El embalse El Yeso acumula actualmente 166 hm3 de agua, equivalentes al consumo de la ciudad por tres meses. «Este año hemos experimentado valores extremadamente críticos, del orden de una cuarta parte de lo que había sido el promedio histórico e incluso a la mitad de los caudales de los ríos durante la megasequía de los últimos 10 años», advierten desde Aguas Andinas. Y agregan: las «soluciones deben ser abordadas con el compromiso de todos los sectores, ciudadanía y organizaciones; a nivel público, privado, codo a codo con las autoridades. Ello, pensando en resolver no solo el déficit actual sino también el futuro, porque esto ya no es una emergencia, es una situación permanente». Actualmente, el promedio de consumo es 170 litros diarios por persona, muy superior al promedio de los países OCDE, de 100 litros diarios. Incluso, en las comunas con más áreas verdes, el consumo promedio llega a cifras de más de 350 litros diarios por persona. «En la actualidad, la ciudad de Santiago consume más del 50% del caudal disponible», grafican investigadores de la UC. A diferencia de lo que sucede a nivel social, las comunas del sector oriente de la capital –Las Condes, Lo Barnechea y Vitacura– están dentro de las más vulnerables, debido a que son abastecidas por el río Mapocho, cuya condición es crítica.
En medio de una crisis hídrica que no cede, Santiago podría sufrir este año el racionamiento de agua, de no mejorar los «valores extremadamente críticos» de los caudales de los ríos que abastecen a la capital, según señaló la empresa Aguas Andinas.
En efecto, la capital lleva 13 años de sequía y el año pasado –cuando en Santiago llovió apenas dos días– fue el cuarto más seco en la historia de la Región Metropolitana.
«Este año hemos experimentado valores extremadamente críticos, del orden de una cuarta parte de lo que había sido el promedio histórico e incluso a la mitad de los caudales durante la megasequía de los últimos 10 años», señala Eugenio Rodríguez, director de Clientes de Aguas Andinas, a El Mostrador.
Recientemente, el propio gobernador de la Región Metropolitana, Claudio Orrego, se manifestó de manera similar, al señalar que «no se puede descartar el racionamiento en Santiago este año si se mantienen estas condiciones climáticas».
«Cuando disminuya el caudal del río bajo cierto nivel, hay que activar el racionamiento. Obviamente esto no parte con el corte completo. Parte con cortes por día, cortes nocturnos».
En ese marco, el gobernador firmó a comienzos de marzo la alianza de Ciudades Líderes por el Calor Extremo. La capital es la segunda región de Chile más impactada por las olas de calor extremo después del desierto en Atacama.
Santiago vendría a sufrir así un flagelo que ya afecta a otras zonas del país. En la Región de Valparaíso, la empresa Esval advirtió, a fines del año pasado, que el racionamiento podría ocurrir también en el puerto, al señalar que el consumo solo estaba asegurado hasta mayo.
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Guillermo Donoso, profesor titular del Centro de Derecho y Gestión de Aguas de la UC, coincide en que la situación es grave, pero también apunta que, a pesar de ello, el consumo continúa como si fuera normal. «El consumo de agua potable en Santiago no ha cambiado durante este largo período de sequía», subraya.
Sus datos son reveladores: el promedio de consumo es 170 litros diarios por persona, muy superior al promedio de los países OCDE, de 100 litros diarios. Incluso, en las comunas con más áreas verdes, el consumo promedio llega a cifras de más de 350 litros diarios por persona.
«Es así que, en la actualidad, la ciudad de Santiago consume más del 50% del caudal disponible», grafica. Y adelanta que el racionamiento dependerá de la disponibilidad de agua en el embalse El Yeso, que actualmente se encuentra cerca de un 20% bajo su promedio histórico.
«La infraestructura con la que cuenta Santiago ha sido capaz de sobrellevar una década de sequía que incluyó años extraordinariamente secos, como 2019 y 2021. Sin embargo, esta misma infraestructura y la normativa e institucionalidad actual podrían no ser suficientes para garantizar el consumo urbano si la situación continúa deteriorándose», comenta.
En palabras del gobernador Orrego, la sequía es un síntoma del cambio climático, «que vino para quedarse. Tenemos que asumir que Santiago se está desertificando».
En ese sentido, anunció nuevas medidas, como riego por goteo y el uso de especies de eficiencia hídrica. Además, hizo un llamado a tomar conciencia «de la grave crisis hídrica que estamos viviendo como región y como país».
En 2021, Aguas Andinas y sus filiales, Aguas Cordillera y Aguas Manquehue, produjeron un total de 781 millones de m3, para abastecer de agua potable a más de 2 millones de clientes en las 49 comunas de la Región Metropolitana que atiende la compañía, según informa esta.
Los ríos que abastecen a Santiago son el Mapocho y el Maipo, siendo este último el principal para la capital. El Mapocho, aunque de caudal muy inferior, es una fuente clave para la zona Oriente: Lo Barnechea, Vitacura y Las Condes. En términos generales, cerca del 80% del agua para Santiago proviene del río Maipo y Mapocho, y 20% de fuentes subterráneas, de acuerdo a datos de Aguas Andinas.
«La situación actual es crítica. La disponibilidad de agua en los ríos depende fundamentalmente de dos variables fundamentales, las precipitaciones y la acumulación de nieve en la cordillera durante el invierno. Como sabemos, en los últimos 13 años el déficit de precipitaciones es alarmante y los años 2019 y 2021 son los más secos desde que se tiene registro», señala Rodríguez.
El gobernador Orrego no tiene dudas. «El mayor síntoma de la emergencia climática en la Región Metropolitana es la crisis hídrica», sostuvo hace poco. «Lamentablemente la gente sigue creyendo que el agua es un recurso inagotable, y lo consume como si estuviéramos en un país nórdico o al lado de un ventisquero».
Por lo mismo, está coordinando un protocolo con la Onemi, la Dirección General de Aguas y la Superintendencia de Servicios Sanitarios para definir bajo qué circunstancias declarar un racionamiento, ya sea para la capital o la zona oriente, y con qué medidas. «Al paso que vamos, es más probable que no probable algún tipo de racionamiento en algún sector de la ciudad», puntualizó.
El promedio histórico de caudal del río Maipo para febrero es de 141 m3/s, y el promedio durante la megasequía de la década pasada fue 79 m3/s, en tanto que en febrero de 2022 el caudal fue de 47 m3/s. Los mismos números para el Mapocho son: 4,6 m3/s, 2,5 m3/s y 1,2 m3/s, respectivamente, según Aguas Andinas.
El profesor Donoso, de la UC, explica que las lluvias están muy por debajo de sus promedios, entregando déficits importantes que fluctúan entre 100% y 40%. Asimismo, la acumulación nival sigue la tendencia de las lluvias con déficits semejantes. Como consecuencia de la escasez de precipitaciones del invierno, los caudales de los ríos de la zona que comprende el pronóstico se encuentran todos bajo sus promedios estadísticos y, en la mayoría, bajo de los correspondientes mínimos, es decir, comienzan esta temporada de deshielo con caudales sostenidamente bajos y todos también menores que a igual fecha del año pasado. Los ríos Mapocho y Maipo mantienen un déficit de 57% y 77%, advierte.
«Estos caudales no proveen a Aguas Andinas el agua necesaria ni suficiente para cubrir la demanda de la ciudad, y la diferencia se suple con medidas como las descargas de las reservas del embalse El Yeso y las transferencias de los canalistas del Maipo, al alero del convenio firmado el año pasado entre Aguas Andinas y todas las asociaciones de canalistas de la primera sección del río Maipo», añade Rodríguez.
Y advierte que el embalse El Yeso acumula actualmente 166 hm3 de agua, equivalentes al consumo de la ciudad por tres meses.
Según Rodríguez, son varios los factores que deben confluir para que las restricciones programadas de suministro se concreten.
«Lo principal, que la oferta de agua disponible sea menor a la demanda de la ciudad, es decir, que la demanda sea mayor a lo que se puede producir», explica.
«La demanda depende en gran medida de las temperaturas y, por supuesto, de los hábitos de los ciudadanos; por esto, es tan importante el llamado al uso responsable, tal como lo hemos venido haciendo en coordinación con las autoridades todos estos años, mediante campañas masivas y de concientización», afirma.
El directivo destaca que desde que Aguas Andinas gestiona la producción y distribución de agua potable en las 49 de 52 comunas de la Región Metropolitana, no ha habido restricciones del recurso.
En ese sentido, destaca las inversiones de la firma (solo en 2021 invirtió $ 154 mil millones), proyectos de ingeniería, acuerdos de gestión coordinada de la cuenca con los canalistas y gestión de la compañía para continuar entregando un suministro seguro y reforzado, «a pesar de las condiciones climáticas tan extremas que estamos viviendo».
«Sin todo esto, probablemente habríamos experimentado restricciones ya hace varios años», comenta.
«Lo que se debe racionar es el uso no básico del agua, como riego de parques y jardines, agua en piscinas, lavado de autos y aceras», complementa el académico de la UC.
Como antecedente, ya en 2009 un estudio del Observatorio de Ciudades UC, advertía que el 35% de la cobertura vegetal de jardines privados del área metropolitana de Santiago era césped de alto consumo hídrico, y el 37% correspondía a árboles o arbustos, lo que demandaba cerca de 91 mil millones de litros de agua al año.
«Más que una zona en particular, es un tipo de uso de agua el que se debe prohibir cuando la sequía así lo exige. Este uso tiende a concentrarse en ciertas comunas del sector oriente caracterizas por alto consumo de agua no básica. Este tipo de prohibiciones se aplicó con éxito en Sídney, Australia, y en California, Estados Unidos, por ejemplo», detalla Donoso.
En la actualidad, la capital atraviesa los meses más críticos (noviembre – abril) y en condiciones extremas, según Aguas Andinas.
«La situación se ha hecho más compleja y la disponibilidad de agua en los ríos Maipo y Mapocho está al límite, las reservas como los glaciares se derriten, las precipitaciones en invierno son mínimas y no se acumula nieve en la cordillera. Por eso, somos enfáticos e insistimos que la ciudad necesita más infraestructura sanitaria», alerta Rodríguez.
En cuanto a las zonas de mayor vulnerabilidad, apunta a la zona abastecida por el río Mapocho: Las Condes, Lo Barnechea y Vitacura.
«Se encuentra en un escenario de mayor vulnerabilidad, porque su caudal se ha visto más afectado y no tiene un embalse de respaldo como el río Maipo. Marzo, con el regreso de las vacaciones, es clave para definir estas acciones. De todos modos, de existir un riesgo inminente de restricciones, estas serán informadas con la debida anticipación de manera ordenada, siempre buscando impactar en la menor medida a la ciudadanía», subraya.
Finalmente, Aguas Andinas insiste en que está realizando diferentes obras que van a reforzar el suministro con más capacidad de reservas en la planta San Enrique y San Antonio y la modernización de la planta Padre Hurtado, al tiempo que sigue trabajando en distintas alternativas para robustecer esta zona.
«Desde 2008, hemos tomado medidas para enfrentar los efectos del cambio climático. La falta de lluvia y de acumulación de nieve es cada más preocupante, por eso, en los últimos años hemos hecho inversiones clave: nuevas perforaciones de pozos, aumentos de estanques, mejoras de plantas y eficiencia en la red, y los acuerdos con los canalistas que han sido fundamentales. Además, la evolución de los procesos del tratamiento de aguas servidas es esencial, en las Biofactorías depuramos el agua de casi 8 millones de personas, produciendo recursos ambientales valiosos en el proceso: agua limpia, energía y abono orgánico. Una iniciativa reconocida en la COP24 por su aporte a la salud planetaria y que abre nuevas oportunidades para el reúso, haciendo más eficiente el balance de la cuenca en tiempos de extrema escasez», resalta Rodríguez.
«Desde nuestro rol, estamos abordando este escenario con total sentido de urgencia, pero la sequía es un tema país que impacta a todos y que necesita de soluciones de largo aliento. Estas soluciones deben ser abordadas con el compromiso de todos los sectores, ciudadanía y organizaciones; a nivel público, privado, codo a codo con las autoridades. Ello, pensando en resolver no solo el déficit actual sino también el futuro, porque esto ya no es una emergencia, es una situación permanente», remata.