Cristóbal Henríquez y Javiera Gómez comparten más que su amor por el ajedrez: ambos son beneficiarios de FundacEK (fundación chilena que apoya el desarrollo del talento) y han sido alumnos del Gran Maestro Sandro Mareco, de quien aprendieron técnicas que los llevaron a mejorar sustancialmente sus habilidades. ¿Cómo se fraguó la alianza que culminó con los ajedrecistas mejor rankeados de Chile? Esta es la historia.
Se podría decir que dedicarse al ajedrez es un sueño quijotesco. Durante la segunda mitad del siglo XX, ni los jugadores norteamericanos contaban con los recursos para plantearse una carrera seria en una disciplina que requiere de largas y constantes horas de entrenamiento. A decir verdad, solo los soviéticos se dedicaban profesionalmente a este deporte.
Felizmente, en la actualidad el panorama ha mejorado gracias a nuevas tecnologías que permiten a los ajedrecistas realizar clases online y producir videos. Sin embargo, si se busca vivir exclusivamente de jugar ajedrez, sigue siendo complejo: de acuerdo a una investigación realizada por Forbes, solo los veinte mejores jugadores del mundo pueden darse ese lujo.
En Chile, Cristóbal Henríquez (Gran Maestro, 26 años) y Javiera Gómez (Maestra Internacional Femenina, 20 años) aspiran justamente a eso, a vivir del ajedrez. Y hasta ahora lo están haciendo, ya que ambos se dedican exclusivamente a este deporte, sea jugando torneos, haciendo clases o también, como en el caso de Cristóbal, escribiendo libros.
¿Cómo lo hicieron?
Dejando de lado el talento y la motivación, existe otro punto en común que pocos conocen sobre Cristóbal y Javiera, y es que ambos han sido alumnos de un Gran Maestro que vive al otro lado de la cordillera: el argentino Sandro Mareco.
A comienzo del 2018, FundacEK (fundación que apoya el desarrollo del talento juvenil a través de sesiones psicológicas, talleres de desarrollo personal y clases) apoyaba a Cristóbal y Javiera con un plan integral de desarrollo del talento que incluía sesiones psicológicas y clases particulares con un ajedrecista profesional, requisito clave para profesionalizarse en la disciplina.
En ese entonces, su profesor era Rodrigo Vásquez (Gran Maestro Internacional, 52 años), pero Rodrigo les contó que iba a emprender otros proyectos y se hizo necesario buscar un reemplazo que estuviera a su altura.
“Hay un maestro que siempre me hubiera gustado que fuera mi maestro”, le comentó Cristóbal Henríquez a la encargada del área en FundacEK. Cristóbal había conocido a Sandro el 2014 en Argentina y congeniaron de inmediato.
Los inicios de Sandro en el ajedrez se remontan a sus diez años, cuando comenzó a participar en torneos escolares. Alos 13 años ingresó formalmente a un club y «recién a los 18» (como dice él) tomó la decisión de dedicarse profesionalmente al ajedrez.
«No era una súper promesa, solo me gustaba mucho. Hoy soy el primero de Argentina y Latinoamérica y varios de los mejores jugadores de Argentina y Brasil yo los he entrenado, pero lo hice trabajando mucho, sin entrenador, lo que fue complicado», recuerda Mareco.
El año en que se conocieron, Cristóbal buscaba recursos para financiar su pasaje a la Copa del Mundo de Ajedrez que se iba a disputar el próximo año, un dolor de cabeza para un ajedrecista que sentía que ya había ganado el derecho a competir sin las trabas económicas de por medio. Cuando le contó su problema a Sandro, él le ofreció ayuda sin que Cristóbal tuviera que pedírsela.
“No tenía necesidad de hacerlo. Yo no tenía claridad si el gobierno me iba a pagar el pasaje y Sandro me explicó muchas cosas, fue una conversación que surgió de la nada en Argentina”, recuerda Henríquez.
Desde FundacEK, sentían que había que actuar rápido: en el ajedrez, seguir, aunque sea por poco tiempo sin el entrenamiento adecuado, puede provocar que el jugador pierda motivación y se quede atrás. Sin darle más vueltas, contactaron a Sandro por redes sociales y le explicaron en qué consistía el apoyo que como fundación les entregaban a Cristóbal y a Javiera.
“Me comentan que tienen una fundación en la que ayudan a jóvenes talentos que tal vez no tienen el presupuesto para pagar todo lo que implica un entrenamiento con alguien muy bueno y para mí fue interesante, porque en ajedrez no existe nada parecido, no existe una institución que los ayude. Además, que Cristóbal y Javiera eran jugadores prometedores”, recuerda Mareco.
Cristóbal y Javiera, jugadores fuertes y determinados a seguir mejorando, recibieron la noticia con alegría desbordante: no podían creer que Sandro Mareco iba a ser su profesor. Un maestro de ese nivel sería un aliciente para seguir avanzando en la calidad de sus juegos, y era justamente eso lo que necesitaban para abrirse camino en una disciplina que se caracteriza por su alta competitividad.
En palabras de Javiera, “ser alumna de Sandro era un sueño, algo muy lejano, pero cuando se dio, gracias a FundacEK, estaba muy contenta y emocionada, porque sabía que era uno de los mejores jugadores de Latinoamérica y tenerlo como profesor era un tremendo honor”.
Cristóbal Henríquez se caracteriza por su sencillez, no se siente cómodo hablando de sus logros y tiene la tendencia a bajarles el perfil, pero la verdad es que su juego y talento ya estaban a un nivel alto antes de la llegada de Sandro, aunque a él le gusta darle crédito a su maestro:
“Llevaba 16 años jugando y era Gran Maestro, pero en realidad no entendía tan bien el juego y sigo sin entenderlo como quisiera. En ese sentido, Sandro me comenzó a orientar y a enseñar sobre lo que se llama el buen ajedrez, a través de conceptos, ideas y estrategia, eso es súper difícil en un ajedrecista, sobre todo porque pasé 16 años sin entender la parte estratégica del juego como él lo hace”, explica.
Según Cristóbal, hasta hoy le sigue llamando la atención cómo Sandro estudia y enfoca su medio juego.
«Aprendo de cada análisis y en cada intercambio de ideas con él. Yo soy más agresivo y él es agresivo, pero maneja de otra forma el juego, así que eso fue clave en la forma en que nos entendemos ajedrecísticamente. Diría que Sandro ha sido un elemento fundamental, quizás el principal para que yo haya llegado donde estoy ahora», dice.
Sandro recuerda bien sus inicios con Cristóbal. Dice que era un jugador fuerte pero que tenía dificultades para ser más competitivo en otros continentes donde la cultura y el apoyo al ajedrez están a un nivel superior.
«Lo que encontró Cristóbal fue mucha disciplina, lo que le dio la posibilidad de llegar más alto», dice.
En el caso de Javiera, la llegada de Sandro fue un factor que contribuyó en su camino para consolidarse como la mejor ajedrecista femenina de Chile, aunque al igual que Cristóbal, ya había recorrido un largo camino por su cuenta que la había llevado a perfilarse como una talentosa ajedrecista.
«Es demasiada la diferencia que tiene con quienes la siguen. Para mí sigue teniendo grandes perspectivas de mejorar», dice Sandro. Y no solo eso. Para alguien que a sus 18 años había decidido no ir a la universidad y dedicarse profesionalmente al ajedrez, el hecho de trabajar codo a codo con alguien que había logrado vivir de este deporte era un aliciente para seguir adelante con su sueño.
Según Javiera, Sandro la ha ayudado a cambiar aspectos de su juego, sobre todo en la parte de estrategia, un área que Sandro maneja al derecho y al revés.
“Él sabe muchísimo, de casi cualquier cosa de ajedrez que le pregunte él va a saber, y tiene mucha capacidad para explicar y también es un profe crítico, no siempre me va a felicitar, tengo que hacer algo realmente bien para que él me dé un visto bueno y eso me gusta. Se necesita esa crítica para poder ir mejorando”, explica Javiera,
A raíz de sus experiencias como alumna, Javiera terminó descubriendo su pasión por la docencia y creó la Academia de Ajedrez Siete Hojas, donde actualmente imparte clases de ajedrez a niñas y niños. Su sueño es que Valdivia, su ciudad natal, tenga más campeones de ajedrez en el futuro.
Hoy Cristóbal y Javiera mantienen una distancia significativa con quienes los siguen en el ranking de ajedrez.
«Es mucha diferencia, Cristóbal está por el rango de 150 del mundo y el segundo en Chile está aproximadamente en el puesto 600», comenta Mareco con orgullo.
El estilo de enseñanza de Sandro difiere bastante de la mayoría de las academias de ajedrez. Si lo común es que un maestro enseñe a simplificar los movimientos para que la partida sea más rápida y fácil, Sandro prefiere centrar sus horas de clases en «enseñar a pensar» a sus alumnos.
Así lo explica él:
«Creo que las reglas sirven para tener un nivel aceptable, pero no para ser mejor. Yo les trato de enseñar a pensar por ellos mismos en distintas posiciones y que comprendan las situaciones, y ese es el trabajo que les enseño. También los apoyo en el trabajo psicológico, trato de tener en cuenta varias cosas que a mí me suceden, sobre todo cuando uno tiene un mal resultado, es importante mantenerse bien en ese aspecto».
En el ajedrez, dice Sandro, las reglas no conducen necesariamente al éxito. Puede ser que estadísticamente funcionen, pero con eso no basta.
«Detrás de las reglas hay pequeñas cosas que cambian, y yo enseño a ver esas pequeñas cosas. Cuando vos estás en una posición de ajedrez, si la miras en general, puede parecer muy parecida, pero puede haber una diferencia que hace que la posición no sea igual, entonces yo les enseño a mirar esa pequeña diferencia que puede significar un cambio grande».
Su método ha dado resultado: tanto Javiera como Cristóbal se han mantenido en el primer lugar de sus respectivos ránkings y mantienen un alto nivel de participación en competencias internacionales de mayor prestigio, como la Copa del Mundo y las Olimpiadas de Ajedrez. Por supuesto, dicho éxito no se puede atribuir solamente al trabajo de Sandro, sino más bien al trabajo permanente que ambos, Javiera y Cristóbal, han llevado a cabo desde la temprana infancia.
Los buenos resultados de Cristóbal y Javiera llevaron a que Sandro se hiciera cargo de otro joven ajedrecista llamado Mauricio Marrujo. Marrujo también es beneficiario de FundacEK y como tal, recibe apoyo especializado para desarrollarse como ajedrecista. Tiene 12 años y es campeón nacional de la categoría sub12. Sandro explica que, en el caso de un ajedrecista tan joven como Mauricio, la clave es la constancia, ya que eso marca la diferencia con el resto de los ajedrecistas de su edad.
«Cuando eres joven, cuesta tener disciplina, pero mientras comiences, es mejor, pero a veces cuando sos más chico, te cuesta hacer eso. Mauricio está entre los mejores del mundo en su categoría, promete mucho y quiero ayudarlo a que desarrolle mejor su talento».
¿Qué se siente ser un maestro de ajedrecistas?
Sandro lo resume con la siguiente frase:
«Cuando estoy cansado, digo que hay que seguir, que hay que ponerle energías. Yo veo sus éxitos casi como si fueran los míos».