A 50 años del golpe, el Instituto de Teología y Estudios Religiosos de la U. Alberto Hurtado, a cargo del doctor en Filosofía Martín Bernales, rescata el valor de las revistas clandestinas No podemos callar y Policarpo en una trilogía de libros.
Fueron las revistas que más circularon clandestinamente durante la dictadura y no quedaron en ningún archivo. Se trata de “No podemos callar” y “Policarpo”, dirigidas por el sacerdote jesuita y Premio Nacional de los Derechos Humanos José Aldunate, quien no solo conservó un ejemplar de cada número, sino que luego los empastó y depositó en la biblioteca San Ignacio.
En ese lugar permanecieron sin hacerse notar por varios años, hasta que un exalumno de Derecho de la Universidad Alberto Hurtado, Boris Hau, hizo notar al rector Eduardo Silva importancia que podían tener como fuente para la historia contemporánea de Chile.
En ese momento, el rector consultó una primera opinión al historiador Mario Garcés respecto del valor que podían tener estos contenidos y la respuesta fue tan positiva que encargó un proyecto de investigación sobre estas revistas. La historia la cuenta el investigador responsable del Instituto de Teología y Estudios Religiosos, Martín Bernales, que en septiembre presentará la versión digital de la revista “No podemos callar”.
—¿Qué complejidad hubo durante la investigación?
—Al iniciar el trabajo no sabíamos nada sobre los contenidos de la revista. Por eso, nuestra primera tarea consistió en idear una metodología que nos permitiera un trabajo exploratorio para conocer los contenidos y, al mismo tiempo, nos habilitara para dar a conocer aquellos que fueran valiosos como fuente para la historia contemporánea de Chile. Para cumplir con esos dos objetivos formamos un grupo de estudios interdisciplinario, encargado de juzgar el valor de los diversos artículos, y realizamos un trabajo de verificación para situar históricamente el artículo y lograr una lectura autónoma (es decir, sin necesidad de buscar el significado de siglas olvidadas o los cargos o funciones de ciertas personas nombradas).
—¿Cómo se verificó la información?
—Desde el comienzo decidimos indagar la veracidad de todas las denuncias de violaciones a DD. HH. y la situación actual de los procesos judiciales. El asunto nos pareció relevante porque la revista podía ser un testimonio de cuán temprana y precisa fue la entrega de dicha información. Finalmente, el resultado de este trabajo no solo ha confirmado la veracidad de las informaciones que entregaba No podemos callar y Policarpo, sino también ha conformado un pequeño archivo (que se encuentra en las notas al pie de los artículos) de la situación judicial de muchas causas.
En lo que respecta a la metodología, me parece que el encuentro interdisciplinario ha permitido crear un espacio de trabajo colaborativo que nos habilitó a evaluar desde distintos ángulos los artículos leídos y por lo mismo se constituyó en un espacio de formación. En estos cuatro años, por el grupo de estudio han pasado académicos que son doctores en Teología, en Historia, en Derecho y en Filosofía, y también estudiantes de pregrado y postgrado en esas disciplinas.
El encuentro de formaciones disciplinarias nos ha iniciado en una conversación donde se despliegan y prueban distintas herramientas analíticas que cada formación provee. Hasta ahora la conversación ha quedado tímidamente enunciada en los estudios introductorios de los tres libros que hemos publicado hasta el momento, esperamos que vayan dando lugar a reflexiones más robustas en torno al caso de las intervenciones religioso-políticas en la dictadura chilena.
La trilogía publicada por Ediciones UAH en la colección de Historia es No podemos callar. Catolicismo, espacio público y oposición política. Chile, 1975-1981 (2020), Policarpo, catolicismo, espacio público y oposición política. Chile, 1981- 1983 (2021) y Policarpo II. Catolicismo, espacio público y oposición política. Chile, 1983-1985 (2023).
Para Bernales, los textos recogidos en los libros son una fuente preciosa para la historia reciente de Chile. En sus páginas se da cuenta de la temprana circulación de información sobre los crímenes de lesa humanidad –muchas veces supuestos como invisibles o simplemente negados–; reflexiones acerca de las enormes transformaciones sociales y políticas que experimentaba la sociedad chilena del periodo en particular; testimonios sobre la implementación de las primeras políticas neoliberales por parte de la dictadura; debates acerca del modo en que la Iglesia Católica debía conducirse en estas circunstancias, incluidas las tensiones y ambigüedades que alimentaron esos debates.
—Según lo investigado, ¿cómo este grupo de cristianos vivió la incertidumbre de la época?
—Las revistas No podemos callar y Policarpo fueron realizadas clandestinamente por un colectivo de cristianas y cristianos que se definió “en constante nacimiento”. Debido a su fe, este colectivo tuvo el coraje de arriesgar su propia vida para modular una voz política disidente. El primer número de la revista manifiesta que la “simple proclamación explícita de la verdad, asumir sus riesgos, pero también su eficacia liberadora es la tarea de NO PODEMOS CALLAR” (editorial N°1).
El colectivo que publicó estas revistas lo hizo tomando la palabra para crear un espacio donde articular reflexivamente eventos que se experimentaban con horror o sorpresa. El título de la primera revista, No podemos callar, es significativo porque manifiesta con elocuencia la urgencia de tomar la palabra por parte del naciente colectivo, sin que su nombre enuncie un programa de acción. El pasquín no fue bautizado Revista Pro Paz o Revista por la Solidaridad, parafraseando proyectos católicos emblemáticos en el mismo periodo. La urgencia del colectivo No podemos callar, que será continuado por Policarpo, consistía simplemente en cumplir un “compromiso bíblico” por el cual debían arriesgarse a tomar la palabra para hacer valer una voz disidente que se comprometiera con una verdad que sus miembros estaban presenciando.
—¿Sus autores arriesgaron su vida?
—Ese compromiso podía llegar. Hay varios artículos sobre la posibilidad del martirio en las publicaciones, pero quizás el testimonio más elocuente es la elección del nombre Policarpo para la revista que continuará No podemos callar. En efecto, en la tradición cristiana, san Policarpo fue el obispo de Esmirna que, luego de negarse a abandonar su fe, murió martirizado en el siglo II. La fe que profesaban los autores de No podemos callar y Policarpo obligaba no solo a creer ciertas doctrinas, sino también a vivirlas desde el pueblo que sufría.
De un modo paradojal, sus intervenciones públicas estaban orientadas al respeto de los DD. HH. y al restablecimiento de una democracia, pero se fundaban en una actitud que por su disposición al martirio parecía afirmar que la verdad de la vida no se encontraba completamente en este mundo.
—¿Cuál es el aporte de memoria de este trabajo cuando en Chile conmemoramos los 50 años del golpe?
—Ya he señalado la importancia historiográfica de los contenidos de la revista. A dicha relevancia, quisiera agregar aquello que, a mi parecer, sostiene las revistas: una reflexión crítica y cristiana, informada y cuidadosa en sus formas, que intervino en el precario espacio público dictatorial. Su finalidad era dar a conocer ciertos eventos, analizarlos e invitar a una deliberación que, aunque dirigida al pueblo como sujeto colectivo, se orientaba fundamentalmente a la conciencia de cada ciudadano, fuesen detractores o partidarios de la dictadura liderada por la Junta Militar. No podemos callar y Policarpo realizaron una intervención pública razonada, que esgrimía razones políticas junto con razones religiosas.
Dicho de otro modo, el cristianismo que profesaban las revistas no aceptaba ser una religión enclaustrada en los templos. Se negaba a ser de sacristía. De esa forma, no consentía hablar de los “grandes temas del hombre” si ello no incluía referirse a los DD. HH. Rechazaba anunciar un “Cristo atemporal, desencarnando, que ignora al hermano torturado, desaparecido, cesante, con hambre, atropellado en sus derechos” (editorial de diciembre de 1979).
Selección
En un concurso del año 2021, que tenía por objetivo promover las obras editadas de autores nacionales, el primero de estos libros fue seleccionado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio para que fuera parte de todas las bibliotecas públicas de Chile.
El dossier “Progressive Christianism in Latin America: 50 Years After Teología de la Liberación” fue editado por tres miembros del grupo de estudio, en International Journal of Latin American Religion (2022).
Entre las actividades organizadas para este 2023 en la U. Alberto Hurtado, el grupo de estudios liderado por Bernales habilitará una colección sobre Iglesia y Dictadura en Archivos Patrimoniales de la biblioteca de la misma casa de estudios, a disposición de todo público.
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