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«La guerra de los monumentos», el efecto colateral del estallido CULTURA

«La guerra de los monumentos», el efecto colateral del estallido

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El escritor Jonathan Lukinovic además acaba de publicar un libro sobre el tema, que empezó a investigar antes del 18 de octubre de 2019. «En el caso chileno trabajé inicialmente con cerca de 30 casos registrados en medios de comunicación, caracterizados como vandalismo, y luego de octubre del 2019, fueron cerca de 300 los casos en análisis, distribuidos de Arica a Punta Arenas, con una presencia mayoritaria en la capital, debido a la cantidad de monumentos en la Región Metropolitana, cifra que dobló lo recopilado inicialmente para toda América Latina antes de 2019», relata. «El plinto vacío es el mejor representante de una época de cambios y transformaciones, y, sobre todo, de cuestionamientos al funcionamiento de nuestra sociedad». Asimismo, el tema es registrado por diversos grupos en Instagram, como Monumentos Incómodos y Antes del Olvido.


Uno de los efectos del estallido de 2019 fue la masificación del cuestionamiento a una serie de monumentos existentes a lo largo y ancho del país, muchos de los cuales fueron removidos por manifestantes en los primeros días.

El fenómeno no es algo local, ya que se repitió en el último tiempo en países tan diversos como México, Colombia y Estados Unidos, donde los personajes impugnados fueron mayormente hombres vinculados a la colonización y el esclavismo de América, aunque también ha afectado a figuras como el Presidente Salvador Allende.

En el caso de Chile, el tema es registrado por diversos grupos en Instagram, como Monumentos Incómodos y Antes del Olvido. Además, el investigador Jonathan Lukinovic acaba de publicar su libro La guerra de los monumentos (Editorial Camino).

«Como planteo a lo largo de este libro, lo que busco no es validar el acto destructivo de estos referentes simbólicos como una forma sana de relación de los sujetos o comunidades con su entorno, ni intento adjudicar al mal manejo mediático el ocultamiento de la desactivación simbólica de los monumentos. Lo que busco, principalmente, es aportar con herramientas para facilitar su comprensión, sumado al intento de reconocer los mecanismos internos de estas manifestaciones para, así, diagnosticar las limitaciones y posibilidades del uso del espacio público y su importancia para las comunidades que en este interactúan», explica.

Más allá del vandalismo

Lukinovic es doctor en Estudios Americanos y Magíster en Literatura. Anteriormente publicó libros como El tiempo del miedo, La canción punk de los 80 en Chile y Sexta Punk: 255 afiches de Historia.

En el caso de su último libro, quiso centrarse en aquellas manifestaciones que, por su radicalidad o anonimato, normalmente eran clasificadas como vandalismo por los medios de comunicación. Un trabajo que de hecho comenzó antes del estallido, y cuya radicalización y masificación pudo observar a partir del 18 de octubre de 2019.

«Me interesaron, pues veía en ellas elementos compartidos, formas y funcionamientos similares, que me llevaron a querer saber más al respecto. A mediados del 2018 comencé a buscar y estudiar casos en Chile y en Latinoamérica desde el año 2000 en adelante. Comencé por buscar en medios de comunicación en distintos países casos enunciados como vandalismo, y me topé con manifestaciones muy similares, incluso conductas repetitivas, y algunos aspectos simbólicos compartidos», cuenta.

En esa primera incursión, el investigador  ya tenía un gran listado de monumentos intervenidos, rayados, destruidos, decapitados, erradicados, desplazados y reemplazados, entre otros, repartidos por todo el continente, algunos países con más casos que otros. Chile, por ejemplo, ya tenía a esa fecha una considerable cantidad de casos, la que se triplicaría para 2020.

Un monumento del Presidente Salvador Allende fue atacado en la comuna de San Joaquín.

Categorías

Si bien el concepto de monumento, en su amplio sentido, permite variadas manifestaciones, su investigación se centró, al ser un factor vital al proceso, en el uso y dominio del espacio público y, por tanto, en cualquier manifestación escultórica o memorial situada en dicho espacio, que fuese intervenida de alguna manera o directamente destruida, principalmente en representaciones o validaciones de hechos o personajes históricos comprendidos normalmente como referentes formativos del presente de la ciudadanía.

«En el caso chileno trabajé inicialmente con cerca de 30 casos registrados en medios de comunicación, caracterizados como vandalismo, y luego de octubre del 2019, fueron cerca de 300 los casos en análisis, distribuidos de Arica a Punta Arenas, con una presencia mayoritaria en la capital, debido a la cantidad de monumentos en la Región Metropolitana, cifra que dobló lo recopilado inicialmente para toda América Latina antes de 2019», revela.

La cantidad de casos recopilados, lo llevó a la necesidad de generar categorías para el análisis general, en las que trabajó: monumentos con rayados y consignas, monumentos intervenidos –en los que se intentaba transformar simbólicamente el sentido original de estos–, monumentos destruidos o decapitados, monumentos desplazados, atentados a monumentos, instauración no-oficial de monumentos, destrucción o contraataques a monumentos no oficiales, destrucción pasiva y oficial de monumentos, categorías que ayudarían a facilitar el análisis ante la complejidad del fenómeno, de los cuales en el libro se ofrece un catálogo detallado y el análisis de algunos de los más significativos por categoría.

Crédito: Monumentos Incómodos.

En Instagram

El tema de los monumentos no solo está en los libros. En Instagram existen grupos como Monumentos Incómodos, que cuestionan aquellos, por ejemplo, que recuerdan a la dictadura militar del general Augusto Pinochet, pero también replican lo ocurrido en países como Colombia.

«¿Qué hacer con un monumento incómodo que homenajea un ‘falso presidente’?», se preguntan sus responsables en una publicación de noviembre pasado, en alusión a una placa de Puerto Aysén, donde se homenajea a Pinochet «nombrándolo como ‘Presidente’ cuando fue un dictador».

«Junto a agrupaciones de Derechos Humanos de Chile estamos catastrando los monumentos que homenajean a la dictadura en Chile, llevamos más de 20 para compartir sus nombres, ubicaciones de estatuas, nombres de calles, nombres de edificios públicos, entre otros», señala la publicación de Monumentos Incómodos.

Este colectivo está integrado por especialistas de diversas áreas –abogados, arquitectos, historiadores, periodistas y artistas visuales– y nació a partir del 18 de octubre con la intención de generar una plataforma para visibilizar los actos de desmonumentalización «que ponen en tela de juicio o que tensionan la idea tradicional que tenemos de los monumentos», según una de sus integrantes.

Ellos invitan a los internautas a enviarles sus aportes al respecto.

Derribo a estatua de Pedro de Valdivia en Concepción, 14 de noviembre de 2019. Crédito: Monumentos Incómodos.

«Vemos desde la revuelta que empieza casi una performance ciudadana que no es coordinada, sino que es espontánea en distintas partes del territorio. Se botan monumentos, se resignifican, se levantan otros tipos de monumentos, monumentos efímeros, monumentos ciudadanos que tienen memoria, etcétera», comentan desde el colectivo.

A través de esta plataforma se han ido documentando estas distintas iniciativas y obviamente esto ha generado que desde otros lugares de Chile y de otros lugares del mundo también se haya ido aportando con ejemplos similares.

El grupo se llama Monumentos Incómodos, «principalmente porque trata de visibilizar aquellos monumentos que todavía se anclan en situaciones coloniales, patriarcales y racistas, pero también que permiten una lectura diferente sobre cómo habitamos las ciudades».

Patrimonio y memoria: registro en 3D

Otro colectivo que nació a raíz del Estallido Social es Antes del Olvido, quienes realizan talleres, conversatorios y modelos 3D de monumentos que fueron intervenidos en las protestas de octubre de 2019, con el fin de realizar un archivo que recopile las imágenes y modelos que iban creando.

Cristóbal Cea, artista visual, docente de la Universidad Católica y parte de Antes del Olvido, comenta que el colectivo surgió por una sensibilidad común que tenía con un grupo de artistas.

«Sensibilidad que en un principio tenía que ver con registrar un momento histórico que podía ‘borrarse’ en cualquier minuto, usando herramientas digitales ligadas al 3D, la cultura de Internet y los videojuegos», cuenta Cea.

Y apunta que desde un principio realizaron talleres para generar un archivo común y compartir las herramientas técnicas que conocían a cambio de un compromiso en contribuir con imágenes o modelos 3D en un Google Drive.

Museo Nacional de Bellas Artes. Crédito Imagen: Antes del Olvido

Museo Nacional de Bellas Artes. Crédito Imagen: Antes del Olvido

El colectivo compuesto por Sarai León, Francisco Cangas, Vania Montgomery, Pama Canoles, Kurt Malonek y Josefina Buschman, Pablo Beaza y Cristóbal Cea, comenzó con talleres de fotogrametría en la Escuela de Artes UC, pero luego rápidamente se fueron transformando en una comunidad y empezaron a juntarse en talleres, museos y casas. El archivo fue creciendo y el proyecto se transformó en un sitio web con el apoyo de la Dirección de Artes y Cultura de la UC y el Goethe Institut.

Cea expresa que no pretendían nada en concreto, pero que les interesaba generar un espacio de aprendizaje que no esté ligado necesariamente a lo que tradicionalmente se entiende como autoría y reflexionar a través de los modelos tridimensionales en torno a la «crisis de representación que es simultáneamente política y estética».

«Cuando Josefina Buschman descubrió que construir estos modelos tridimensionales, muchas veces fragmentados e imperfectos, era hacer visible las ruinas del capitalismo. Y, bueno, para cambiar algo primero hay que saber reconocer cuándo se termina, ¿no? Linda tarea para el arte romper un hechizo y luego reencantar el mundo. Pucha que hace falta».

Igualmente Cea enfatiza que el archivo «nunca ha sido el fin» y que en realidad es «una herramienta para experimentar y pensar creativamente el estallido. Las performances fotogramétricas o los simposios y charlas en que hemos participado, han sido simplemente expresión de lo que pensamos mientras archivamos».

Finalmente, el artista visual explica que el concepto de patrimonio está siendo entendido como memoria y que «se conserva justamente porque se conversa, muta y se transmite».

«En Antes Del Olvido nos interesa la idea de este patrimonio conversado: un repositorio de archivos y talleres que abrazan el archivo como algo vivo, desde el afortunado encuentro entre lo virtual y lo físico que fueron estos talleres», remarca.

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