CULTURA
Una nana y un niño se alejan de un centro de ski para emprender un enigmático viaje hacia el Cerro El Plomo, cumbre sagrada inca. Mateo, el niño, es quien fuerza la expedición porque oye un llamado que lo moviliza. Scarlett, su niñera, está desesperada por volver al refugio y trata de ignorar la voz de la naturaleza… pero la montaña exige a su niño de vuelta. Es que el 1 de febrero de 1954 dos pirquineros descubrieron, en la cumbre del cerro El Plomo, a 5400 metros de altura, el cuerpo de un niño inca congelado por más de 500 años. Decidieron llevarlo a Santiago, dejando a la montaña sin su tributo sagrado. Así comienza “El niño del plomo”, película dirigida por el director y músico Daniel Dávila –coescrita por la destacada cineasta Elisa Eliash (“Mami te amo”) y musicalizada por Luna In Caelo, con la participación del productor británico John Fryer (Depeche Mode), estrenada esta semana. También será proyectada en forma de intervención audiovisual en lugares de relevancia inca dentro de la ciudad, como Cerro Blanco, la Plaza de Armas, el Parque Quinta Normal y la Plaza Chacabuco. En esta entrevista, su director cuenta, entre otros aspectos, sobre el origen de la película y los desafíos de la filmación.
