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La comida humana: mercado informal, arte, tecnología y afectos CULTURA|OPINIÓN

La comida humana: mercado informal, arte, tecnología y afectos

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Gracias a la persistencia, compromiso y generosidad de las académicas y académicos del Magíster, las y los artistas que comenzaron sus postgrados el 2019 y 2020 en la Universidad de Chile han podido sacar lo mejor de sus ideas pese al rudo contexto que les tocó vivir. Las obras de Tatiana Julio funcionan como una caja de herramientas que nos ayuda a leer ese mundo, en el que todavía estamos inmersos y podemos modificar en la medida de que cambiemos nuestros afectos. Las herramientas están a la vista, y tienen en la tecnología, como manera de pensar al mundo su razón de existir.


De todos los sistemas económicos y sociales el capitalismo es, sin duda, el más natural. Eso ya basta para indicar que es lo peor.

Michel Houellebecq

Nadie tiene tiempo

Hay una canción de Javiera Mena que data de los años adolescentes de quienes hoy son gobierno, basada en una canción escrita por Brecht. En ritmo melancólico, bailable y guitarreado, la ídola del electropop local, cantaba: la comida es lo primero/ la moral viene después y así al infinito. El espíritu tragicómico de esos versos se asemeja al título de un proyecto literario inconcluso y eterno. Una historia sin fin, de corte realista, escrita por Honoré de Balzac a mediados del siglo XIX. A diferencia del realismo de Flaubert, caracterizado por la economía de recursos literarios para llegar a una síntesis narrativa que evoca el padecimiento individual, para luego invocar la experiencia universal, la obra de Balzac opta por el camino contrario y más latero todavía que Madame Bovary (una novela preciosa, por cierto).

Nadie tiene tiempo hoy, la economía nos arrebató hasta el tiempo y los afectos de nuestros corazones. Nadie tiene tiempo para leer hoy La comedia humana, novela inacabada de Balzac, que le otorga el título a la exposición que Nury González y Jorge Cabieses –académicos y artistas visuales– presentan desde el 30 de marzo en el MAC (Quinta Normal). Esta muestra recoge los trabajos de dos generaciones del Magíster en Artes Visuales de la Universidad de Chile, cuyos procesos creativos fueron madurando en los peores momentos de la pandemia. Dichas ideas hoy ven la luz, y llegan a buen puerto en el museo.

El turquerío en la época de su reproducción técnica

Tatiana Julio es artista visual egresada del Magíster. Se ha dedicado a recolectar piezas de hardware obsoleto programáticamente en ferias de las pulgas, mercados persas y también a través de amistades que la han provisto de material constructivo para la serie Cartografías cibernéticas para una ciudad virtual, su proyecto de título. El nombre que agrupa a los residuos artísticos del proceso creativo e investigativo que Tatiana Julio inició el 2020, alude a dos mundos aparentemente disímiles: los mapas urbanos y la web. Dos universos paralelos, que coinciden formalmente en un trazado similar, semejante a las formas de las placas electrónicas que conforman la trastienda de un computador. Junto a otros elementos dados de baja por los consumidores de tecnología, ella dispone las placas sobre superficies planas y plásticas de acrílicos adquiridos cerca del mismo turquerío donde ya cachureó anteriormente (sitios de comercio informal donde se trafica lo nuevo, lo usado y lo robado).

El acrílico es un material plástico y transparente, sintetizado por primera vez en Alemania, el año 1893; un año después de nacido Walter Benjamin –filósofo y crítico cultural– en Berlín. Cuando escribió La obra de arte en la era de su reproducción técnica, Benjamin se lució con una escritura de fragmentos aforísticos que conformaban una unidad literaria. Fragmentos disgregados y agrupados en una ficción, como pretende operar esta escritura, como opera la producción visual de Tatiana Julio, y como opera la venta de acrílico importado en el mercado chileno. Las planchas acrílicas se venden por retazos y por unidad. Además de usar el acrílico como soporte a muro, la artista usa el acrílico como material de representación. Con una herramienta cortante, Tatiana Julio traza figuras de acrílico que remiten a mapas de territorios urbanizados. Esos mapas transparentes, son dispuestos en distintos niveles sobre el soporte plano ya cargado por los volúmenes objetuales de las piezas electrónicas cuyo valor de uso fue revertido por la artista. Así, gracias a la oferta del mercado formal e informal, se desvía la dinámica postfordista de la obsolescencia programada. A partir de objetos culturales dados de baja y materiales nuevitos de paquete, la artista produce nuevas piezas visuales, que sintonizan con otras, creadas en otros contextos. Cuando se trata de desviar al neoliberalismo, novedad y competencia deben importar lo mismo que un paquete de comino vencido.

Tatiana Julio. Cartografías cibernéticas para una ciudad virtual (detalle). Cortesía de la artista.

Memorias del subdesarrollo: el mapa y el territorio

El mismo año del Bicentenario de esta cosa pública, en otro territorio ubicado al norte, Michel Houellebecq publicó El mapa y el territorio (2010). Una de las ficciones fragmentarias que se entrecruzan en la novela, es una crónica roja donde el propio escritor figura como cadáver protagonista. Además de Houellebecq, la historia narra parte de la vida de un artista cuyo nombre no viene al caso. Una de las exposiciones que se reseñan en la obra literaria, lleva por título El mapa es más interesante que el territorio. Las piezas de la muestra consistían en fotografías de mapas turísticos de la campiña francesa, que el pintor había capturado durante sus viajes entre campo y ciudad (parte del cuerpo de obra previo de Tatiana Julio, ha sido ideado en trayectos de Santiago a Melipilla).

Entre las muchas banalidades que se comentan en el campo del arte parisino novelado por Houellebecq, está la obra de otro artista de la zona. Se trata de piezas construidas a partir de dispositivos electrónicos de primer uso, cuya connotación se vuelve completamente baladí. La profundidad visual y conceptual de esas obras, se pierde entre los canapeses, petibucheses y champagnes que se sirven a diestra y siniestra en la inauguración francesa. Es otro contexto, el de un primer mundo donde hubo una tradición artística moderna de larga data y comprarse un computador no cuesta un ojo de la cara como en el espacio de acá. Aquí, la serie de piezas que Tatiana Julio ha estado trabajando durante dos años, se recubren de un espesor distinto, en la medida de que de su proceso creativo se desprenden las memorias del subdesarrollo que ha asediado a este territorio desde hace siglos. Un subdesarrollo, en el que aún estamos inmersos a pesar de que el país logró ingresar a la OCDE en el contexto del Bicentenario. Dicha condición periférica y persistente, se refleja principalmente en el retraso científico y tecnológico que aún nos diferencia del primer mundo, motivo que la artista abordó en otro proyecto, a propósito de los 50 Años de la Unidad Popular. Allí, Tatiana Julio indagó en el proyecto Cybersyn, uno de los emblemas del gobierno allendista: su realización permitiría revertir la condena al subdesarrollo impuesta desde el trazado de los mapas por manos peninsulares. Ya sabemos lo que vino después del 11 de septiembre de 1973.

Tatiana Julio. Cartografías cibernéticas para una ciudad virtual (detalle). Cortesía de la artista.

Cartografías cibernéticas para una ciudad virtual

A diferencia de algunas viviendas rurales, que todavía existen en las provincias de este país, las piezas de Cartografías cibernéticas para una ciudad virtual cuentan con iluminación eléctrica propia. Sobre el soporte, bajo los mapas acrílicos y los retazos de bazofia electrónica, la artista adhirió líneas de ampolletas LED –blancas y rojas–, cuya función consiste en la retroiluminación de cada uno de los engendros cartográficos. Ese fulgor, proveniente del plano para proyectarse en los volúmenes, devela la trastienda de los aparatos desguañangados por los comerciantes chatarreros.

Uno de los elementos donde ese brillo eléctrico rebota, es el cobre que los países desarrollados se han estado afanando de este país, entre gallos y medianoche (un conocido dramaturgo chileno que vivió el exilio en Bélgica, comentó en una entrevista inédita, que hasta podrían privatizar a los milicos). Esa luz cuprífera que se refracta en las capas transparentes de algunas de las piezas montadas en la Sala 12 del Museo, funciona como advertencia a la mirada: nos quitaron el cobre para después vendérnoslo en productos tecnológicos a precios exorbitantes, comparado a lo barato que les costó sacarlo de Chile.

La exposición continúa en esa sala y otras del museo. Gracias a la persistencia, compromiso y generosidad de las académicas y académicos del Magíster, las y los artistas que comenzaron sus postgrados el 2019 y 2020 en la Universidad de Chile han podido sacar lo mejor de sus ideas pese al rudo contexto que les tocó vivir. Las obras de Tatiana Julio funcionan como una caja de herramientas que nos ayuda a leer ese mundo, en el que todavía estamos inmersos y podemos modificar en la medida de que cambiemos nuestros afectos. Las herramientas están a la vista, y tienen en la tecnología, como manera de pensar al mundo su razón de existir. El problema no son sólo los medios, son también los fines mediante los cuales organizamos nuestros afectos mediados por la economía, la técnica y la política. Así, la ciudad letrada de Cartografías cibernéticas para una ciudad virtual, siempre podría ser reprogramada.

Tatiana Julio. Cartografías cibernéticas para una ciudad virtual (detalle). Cortesía de la artista.

En palabras de la artista: “una ciudad que poéticamente se construye mediante resistencias eléctricas, diodos y regletas de conexión, equivalentes a válvulas sanguíneas, arterias, y glóbulos rojos de la anatomía humana, a modo de puentes, autopistas, vecindarios y rotondas que se intercomunican eléctricamente”. Nuestro sistema circulatorio está hoy estrechamente imbricado con los afectos que profesamos a través de los aparatos tecnológicos. Nuestros corazones laten al mismo pulso en que usamos la tecnología, y al mismo ritmo en que latían las canciones de Javiera Mena. Se pueden reparar, en la medida de que pensemos bien en como reprogramarlos. Como las piezas de aparatos en desuso recogidos del más inmundo turquerío, los corazones de las personas se pueden recomponer.

El filósofo y crítico Walter Benjamin pensó en la reproducción técnica como estrategia para desviar al fascismo. ¿Cómo hoy podemos desviar la inhumanidad del neoliberalismo? La respuesta es sencilla y muy compleja a la vez: a través de la sincronía correcta entre los latidos del corazón y el software. No importa que la tecnología sea precaria, o que esté en desuso, al borde de la desaparición. Con voluntad, siempre se puede reprogramar.

La comedia humana, exposición que reúne a dos cohortes de artistas egresados del Magíster en Artes Visuales, se encontrará abierta hasta el 18 de junio.

Artistas expositores: Benjamín Donoso, Pangui, Tamara Contreras, Catalina Gelcich, Sebastián Duarte, Francisca Rojas, Tatiana Julio, George Lee, Julio Chávez, Irma Sepúlveda, Pablo Talhouk, Claudia Fuentes, Rosa Valdivia, Paula Izquierdo, Katherina Oñate, Valentina Arellano, Jaime San Martin, Sebastián Gil, Rodrigo Carmona y Ale Miller

MAC Quinta Normal (Matucana 464. Metro Quinta Normal)
Horario: martes a viernes, de 11 a 16 hrs.
Sábado, de 11 a 17.30h. Domingo y lunes cerrado.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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