Las Neotrogla no son las únicas hembras de la naturaleza que ostentan estructuras parecidas a penes. No obstante, ninguna especie tiene una estructura tan compleja o funcional como el ginosoma de Neotrogla.
Ciertamente en la naturaleza se ve de todo. Así que no es de extrañarse que sea posible que en el mundo animal existan hembras con «penes», como es el caso de los insectos cavernícolas del género Neotrogla. Después de todo, existe una gran variedad de genitales extraños, por lo menos desde nuestra perspectiva humana: desde argonautas que se desprenden de su propio brazo portador de esperma y lo envían a buscar una hembra con la que aparearse, el pene en forma de sacacorchos de un pato y hasta machos equidna con penes de cuatro puntas.
No obstante, nada como el Neotrogla. Lo que destaca de los piojos de las cavernas es que estas invierten sus funciones reproductivas y han intercambiado las estructuras genitales típicas: las hembras tienen partes salientes y los machos, una cavidad.
En concreto, según informa The New York Times, las hembras del género Neotrogla (hay cuatro especies en este género, todas ellas tienen los genitales invertidos) poseen una estructura eréctil en forma de pene cubierta de espinas llamada ginosoma. Utilizan este órgano para penetrar una hendidura parecida a una vagina del Neotrogla macho. En lugar de liberar esperma, el ginosoma de la hembra lo aspira mientras monta a su pareja.
Esto significa entonces que, a pesar de sus diferencias anatómicas, los machos de la especie siguen produciendo esperma, mientras que las hembras producen óvulos.
Los científicos creen que el entorno estéril en el que viven fue lo que obligó a las hembras de Neotrogla a convertirse en recolectoras de esperma más eficientes y a desarrollar el ginosoma –una rareza en la naturaleza, ya que solo Neotrogla barklice y un grupo de insectos estrechamente emparentados del sur de África poseen un ginosoma– como mecanismo para recoger la mayor cantidad posible de esperma del mayor número de machos.
Investigaciones anteriores han podido especular sobre por qué los Neotrogla evolucionaron para aparearse de esta manera, pero todavía quedan muchas preguntas abiertas.
Ahora, un nuevo esfuerzo de los investigadores por estudiar esta estructura parecida a un pene ha revelado que los músculos que utilizan para protruir y retraer sus miembros evolucionaron antes de que se invirtieran los roles sexuales en estos insectos, según se recoge en un estudio publicado en la revista Royal Society Open Science.
Basándose en investigaciones anteriores, Zixin Cheng, entomólogo de la Universidad de Hokkaido (Japón), y sus colegas utilizaron la tomografía microinformática para crear modelos tridimensionales de los insectos alados copuladores de las cuevas de Brasil, con el fin de averiguar cómo funcionan estas estructuras y confirmaron que, a diferencia de otros genitales femeninos protuberantes como los pseudopenes, el ginosoma es un órgano más complejo con músculos y conductos específicos que responden a su singular finalidad succionadora, según informa Science Alert.
En específico, los científicos hallaron dos grupos de músculos y concluyeron que estos ayudaban a las hembras tanto a desplegar sus ginnosomas en el período previo a sus prolongadas sesiones de apareamiento como a retraer sus ginnosomas hinchados después.
Estos mismos músculos también se encontraron en los insectos emparentados que no tenían penes plenamente funcionales, por lo que investigadores creen que estos músculos debieron evolucionar antes de que se intercambiaran los papeles sexuales en Neotrogla, según reporta IFL Science.
Una posible explicación a esta pregunta es que las hembras habrían utilizado estos músculos, en ausencia de un ginosoma, para estimular a los insectos macho durante las relaciones sexuales con el fin de favorecer la liberación de más semen.
La falta de larvas fiables en las cuevas brasileñas «es probablemente un factor importante que facilita la evolución de la inversión de los roles sexuales», según explicó al New York Times el entomólogo y autor principal Kazunori Yoshizawa, también de la Universidad de Hokkaido.
Por otra parte, los investigadores lograron establecer que el esperma puede cumplir una función más allá de la reproducción: nutrir a las hembras hambrientas que viven en entornos cavernícolas con escasez de recursos. Como prueba, los investigadores observaron a hembras extraer nutritivos paquetes de esperma incluso cuando eran demasiado jóvenes para reproducirse.
Para saber más de lo que está pasando en el mundo de la ciencia y la cultura, súmate a nuestra comunidad Cultívate, el Newsletter de El Mostrador sobre estos temas. Inscríbete gratis AQUÍ