Según la ONG Global Forest Watch, en Chile la temporada alta de incendios generalmente comienza a mediados de diciembre y dura alrededor de 20 semanas. Actualmente, de acuerdo a datos de la Conaf, en el periodo 2022-2023 se han registrado 2.251 incendios forestales y se han visto afectadas 30.967 hectáreas. Entre 2017 y 2021, el país vivió grandes incendios que quemaron miles de hectáreas, ¿Cómo ha cambiado el manejo de estos incidentes en los últimos años? El doctor en Recursos Naturales y Sostenibilidad e investigador del Laboratorio de Incendios Forestales de la Universidad de Chile, Miguel Castillo Soto, explicó a El Mostrador que, en los últimos años, «ha habido un esfuerzo evidente en la dotación de recursos económicos para potenciar fuertemente los programas de prevención de combate de incendios, tanto en el aparato estatal como privado».
Incendios forestales consumiendo grandes áreas de bosques y ciudades se han hecho cada vez más comunes en todo el mundo. En Chile, los años 2021 y 2017 fueron los más graves, cuando las llamas devoraron miles de hectáreas en las regiones de Coquimbo, Valparaíso, O’Higgins, Maule, Biobío, La Araucanía, Los Ríos, Los Lagos, Magallanes y la Metropolitana.
Durante el fin de semana, los incendios forestales en el sector Nueva Esperanza de Viña del Mar consumieron 111 hectáreas y se reportan por lo menos dos personas fallecidas, 67 lesionados, 42 albergados y 270 viviendas dañadas.
Según la ONG Global Forest Watch, en Chile la temporada alta de incendios generalmente comienza a mediados de diciembre y dura alrededor de 20 semanas. Actualmente, de acuerdo a datos de la Conaf –cifras que se van actualizando día a día–, en el periodo 2022-2023 se han registrado 2.251 incendios forestales y se han visto afectadas 30.967 hectáreas.
El doctor en Recursos Naturales y Sostenibilidad e investigador del Laboratorio de Incendios Forestales de la Universidad de Chile, Miguel Castillo Soto, explicó a El Mostrador que «ha habido un esfuerzo evidente en la dotación de recursos económicos para potenciar fuertemente los programas de prevención de combate de incendios, tanto en el aparato estatal como privado».
«Esto ha sido bastante positivo, por cuanto también se ha promovido una mejor capacitación del personal en terreno y una actualización de las herramientas tecnológicas. Estamos viviendo en un mundo muy moderno, eso no se veía hace 25 años. Por ejemplo, en las centrales era impensable contar con grupos de WhatsApp, drones o cámaras térmicas, eso es una realidad y, en ese sentido, una parte de la política pública se ha hecho cargo de esa necesidad de actualizar», agregó.
Sin embargo, el experto en incendios forestales sostuvo que hay una debilidad en la legislación respecto a las estrategias de prevención y combate de incendios forestales.
«Hay una debilidad fuerte en la parte legislativa, tanto a nivel transversal como de política nacional, de estrategias de prevención y combate de incendios forestales que existe. Suele tener debilidades normativas, especialmente en el esquema de sanciones y, también, en el trabajo colectivo a nivel comunitario. Ahí hay mucho por hacer aún, porque hay mucho desconocimiento sobre el uso del fuego en terrenos agrícolas, forestales y rurales», enfatizó.
Además, señaló que hay una falta de vigilancia, «sobre todo en el sector de Áreas Protegidas, donde cada vez va a ser más frecuente la amenaza por incendios forestales».
En relación con las políticas públicas, indicó que se ha avanzado en la protección colectiva y gestión de emergencias. Desde el próximo 1 de enero de 2023, la Oficina Nacional de Emergencias del Ministerio del Interior (Onemi) será reemplazada por el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Sernapred), según ley que fue aprobada durante el Gobierno de Sebastián Piñera.
«La Onemi ahora está en un proceso de cambios y eso va por detrás y con una nueva manera de repensar el servicio de atención de emergencia. Hay un proceso de modernización, pero falta mucho por recorrer. A nivel de los territorios locales hay muchas debilidades, un poco de la mano con el aspecto normativo, sobre todo del entramado territorial, y el tema territorial de la instalación de viviendas de sectores no habilitados sigue siendo un problema, a pesar de que la ordenanza no lo permite y eso es por falta de fiscalización», puntualizó Miguel Castillo.
Al respecto, el docente de la Universidad de Chile manifestó que se está cambiando el paradigma de que «el dinero se va a combate y muy poco a la prevención, porque ese ha sido un discurso clásico en los últimos 15 años».
Imágenes de bosques y viviendas quemadas similares a las de Chile se han visto en el extranjero, como en Argentina, Estados Unidos, España, Rusia y Brasil, por nombrar solo algunos países. El investigador del Laboratorio de Incendios Forestales de la U. de Chile comentó que las consecuencias del cambio climático en los países han constituido un antecedente importante a la hora de combatir los incendios.
«Los incendios forestales siempre han existido, pero efectivamente en los últimos 20 o 22 años los primeros efectos del cambio climático comenzaron a verse muy nítidamente. A mí me tocó en terreno ver cómo algunos cuerpos de agua inexplicablemente comenzaron a bajar su caudal, no obstante, su demanda hídrica era relativamente constante y eso es más o menos a partir del año 98», detalló.
Castillo aclaró que «no es precisamente la temperatura por sí misma el factor meteorológico más relevante que puede concitar un aumento en la intensidad y la severidad en los incendios, es la humedad de los combustibles, no la humedad relativa de los aires».
Existen dos humedades, la humedad ambiental y la de los tejidos vegetales, «esta última es la que está severamente baja, porque resulta que hemos tenido diversos periodos de sequía y las lluvias primaverales que hubo este año, si bien es cierto aliviaron un poco el abastecimiento de agua en la cordillera, por lo menos lo que son los reservorios precordilleranos de toda la región central, en cuanto al bosque no fue suficiente», apuntó.
Castillo también recalcó que los incendios en ecosistemas forestales siempre han existido.
«Nuestra escala espacio-temporal humana es muy pequeña en relación con la historia natural, pero en Chile todos los procesos de colonización y cambio de uso del suelo han acelerado ciertos patrones que la naturaleza los tenía en su ADN, entre esos, la recurrencia de incendios forestales», aseguró.
En esa misma línea, otros temas relacionados con el uso de suelos y el aumento inmobiliario han significado que «cuando el nivel de la población comenzó a aumentar, se empezaron a expandir los terrenos poblados y a masificarse la producción de bienes y servicios en la agricultura y en otros servicios de tipos forestales, eso llevó a que el suelo comenzara a tener un principio de saturación, y con ello me refiero a actividad humana. Y el aumento de ocurrencia de incendios forestales, el número de incendios, si bien es cierto se ha mantenido constante en los últimos años, la gravedad de los mismos ha ido en aumento», recalcó Castillo.
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