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John Boyne, autor de “Todas las piezas rotas”: “Vivimos en una época en que los escritores son criticados antes de que se hayan leído los libros” CULTURA Crédito: Rich Gilligan

John Boyne, autor de “Todas las piezas rotas”: “Vivimos en una época en que los escritores son criticados antes de que se hayan leído los libros”

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Greta Aira
Por : Greta Aira Periodista hispanoargentina. Colaboradora de Cultura de El Mostrador
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El autor de “El niño con el pijama de rayas”, publica la secuela de la novela que ha superado los 10 millones de lectores en todo el mundo. El libro se titula “Todas las piezas rotas” y está protagonizado por Gretel, una anciana nonagenaria que intenta alejarse de un pasado tormentoso marcado por el nazismo. “Cuando empecé a escribir el nuevo libro era perfectamente consciente de que no quería destruir el legado del anterior; si tenía que escribir una secuela, tenía que ser tan buena o mejor que ‘El niño con el pijama de rayas’, que escribí cuando tenía poco más de 30 años. Ahora ya he superado la cincuentena y espero –espero– ser una persona más inteligente y un escritor más consolidado”, sostiene el irlandés.


“Si el ser humano es culpable de todo el bien que no ha hecho, como sugería Voltaire, yo me he pasado la vida tratando de convencerme de que soy inocente de todo el mal” –Todas las piezas rotas.

Así se rompe el silencio. La incisión es compleja. Contundente. Como un cúter rasgando el precinto de una caja. Quien habla es Gretel, alemana de 91 años que nada tiene que ver con la famosa hermana de Hansel creada por los Grimm, aunque sí tuvo un hermano, Bruno, muerto a los nueve años en una cámara de gas de Auschwitz, aferrado a la mano de su mejor amigo, Shmuel, el niño con el pijama de rayas. Ese es el título de la novela más exitosa de John Boyne (Dublín, 1971): medio centenar de reimpresiones en español y de traducciones a diferentes idiomas, once millones de ejemplares vendidos en todo el mundo y llevada al cine en 2008 por el director inglés Mark Herman. En El niño con el pijama de rayas, Gretel tiene 12 años, es hija de un militar nazi y bibliófilo entusiasta que le inculcará la pasión por los libros; ahora es ella la protagonista de la nueva novela de Boyne: Todas las piezas rotas (Salamandra).

“Quería volver a Gretel para intentar explorar cómo sería pasarse una vida entera sabiendo que tu padre, tu familia, estuvieron implicados en esos crímenes, cómo eso crea una sombra sobre tu vida”, afirma, vía Zoom, el escritor irlandés sobre esta secuela del exitoso libro.

París, Sídney y Londres. 1946, los años 50 y 2022. Son los lugares y contextos en los que la protagonista se esfuerza por reinventarse. ¿Cómo se empieza de nuevo?

“Me repetía a mí misma que yo no había tenido la culpa de nada, que sólo era una niña… Sin embargo, una vocecita en mi interior se preguntaba por qué seguía viviendo con un nombre falso”, reflexiona Gretel “Guéymard” –su nuevo y transitorio apellido– desde Francia, en plena posguerra.

“El tema central de este libro es el de muchos otros de mis libros: la complicidad. Yo crecí en Irlanda en una época en la que ya saben lo que ocurrió con la Iglesia y todos los escándalos que se produjeron. A mí no me interesan tanto las personas que cometieron los delitos, sino las que sabían lo que estaba ocurriendo y no hicieron nada para frenarlo”, afirma el autor, que en 2021 denunció los abusos que sufrió en la escuela por parte de un profesor y que escribió sobre la influencia y los abusos de la Iglesia en su país en Las furias invisibles del corazón (2017) y Las huellas del silencio (2020).

A través de Todas las piezas rotas, Boyne vuelve a arrojar focos de luz sobre su obra predecesora, El niño con el pijama de rayas, aquella ventana al Holocausto explorada con los ojos de un crío, tan curiosos como inocentes, de cuya publicación han pasado 17 años.

“Cuando empecé a escribir el nuevo libro era perfectamente consciente de que no quería destruir el legado del anterior; si tenía que escribir una secuela, tenía que ser tan buena o mejor que El niño con el pijama de rayas, que escribí cuando tenía poco más de 30 años. Ahora ya he superado la cincuentena y espero –espero– ser una persona más inteligente y un escritor más consolidado”, sostiene el irlandés.

Piezas del pasado, censuras del presente

En febrero de este año, se conoció la noticia de que parte de la obra en inglés de Roald Dahl (1916 -1990), autor de clásicos de la literatura infantil y juvenil como Matilda o Charlie y la fábrica de chocolate, ha sido reescrita. Algunos de los cambios introducidos han sido: “gordo” –palabra eliminada de todos sus libros– por “enorme” o “fea y bestial” por “bestial” a secas. Los editores y albaceas de Dahl dijeron que las novelas se han actualizado para adecuarse más al público moderno, algo con lo que John Boyne discrepa:

“Los libros no deberían cambiarse después de que muera un autor (…). Los que se están publicando modificando las palabras no son de Roald Dahl; son, seguramente, escritos una parte por él y otra por algún becario, y eso es la cultura del vandalismo, y no creo que los lectores deban aceptarlo”.

Por lo mismo, Boyne admite que “sería muy difícil” publicar un libro como El niño con el pijama de rayas en el contexto actual:

“Las redes sociales no eran una fuerza en el mundo entero en 2006, cuando yo lo publiqué. Tuvo muy buena acogida, la gente que lo leía, lo hacía con el corazón abierto y estaba dispuesta a permitir que esos personajes entraran en su vida, que esa historia los conmoviera. Hoy, vivimos en una época en que los escritores, sobre todo los de éxito, son criticados en línea, incluso, antes de que nadie haya leído los libros”.

El contexto

Gretel –su voz narrativa en la novela– admite haber sido parte de las Juventudes Hitlerianas, “pero como todas las niñas alemanas; al fin y al cabo, era obligatorio, del mismo modo que pertenecer a los Deustches Junvolk para los niños a partir de los diez años. Y a esa edad no me interesaba la ideología de partido, sino participar en las competiciones deportivas con mis amigas”.

A través de estos detalles, Boyne explora en Todas las piezas rotas temas tan humanos y rabiosamente actuales como la interpretación o la amnesia histórica, la cercanía y la distancia a sucesos que ocurren a la vez: la guerra, “La solución final a la cuestión judía” de los nazis, la vida de una familia, el éxtasis de la adolescencia, la infancia, las armas, la ignorancia, la confusión, la sospecha.

“Si hubiéramos tenido 20 años en 1930, en Alemania, lo más común es que hubiéramos crecido entre las Juventudes Hitlerianas y nos hubiéramos apuntado al ejército, porque tampoco había muchas opciones más. A Günter Grass, cuando dijo que había estado en las Juventudes Hitlerianas, se lo criticó mucho pero era un niño, ¿cómo puedes culpar a un niño por algo sobre lo que no tiene el menor control? A la vez, reconozco que, si esto forma parte de tu legado familiar, puedes sentir esa sensación de vergüenza respecto a todo lo que ocurrió, y eso es lo que lo convierte en un tema tan interesante para escribir”.

El crimen sin nombre

La palabra genocidio combina geno –término griego que significa raza o tribu– con cidio, del latín, que significa matar. No existía sino hasta 1944 y no fue considerado un crimen internacional sino hasta el 48, gracias a los esfuerzos de su creador, el lingüista polaco judío Raphael Lemkin, en parte porque Churchill se había referido a las atrocidades cometidas por las fuerzas alemanas como “un crimen sin nombre”.

Desde entonces, el genocidio en el marco de la Segunda Guerra Mundial no ha dejado de ser revisado y debatido en la academia, el cine, la literatura. La filósofa Hannah Arendt habló de la “banalidad del mal” a comienzos de los 60 al reflexionar sobre la incapacidad de pensar del criminal nazi Adolf Eichmann, aquel burócrata que se escondió en Argentina con otro nombre, un funcionario de la muerte y, al mismo tiempo, una persona terroríficamente normal.

“Da igual donde estés, tu pasado o tus experiencias del pasado seguirán persiguiéndote, no puedes dejarlas aparcadas en Londres o Berlín, acabarán acompañándote a todas partes”, termina el autor irlandés desde Nueva Zelanda.


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