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Investigan algas magallánicas como centinelas de los efectos por el cambio climático CULTURA|CIENCIA

Investigan algas magallánicas como centinelas de los efectos por el cambio climático

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En el marco de un convenio con la Universidad de Magallanes, los biólogos peruanos Martha Calderón y Danilo Bustamante resaltan la capacidad de adaptación que tienen las algas en la región austral para enfrentar condiciones ambientales extremas como la alta radiación y variaciones de la química oceánica.


Ya no es misterio que el cambio climático, marcado por las alzas de las temperaturas, afecta al ecosistema y en el ambiente marino, las algas son unas de las especies que registran los efectos que les impone el mar como si fueran bitácoras de navegación.

En ese monitoreo han venido trabajando cada verano, desde 2018, los biólogos Martha Calderón y Danilo Bustamante, ambos de la Universidad Nacional Toribio Rodríguez de Mendoza, en la ciudad de Chachapoyas, al norte del Perú en la Región del Amazonas.

Danilo Bustamante explica que hay un convenio con la Universidad de Magallanes en cooperación e investigación y proyectos colaborativos que están desarrollando. Martha Calderón complementa que son varios proyectos los que están ejecutando y uno de ellos que dirigió fue un Fondecyt, post doctorado donde Andrés Mansilla fue su profesor patrocinante ante la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID).

Alga coralina en la Antártica.

“Estábamos abordando el tema de las algas crustosas, que crecen adheridas en las rocas las que tienen carbonato de calcio en su pared celular y por esa razón, la química del océano les afecta bastante. Y el cambio climático afecta esa química en el océano. La acidificación de los océanos hace que se blanqueen porque estas algas tienen un color rosado, pero por el cambio climático normalmente disminuye el pH (acidez) y este debilita el carbonato de calcio, perdiendo la coloración”, explica Martha Calderón.

Para ello se han abocado a estudiar la distribución de las algas y cuáles son las especies presentes en la Región de Magallanes y Antártica Chilena, aunque ambos reflexionan que aún falta bastante por hacer y por ello valoran el proyecto basal Cape Horn International Center (CHIC) con el Centro Subantártico en Puerto Williams, porque permitirá abordar nuevas áreas de monitoreo como la vasta zona de la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos.

“Vemos la genómica de las algas, identificando genes específicos. En el caso de las crustosas son como indicadores ambientales. Si la acidificación del mar aumenta éstas comienzan a decolorarse y cambios fisiológicos empiezan a ocurrir afectando la salud de estas algas”, señala Danilo Bustamante.

Genes específicos

A los investigadores les interesa identificar genes específicos que les permite a las especies de algas crustosas adaptarse a esta región con incidencia a la alta radiación y ello demuestra las capacidades para aclimatarse a esta zona. ¿Qué cosas tienen en sus células para estar adaptados acá y no en otros lugares? Es una de las preguntas que buscan responder Martha y Danilo.

Además, destacan otros proyectos en desarrollo que abarcan el estudio de algas rojas, pardas y verdes que se adaptan específicamente a esta región y sobre lo cual están analizando sus patrones evolutivos.

Por ello reitera la importancia de un centro de excelencia científica como CHIC, puesto que a través del tiempo las expediciones antárticas que han venido de Europa, especialmente de Noruega y Suiza, han colectado mucho en esta región y muchas de las especies han sido descritas desde estos lados del Cabo de Hornos.

“Conseguir muestras en Cabo de Hornos nos permitirá revalidar, conocer mejor a las especies. Será una información valiosa que no todas las expediciones tienen”, recalca Martha Calderón.

En sus investigaciones observan los microorganismos y aplican técnicas como extraer el ADN por ejemplo, porque así se obtiene información para identificar con precisión qué especie se están analizando, qué tipo de organismo y confirmar su distribución (los ámbitos geográficos donde están presente) y si ésta se reporta también en el trópico comparada a la que vive en Magallanes.

“Con estas técnicas de amplificación de ADN, secuenciamiento de genomas, podemos tener una idea más clara de qué tipo de organismos están exclusivamente distribuidos en estas latitudes”, apunta Danilo Bustamante.

Mecanismo de adaptación

Las algas desarrollan mecanismos de adaptación entre una región y otra y éstos involucran producir una mayor cantidad de bioprotectores. Por ejemplo, el luche es un alga delgadita y se preguntan cómo aguanta si es una película, y en toda la superficie empieza a producir microsporinas que es un componente que cuando entra la radiación hace que esa alguita pueda soportar ese impacto.

Consultados si el cambio climático es latente en las algas y si ello también lo advierten en las costas de Perú, Martha Calderón y Danilo Bustamante señalan: “A nivel de algas aún no hay estudios que estén demostrando algún efecto, hay otros efectos de cambio climático en Perú como el derretimiento de glaciares, todo eso que sí se siente o de repente algunas zonas más secas por falta de lluvia, alteraciones a patrones de precipitaciones”.

En el caso de Magallanes, opinan, la distribución de las algas se ve alterada por condiciones cambiantes, por ejemplo, hay sectores donde abundan algas filamentosas debido a las mayores concentraciones de nitrógeno y fosfato en esos lugares. Esto genera que estas especies impidan el crecimiento de otras. Otro ejemplo, se presenta cuando especies introducidas o invasoras empiezan a desplazar a otras especies locales. “Esto afecta la distribución de especies locales porque no las encuentras donde solían desarrollarse”, acota Bustamante.

Martha Calderón dice que por ello es importante mantener seguimientos a largo plazo y apunta a que el proyecto CHIC está abordando y priorizando hacer monitoreos a largo plazo para ver si el cambio climático está afectando a las especies marinas e identificar especies claves que puedan ser utilizadas como bioindicadores.

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