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Cuando un familiar vuelve a casa después de un siglo: el retorno del moai Tau para el pueblo Rapa Nui CULTURA

Cuando un familiar vuelve a casa después de un siglo: el retorno del moai Tau para el pueblo Rapa Nui

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Marco Fajardo Caballero
Por : Marco Fajardo Caballero Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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El hecho además ocurre en un momento especial, ya que, en el marco de la Convención Constitucional, el Pleno aprobó la semana pasada un artículo que indica que «los pueblos y naciones preexistentes tienen derecho a obtener la repatriación de objetos de cultura y de restos humanos pertenecientes a los pueblos». «Queremos que nuestros ancestros vuelvan a Rapa Nui, a estar aquí con nosotros, convivir con ellos y adquirir de ellos el ‘mana’ (‘poder’, ‘fuerza’), que nosotros valoramos muchísimo, que es un valor espiritual, que afecta positivamente a la comunidad toda», expresa el alcalde de la isla, Pedro Edmunds. La salida de las obras y restos óseos fue sin consulta ni conocimiento ni consentimiento del pueblo Rapa Nui, casi a hurtadillas en varios casos, cuenta Pamela Huke, presidenta del grupo de las mujeres sanadoras Papa Ra’au. Un moai no solo está vinculado a un proceso de enterramiento, sino también a algunos de los clanes de la isla, en sitios que para los isleños además son sagrados. «Esa cultura está viva, esa conexión aún existe», explica la convencional Tiare Aguilera.


¿Qué sentiría usted si, al visitar a un ser querido en el cementerio, descubriera que no solo se han llevado la lápida de su tumba sino además sus restos óseos, para exponerlos en un museo? Guardando las distancias, eso es lo que ha sucedido durante más de un siglo con el pueblo Rapa Nui.

Eso posiblemente explique la ansiedad con que se vive en la isla el retorno del moai Tau, una pieza icónica de la cultura polinésica, que regresará después de más de 150 años. La figura, que representa a un antepasado, zarpó este lunes desde Valparaíso en un buque de la Armada.

El hecho además ocurre en un momento especial, ya que, en el marco de la Convención Constitucional, el Pleno aprobó la semana pasada un artículo que indica que «los pueblos y naciones preexistentes tienen derecho a obtener la repatriación de objetos de cultura y de restos humanos pertenecientes a los pueblos».

«El Estado adoptará mecanismos eficaces en materia de restitución y repatriación de objetos de culto y restos humanos que fueron confiscados sin consentimiento de los pueblos y garantizará el acceso de los pueblos a su propio patrimonio, incluyendo objetos, restos humanos y sitios culturalmente significativos para su desarrollo», señala dicha norma.

La pieza debería llegar entre el 7 y 8 de marzo próximos a la isla. Estaba en el Museo Nacional de Historia Natural de Santiago y es solo uno de varios sacados de Rapa Nui en el pasado y que hoy se exponen no solo en Chile, sino también en museos de Europa, Norteamérica y Oceanía, en contra de la voluntad del pueblo polinésico, que los siente como parte de su familia.

Además es especial: del centenar de figuras, la mayoría hechos en roca volcánica, solo tres conocidos están hechos de basalto, un material mucho más duro, y este es uno de ellos.

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«Queremos que nuestros ancestros vuelvan a Rapa Nui, a estar aquí con nosotros, convivir con ellos y adquirir de ellos el ‘mana’ (‘poder’, ‘fuerza’), que nosotros valoramos muchísimo, que es un valor espiritual, que afecta positivamente a la comunidad toda», señala el alcalde de la isla, Pedro Edmunds.

Supervivencia cultural

Para el pueblo Rapa Nui los moai representan el espíritu de sus antepasados y se consideran la encarnación viva de una persona, poseedoras de energía ancestral. Para la comunidad, sus ancestros, objetos funerarios y materiales ceremoniales pueden estar tan vivos como los mismos miembros de sus comunidades.

En ese sentido, es fácil imaginar qué significa para los isleños que al moai de Viña del Mar, tras llevárselo de la isla, le insertaran unos fierros en su centro para montarlo en su lugar, en plena vía pública, frente al Museo Fonck.

Por ello, la restitución del moai Tau y de Ivi Tupuna (esta última concretada en enero de 2022) constituyen una necesidad vital de supervivencia cultural, toda vez que son referentes significativos para la permanencia y revitalización del presente, mediante rituales y prácticas que fortalecen el «estar en el mundo» y su identidad en el territorio.

La devolución del moai obedece a una gestión liderada por el Consejo de Ancianos, durante los gobiernos de Michelle Bachelet y Sebastián Piñera, para repatriar una serie de objetos desde Chile y el exterior, explica el jefe comunal.

Al museo Rapa Nui

Tras ser recibido en la isla, en una ceremonia a la cual está convocada toda la comunidad, el moai será trasladado al Museo Antropológico Padre Sebastián Englert (MAPSE).

«Nos complace muy afectuosamente la llegada de este moai. Es un deseo de la comunidad de hace muchos, muchos años. Están todos convocados a visitarlo luego de su llegada», expresó Katherine Atan, directora subrogante del museo.

La figura quedará alojada en un sector del museo reservado para objetos patrimoniales monumentales, donde ya hay otra cabeza de moai, y que es de libre acceso al público.

«Estamos muy contentos de poder recibirlo. Hemos convocado a toda la comunidad para que pueda participar en este momento (de recepción), que es muy emblemático para nosotros como pueblo, de gran simbolismo, ya que pertenece a nuestra cultura», dijo, al tiempo que destacó la señal del Estado «para restituir lo que es nuestro». En ese sentido, Atan agradeció las gestiones del Ministerio de las Culturas y del Museo Nacional de Historia Natural (MNHN).

Historia del retiro

El moai fue retirado de la isla en enero de 1870, tras la orden del ministro de Marina de esa época, Francisco Echaurren Huidobro. La pieza inició su viaje al continente el 31 de enero en la corbeta O’Higgins, llegando a Valparaíso el 7 de marzo. Ingresó finalmente el 16 de marzo de 1870 al Museo Nacional de Historia Natural.

«Creo que lo más importante para todo Rapa Nui es lo que simboliza en este caso el moai que se repatrió. Cada moai refleja un antepasado del pueblo Rapa Nui», señaló la convencional por la isla, Tiare Aguilera, quien recordó que los moai se erigen sobre plataformas que son cementerios.

Ella subraya que el recuerdo de los moai que fueron sacados de la isla pervivió siempre en la tradición oral del pueblo Rapa Nui, y nunca fueron olvidados, con diversos relatos sobre cómo fueron retirados, por quiénes y bajo cuáles circunstancias, dependiendo de la presencia de testigos durante los hechos.

«La salida de las obras y restos óseos fue sin consulta ni conocimiento ni consentimiento del pueblo Rapa Nui, casi a hurtadillas en varios casos», cuenta Pamela Huke, presidenta del grupo de las mujeres sanadoras Papa Ra’au.

«Su ausencia se vivió de dos formas diferentes. En el caso de los que no se tenía conocimiento, como si no existieran. Y en el segundo caso, de los que sí se tenía conocimiento, con dolor y pérdida».

Para ella, los sentimientos fueron de «nostalgia e impotencia». «Sintieron que les robaron parte de su alma y espíritu, y a su descendencia su lugar de origen, su tierra, su historia y su genoma cultural familiar».

La convencional Tiare Aguilera.

¿Y los restos óseos?

A eso se suman los restos óseos del pueblo Rapa Nui, que poco a poco han vuelto a la isla, como ocurrió en enero de este año.

«¿Qué significa que tengamos restos óseos en distintos museos del mundo? Eso no es patrimonio, los restos óseos son los antepasados de un pueblo en particular, no solo el pueblo Rapa Nui», señala Aguilera.

En ese sentido, recuerda el retorno de la cabeza tatuada de un guerrero maorí en 2011, que regresó después de más de un siglo de Francia a Nueva Zelanda, para recibir sepultura. Un anhelo que el pueblo Rapa Nui comparte con otros pueblos originarios de Chile, que sufren la ausencia de los restos de sus antepasados en otros museos alrededor del globo.

«Hay una relación que no solo tiene que ver con un valor cultural. Son los ascendientes», remata, al apuntar a los más de cien restos óseos devueltos por el MNHN a la isla en enero pasado.

Un moai no solo está vinculado a un proceso de enterramiento, sino a algunos de los clanes de la isla, en sitios que para los isleños además son sagrados.

«Esa cultura está viva, esa conexión aún existe», explica.

Compromiso del Estado

El traslado a bordo de la barcaza Rancagua es la última etapa de un viaje que comenzó a fines de 2018, cuando la comunidad Rapanui representada por las organizaciones Codeipa, Consejo de Ancianos y Comunidad Indígena Ma’u henua solicitaron, mediante una carta, el retorno de algunas piezas a la isla.

En febrero del 2019, la ministra Consuelo Valdés se comprometió con la comunidad a regresar uno de los tres moai que permanecían en el Museo Nacional de Historia Natural para ser conservado y exhibido en el Museo Antropológico Padre Sebastián Englert de Rapa Nui. El seleccionado fue el moai Tau (Nº de inventario 3208), debido a que presentaba un buen estado de conservación, además de ser el único de los tres tallado en roca basáltica.

El complejo proceso efectuado para mover el moai, su embalaje y traslado al puerto de Valparaíso tuvo que enfrentar muchos desafíos, debido a que estaba ubicado en una parte del edificio del MNHN dañada por el terremoto de 2010, además de la emergencia sanitaria, que retrasó el plan de traslado.

Finalmente, gracias a la asesoría técnica y coordinación del Centro Nacional de Conservación y Restauración del Servicio Nacional del Patrimonio, junto al equipo de Asmar, la Armada de Chile, y el mismo MNHN, la escultura pudo ser sacada del museo y trasladada a su punto de embarque.

Edmunds recordó que sigue pendiente el retorno de otro moai desde el Museo Fonck de Viña del Mar y un tercero desde La Serena, mientras continúan gestiones del Gobierno para lograr la devolución de objetos de otros países, como Inglaterra, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Noruega, Holanda, Italia y Francia.

Por eso para la convencional Aguilera son necesarias no solo a nivel interno, sino también diplomáticas con otras naciones.

«Hay mucho que hacer todavía, mucho camino por recorrer», concluyó Edmunds.

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