El 2 de febrero se conmemora el Día mundial de los Humedales. En Chile existe un tipo particular de humedal que es el de las turberas y que se pueden encontrar desde la Región de Los Lagos hasta Magallanes. Estos ecosistemas ocupan el 3% del espacio del planeta y fijan el 30% del carbono presente en los suelos terrestres, por lo que tienen un rol relevante en el almacenamiento de CO2, así como en la regulación de los ciclos hidrológicos. Sin embargo, las turbas están siendo extraídas y comercializadas como sustratos para plantas y aislante térmico en lugares como Chiloé. Es por eso que más de 170 organizaciones ambientales empujaron el proyecto de Ley de Protección de Turberas, el que actualmente se encuentra en la Cámara de Diputadas y Diputados.
Desde la Región de Los Lagos hasta Magallanes se encuentran las turberas, un tipo de humedales que funcionan como verdaderas esponjas de dióxido de carbono y de agua, por lo que tienen un rol fundamental en el almacenamiento de carbono, sin embargo, el musgo Sphagnum presente en ellos ha sido explotado por años.
La crisis climática ha tomado cada vez más relevancia debido al aumento de la temperatura de la Tierra que, según el último informe del IPCC, no debería sobrepasar los 1,5 grados, y para alcanzar este objetivo es fundamental disminuir la emisión de gases de efecto invernadero. Es por eso que la extracción de la turba en lugares como la Isla Grande de Chiloé es relevante tanto para la conservación de estos ecosistemas como para la amortiguación del cambio climático.
Según cifras de Greenpeace, las turberas ocupan el 3% de la superficie del planeta, pero fijan el 30% del carbono presente en los suelos terrestres. Chile alberga cerca de 3,1 millones de hectáreas de turberas, las que desde la última glaciación han almacenado cerca de 1,2 billones de toneladas de carbono, equivalentes a lo que Chile emitiría durante 99 años, considerando las emisiones totales del país.
Es por eso que estos humedales tienen una importancia ecológica inmensa. Adicionalmente, su origen data del derretimiento de glaciares hace miles de años y la acumulación de materia orgánica muerta.
«Las turberas son unas verdaderas esponjas naturales y con eso colaboran a que la biodiversidad se pueda mantener. Aparte, reducen la huella de carbono, dado que absorben bastante carbono. Eso podría ser de mucha utilidad para nosotros por el tema del cambio climático y el efecto invernadero, pero además, dado que esta estructura puede albergar agua, también produce ciertos niveles de equilibrios respecto a las temperaturas e incluso los vientos de algunas zonas puntuales», sostiene Eduardo Acuña, cofundador de la Red Plurinacional de Humedales.
De acuerdo a lo que menciona Acuña, las turberas también contienen enormes reservas de agua: el material esta constituido por 90% de agua y 10% de plantas. Según Greenpeace, solo en la Región de Aysén existen más de 10 billones de metros cúbicos de agua dulce almacenados en esos ecosistemas.
Las turberas, además de ser almacenadoras de carbono, cumplen el rol de sumideros. Esto quiere decir que consumen mayor cantidad de CO2 del que emiten, sin embargo, esta ventaja que tienen se puede transformar en todo lo contrario a raíz del desequilibrio en estos ecosistemas.
La doctora en biología de la conservación, Carolina León Valdebenito, junto con un grupo de investigadores del Centro de Investigación en Recursos Naturales y Sustentabilidad (CIRENYS) de la Universidad Bernardo O’Higgins, desarrollaron el sitio web de divulgación científica Turberas.cl, donde explican la importancia ecológica de las turberas y la problemática que se genera en torno a este tipo de humedales.
La doctora León explica que este tipo de humedal acumula materia orgánica que está saturada de agua, por lo que no hay oxígeno y es ahí donde quedan estancados los grandes reservorios de carbono. Sin embargo, «si hay alguna alteración de ese ecosistema, principalmente hidrológica, o sea, si tú haces canales, las drenas y sacas el agua, ahí lo que se genera es que esta materia que esta semidescompuesta se empieza a oxidar y a descomponer, entonces ahí cambia ese rol de guardiana del carbono y comienza a emitir carbono y pasa de sumidero a emisor», expone la científica.
Adicionalmente, la doctora en biología de la conservación manifiesta que las turberas son relevantes para la conservación de la biodiversidad, puesto que son el refugio de distintas especies, además de regular los ciclos hidrológicos y, como detalla el sitio web, son archivos paleoambientales y arqueológicos.
No obstante, la experta enfatiza que las turberas, pese a que almacenan una gran cantidad de CO2, no son los mejores paisajes para fijar el carbono de la atmósfera.
«Las turberas no son los mejores fijadores de carbono. Hacen fotosíntesis y hay fijación, pero no es comparable con, por ejemplo, lo que esta fijando un bosque. Lo importante de la turbera es que tiene mucho carbono acumulado y la principal contribución a mitigar el cambio climático es que nosotros no la degrademos, para liberar ese carbono», puntualiza.
En Chile existen turberas naturales y antropogénicas, es decir, que las primeras se formaron con el descenso de la actividad glaciar de manera natural, mientras que las segundos son el resultado de las alteraciones del suelo por parte de los humanos.
Estos humedales son extraídos y exportados para ser utilizados como nutrientes y sustratos para plantas u hongos y además como aislante térmico, por lo que su interés económico ha aumentado en los últimos años.
«Las turberas son tomadas como un fósil viviente y están mal catalogadas dentro de esa estructura y son explotadas. Por lo general, la turbera la muelen y la ocupan como sustrato, e incluso en algunas partes las han usado como aislantes térmicos», dice Eduardo Acuña.
En ese sentido, Acuña acusa que esta explotación se está haciendo»sin mayores controles, es por eso que la ley es tan importante y debemos ver cómo de una vez por todas se respeta la naturaleza y los derechos a existir de esta misma, los bienes naturales comunes que aquí se encuentran, la turbera y el agua, son de relevancia en estos minutos por el tema de cambio climático».
Ante esta situación, más de 170 organizaciones nacionales e internacionales impulsaron el desarrollo de la Ley de Protección de Turberas que se encuentra en discusión en la Cámara de Diputadas y Diputados.
De ser promulgada, la ley tendría como objetivo: «La recuperación y el mejoramiento de las turberas del territorio nacional con el fin de asegurar la sustentabilidad de estos ecosistemas reconocidos por su alto valor ambiental», detalla el sitio web de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile.
Eduardo Acuña expresa que el proyecto de ley es relevante para la protección de este tipo de humedal y el amortiguamiento de la crisis climática.
«La ley de protección ambiental para las turberas tiene un rol de piedra angular de nuestra lucha en Chile por el cambio climático. Es fundamental que se haya aprobado en general la ley, sobre todo con el artículo 3, con prohibición de extracción».
Por su parte, Carolina León también manifiesta que es necesaria la protección de las turberas, pero es crítica en el sentido de que cree que la prohibición de extracción puede ser perjudicial para ciertas personas que subsisten de las turberas y argumenta que hay formas de hacer un comercio sustentable con esos ecosistemas.
«Le hicieron una indicación donde se prohíbe cualquier actividad dentro de la turbera y, claro, desde un punto de vista de conservación para un tipo de ecosistema, podría ser una propuesta importante desde un contexto de cambio climático. Pero también hay otro componente: que estos ecosistemas son parte también de una actividad de la agricultura familiar campesina y dentro de la ley y de las indicaciones no se establece ninguna medida compensatoria de apoyo ni de nada», expresa la científica.
Finalmente, agrega: «Hay experiencia y datos de buenas prácticas de gente que lleva años manejando sus humedales, recolectando de manera sustentable, que se vuelve a regenerar, y que incluso lo que han hecho ellos es tomar humedales que estaban muy degradados y pudieron recuperar».