos, los investigadores se enfocaron en la microbiota intestinal. Esta corresponde a la comunidad de microorganismos que habitan dentro del tracto gastrointestinal, y que se ha comprobado mediante variados estudios, que tiene un rol importante en el desarrollo y función de los sistemas inmunológico, metabólico y nervioso de un individuo.
La microbiota intestinal de un individuo se establece en el momento de su nacimiento por transmisión vertical desde el canal de parto, en el caso de partos vaginales. En caso de partos por cesárea esta se transmite desde la piel de la madre al bebé y, por lo tanto, es heredable. Cabe destacar que, en el caso de este estudio de investigación, los ratones nacieron todos por parto vaginal.
Por otro lado, el consumo de alimentos altos en grasas y azúcares puede alterar de manera negativa la composición de la microbiota y, por lo tanto, la influencia del estado nutricional materno en la microbiota de la descendencia pueden alterar el riesgo de deterioro mental causado por cambios en el neurodesarrollo. Para corroborar esta teoría, realizaron un trasplante de microbiota de madres obesas a madres sanas y observaron que, en este caso, el déficit cognitivo y social persistía en la descendencia.
Teniendo lo anterior en mente, los investigadores consideraron que restablecer una microbiota intestinal saludable en la madre podría mejorar el deterioro neurológico observado en la descendencia.
Para esto, a las madres se les administró una dieta alta en fibra en conjunto con la dieta alta en grasas, ya que se ha informado que la fibra dietética mejora la microbiota intestinal, proporcionando un sustrato esencial para la comunidad de microbios que habitan el intestino, en otras palabras, la fibra se considera como “alimento” para las bacterias de la microbiota. Observaron que la alta ingesta de fibra en la dieta de la madre mejoró los déficits cognitivos y sociales en la descendencia.
En línea con esto, probaron si la ingesta de fibra dietética en la descendencia, luego del destete, podría evitar los cambios observados en la adultez y descubrieron que, efectivamente, la ingesta de fibra mitigó los déficits cognitivos y sociales inducidos por la obesidad materna. Esto indica que la ingesta alta de fibra dietética podría ser una intervención eficaz para mitigar la influencia de la obesidad materna en el desarrollo del sistema nervioso central de la descendencia.
Una posible explicación de cómo las bacterias intestinales de la microbiota pueden afectar el comportamiento de un individuo es la generación de ácidos grasos de cadena corta (AGCC) a partir del procesamiento de la fibra dietética por parte de las bacterias. Se ha informado que los AGCC son moléculas capaces de ingresar al cerebro por lo que podrían afectar el desarrollo y función del sistema nervioso central.
De hecho, estudios anteriores han establecido que las anomalías del desarrollo neurológico en personas con TEA se acompañan de un metabolismo deficiente de acetato y propionato, los que corresponden a AGCC producidos por la microbiota intestinal.
En el caso de este último estudio, se encontró que las concentraciones de acetato y propionato en las heces se redujeron en la descendencia de madres obesas.
Sin embargo, la formación de estos AGCC se restauró cuando las madres, o las crías, suplementaron su alimentaron con fibra dietética, y se correlacionó con las mejoras a nivel cognitivo y social. Para corroborar la teoría de que las mejoras observadas en la descendencia fueron producidas por un aumento en la producción de AGCC, tras la ingesta de fibra dietética, los investigadores administraron AGCC a las crías de madres obesas luego del destete y observaron que, en efecto, mejoraron sus habilidades cognitivas y sociales.
Esta investigación indica que el eje conformado por microbiota-metabolitos-cerebro puede ser la base de las disfunciones cognitivas y sociales inducidas por la obesidad materna y, además, que la alta ingesta de fibra dietética podría ser una alternativa prometedora.
Aún más importante, podríamos revertir los posibles efectos a nivel cognitivo producidos por una mala alimentación de nuestras madres si a nosotros nos alimentan bien durante nuestro desarrollo, pero para eso es importante que recibamos una educación alimentaria desde pequeños.
Desafortunadamente, en la actualidad esto no ocurre. Todo lo contrario, debido a una falta de educación alimentaria y medios para una buena alimentación, crecemos en un ambiente obesogénico, lo cual cada vez se vuelve más alarmante a nivel mundial.
*Este artículo surge del convenio con el Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso.