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Cineasta alemán y película «La conferencia» sobre el Holocausto: «horroriza la naturalidad de la planificación» CULTURA

Cineasta alemán y película «La conferencia» sobre el Holocausto: «horroriza la naturalidad de la planificación»

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Marco Fajardo Caballero
Por : Marco Fajardo Caballero Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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La cinta recrea la mítica reunión de Wannsee, en 1942, donde un grupo de funcionarios del Ministerio del Interior, la Cancillería, las SS y el Partido Nazi decidieron el método y la mecánica del exterminio del pueblo judío. La película será exhibida este lunes en el Aula Magna del edificio de Biblioteca de la Universidad de Los Andes. Su director, Matti Geschonneck, cuenta que para su proyecto se basó en un documento  de 15 páginas que registró las intervenciones de los participantes, muchos de los cuales eran abogados. «Para mí lo horroroso de esa reunión de una hora y media fue la naturalidad del procedimiento, la búsqueda de métodos soportables del asesinato, más soportables para los asesinos, claro. No hubo pensamientos morales por parte de los participantes», analiza en este entrevista con El Mostrador.


Una película alemana sobre la conferencia de Wannsee de 1942, donde se planificó el exterminio masivo de los judíos de Europa, y que contó entre sus participantes con altos funcionarios de la dictadura nazi, como Reinhard Heydrich, quien lideraba la reunión con 38 años, asesorado por Adolf Eichmann, de 36, será exhibida el próximo lunes en la Universidad de Los Andes.

Se trata de «La conferencia» (2022), del director germano Matti Geschonneck, que será mostrada en el Aula Magna del edificio de Biblioteca de dicha casa de estudios el lunes 23 de enero a las 19:00, en la avenida Monseñor Álvaro del Portillo 12.455, Las Condes.

La actividad es gratuita y hay estacionamiento liberado, previa inscripción aquí.

Matanza industrial

La conferencia de altos funcionarios de la dictadura de Adolfo Hitler se realizó específicamente el 20 de enero de 1942, en pleno invierno europeo, en una mansión a orillas del Wannsee, uno de los lagos que se encuentran cerca de Berlín.

La Segunda Guerra Mundial llevaba poco más de dos años  y los nazis ocupaban gran parte de Europa y la entonces Unión Soviética, en el apogeo de su poder.

La guerra comenzaría a dar un giro en la segunda mitad de ese año, en la batalla de Stalingrado, donde el Ejército alemán sufriría una grave derrota de la cual nunca se recuperaría.

La conferencia estaba centrada en «la eficiente ejecución de una matanza masiva industrial de 11 millones de personas, un procedimiento sin duda singular en la historia», resalta el cineasta en una entrevista con El Mostrador.

El cineasta Matti Geschonneck. Crédito: Michael Kramer

Métodos y tiempos

Específicamente, los representantes del Ejército, de las SS, la Cancillería, el Partido nazi y el Ministerio del Interior alemán debaten durante la película los métodos y también los destinatarios de la conferencia. Uno de los debates claves en la cinta de hecho es determinar quien es judío y quien no, a la luz de las leyes raciales que la dictadura nazi había aprobado en 1935.

Geschonneck cuenta que para su proyecto se basó en un documento  de 15 páginas que registró las intervenciones de los funcionarios participantes, todos hombres, con excepción precisamente de la secretaria que redactó el registro.

La cinta también consideró otros documentos, como el diario del ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, y anotaciones del jefe de las SS, Heinrich Himmler. El cineasta también fue asesorado por historiadores.

Por otro lado, «la elección de los actores, de la gestualidad, la mímica, el tono de voz, fueron elecciones del director».

Banalidad del mal

El cineasta plantea le impresionaron «las formalidad del encuentro, donde después de todo se decidió sobre la vida de miles de personas».

¿Cómo explicar hoy en día esa «frialdad» de sus participantes?

«Eso es para mí lo horroroso de esa reunión de una hora y media  de alto funcionarios nacional socialistas, en su mayor parte juristas, la naturalidad del procedimiento, la búsqueda de métodos soportables del asesinato, más soportables para los asesinos, claro. No hubo pensamientos morales por parte de los participantes», analiza.

«Queríamos, con nuestros medios, llevar a la luz de lo que es capaz el ser humano, de lo que somos capaces nosotros», apostilla.

Un solo escenario

Toda la película transcurre prácticamente en un solo escenario, como si fuera una obra de teatro. ¿Cómo logra el cineasta mantener la atención de los espectadores?

«Creo que lo decisivo es quizás el tono del film», responde el cineasta.

«A esa ‘cita con desayuno’ le dimos el carácter de una reunión de producción: uno sabe lo que quiere, sólo que no sabe cómo. Y deberíamos ser conscientes de eso: aquello alguna vez fue un hoy», remata.

En cuanto a la elección de los actores, en un reparto que carece de grandes estrellas, dijo que la edad de los intérpretes corresponde a la sorprendente juventud de los participantes originales.

«No sólo se trató de fisonomía o descripción naturalista de los caracteres. Para mí el reparto también tiene que ver mucho con la intuición», dado que los hechos han sido ficcionados, añade.

El destino de los participantes

Tras ver la película, el espectador se queda con la interrogante de qué sucedió con los participantes, en su mayor parte desconocidos.

Heydrich, máximo líder nazi en la Checoslovaquia ocupada, moriría pocos meses después luego de un atentado en su contra por parte de la resistencia local, mientras Eichmann lograría escapar a Argentina tras el fin de la guerra.

En 1960 fue capturado por el servicio secreto israelí y trasladado al Estado judío para ser sometido a juicio. Condenado a muerte por crímenes contra la humanidad, fue ejecutado en 1962. Sus cenizas fueron lanzadas al Mar Mediterráneo.

En cuanto a los otros participantes, enfrentaron diversos destinos.

Por ejemplo, el gauleiter Alfred Meyer se suicidó en 1945. Roland Freisler y Heinrich Müller murieron en 1945 en los combates de Berlín. Rudolf Lange se suicidó en febrero de 1945.

Josef Bühler fue condenado a muerte en 1948 por un tribunal polaco. Karl Eberhard Schöngarth fue condenado a muerte en 1946 en Holanda. Martin Luther, en tanto, murió en mayo de 1945 en un hospital berlinés.

Friedrich Wilhelm Kritzinger fue hecho prisionero tras la guerra y liberado por motivos de salud. Murió en 1947. Erich Neumann también fue interrogado tras la guerra, pero liberado también por razones de salud. Falleció en 1951.

Wilhelm Stuckart fue condenado en el marco de los juicios de la Wilhelmstrasse, aunque su condena se dio por cumplida. Falleció en 1953 en un accidente automovilístico.

Otto Hofmann fue condenado tras la guerra a 25 años de prisión, pero liberado ya en 1954. Falleció en 1982. En la posguerra también fue investigado Georg Leibbrandt, pero nunca fue enjuiciado. Falleció en 1982. Lo mismo ocurrió con Gerhard Klopfer: fue enjuiciado, pero absuelto, y murió en 1987.

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