Un imprescindible de la música latinoamericana vuelve al país en una gira compuesta por cuatro conciertos íntimos, en Santiago, Olmué y Valparaíso. El autor de “Sobreviviendo” y “Razón de Vivir” valoró la creación de los compositores jóvenes, cuando son capaces de representar el momento en el que viven, la realidad que los circunda, y así le dan identidad y autenticidad a su proyecto. Asimismo, Víctor Heredia recordó su estrecha amistad con Patricio Manns e Isabel Parra, como también el lazo que lo une con los cantores callejeros que le homenajean interpretando su canción “Bailando con tu sombra (Alelí)”.
“La recepción por parte de la gente, que mi repertorio sea tan querido en Chile como en Argentina para mí es muy hermoso”, expresa con sinceridad el prolífico músico, poeta, cantautor y compositor trasandino Víctor Heredia, quien celebra 56 años de carrera con una pequeña gira por el país.
Serán cuatro íntimos conciertos: el jueves 1 de junio en Terra Viva en Olmué; el viernes 2 de junio a las 21:30 horas en la Sala Rívoli de Valparaíso; el sábado 3 de junio en el Aula Magna del Liceo Manuel de Salas en Ñuñoa; y finalmente el domingo 4 de junio en el Teatro Municipal de La Pintana.
Con una ligazón entrañable con las raíces folklóricas, la canción social y el canto por la paz y el amor, Heredia ha sido capaz de transformar canciones en himnos que traspasan barreras políticas o etáreas. “Tengo un poema escrito más de mil veces. En él repito siempre que mientras alguien, proponga muerte sobre esta tierra, y se fabriquen armas para la guerra,yo pisaré estos campos, sobreviviendo”. Casi como una visión apocalíptica, el artista compuso estos versos en 1984, como parte del álbum “Sólo quiero la vida”, muestra de su aguda mirada y de la profundidad de su obra.
-¿Cuál es la razón de esta pequeña gira, y el motivo de que esta vez no sea en grandes escenarios sino que en lugares pequeños, donde la conexión con el público es más directa?
– En relación a tu pregunta, esta posibilidad quizás sea para mi más agradable que hacerlo en el estadio, porque me da la posibilidad de confraternizar con la gente, de tenerlo muy cerquita. Creo que lo bueno de los pequeños conciertos es justamente esa intimidad que se desarrolla entre el músico y el oyente. Para mí es muy hermoso tener esa posibilidad, me resulta muy placentero hacerlo así.
-¿Qué sientes cuando te das cuenta de que tus canciones traspasan generaciones, y de alguna manera siguen siendo vigentes, más allá de los cambios de la industria?
– A mí me da mucho orgullo eso, porque siento que las canciones no envejecen, los que envejecen son los que las escuchan, eso es muy especial. Me resulta muy hermoso tener ese ida y vuelta con las distintas generaciones y establecer una suerte de cadena de eslabones, donde cada uno es el eslabón de esa cadena, y el abuelo se lo plantea al padre, y el padre al hijo y así sucesivamente, y a la inversa. Eso a mi me parece muy hermoso y habla bien del interés que despiertan determinadas canciones; sobre todo porque siento que no se ha modificado mucho en nuestro entorno como para que transforme esa realidad en inútiles o en viejas a esas canciones, sino todo lo contrario.
Creo que algunas cuestiones tienen muchísimo que ver con el contenido primigenio o la intención primigenia de las canciones y eso hace que las canciones no sean solo coyunturales -que sirvan para un momento determinado- sino que definitivamente alcanzan distintas realidades en distintas etapas y en distintos tiempos. Me pone orgulloso como compositor.
– ¿Qué opinas de los nuevos artistas? ¿Cuál es, a tu juicio, el estándar ético o estético que debe regir en la composición musical?
– Haces bien en hacer esa diferenciación con los nuevos artistas. La música nunca es nueva ni vieja, es música. De hecho, nosotros seguimos escuchando algunos músicos clásicos (Chopin, Bach o Vivaldi) como si fueran de hoy. y esa música por suerte no ha envejecido, sigue teniendo la brillantez, la llegada y la emotividad con que fueron escritas en su época. Y haces bien en hacer esa diferenciación con los nuevos intérpretes, los intérpretes jóvenes me atraen sinceramente porque cuando ellos son capaces de representar el momento en el que viven, la realidad que los circunda le dan identidad y autenticidad a su proyecto. tiene que ver concretamente con la valoración que yo le doy a la ética y a la estética musical, entonces me llevo muy bien con ellos y me parece que muchos de ellos son extraordinarios y enriquecedores.
– ¿Cuál es tu relación con la música y las artes chilenas?
– Por suerte me ha hermanado la relación con los músicos chilenos, desde muy joven. Mi primer gran y queridísimo amigo físicamente fue el Pato Manss y a través de él aprendí muchísimo de la música chilena y a través también de Isabelita Parra, entrañable amiga desde hace muchísimos años. Y luego mi ligazón con grupos como Illapu, Inti-Illimani y Quilapayún. Yo diría que ha sido sustancial, no solo porque son buenos amigos, donde la música nos hermana y habla de nuestras vicisitudes y nos ayuda a comprender nuestras propias realidades. Así que yo diría que es sustantiva esta relación, porque me ha enriquecido desde siempre. De hecho, mi primer poeta de cabecera fue Neruda, antes que cualquier otro poeta argentino.
– A propósito de Patricio Manns, gran cantautor y escritor que falleció en 2021, ¿coincides que no tuvo en vida el suficiente reconocimiento por su obra?
– Yo creo que por suerte el Pato tiene la admiración, el cariño y el reconocimiento de los que tiene que tener, es el pueblo el que le ha dado la identidad y la jerarquía a su obra. Creo que sus composiciones más importantes anidan en el corazón del pueblo chileno. Por otro lado están los medios de comunicación, los pueblos son una cosa y los medios de comunicación son otra cosa. Entonces yo diría que en Argentina pasa más o menos lo mismo, artistas enormes como Mercedes Sosa yo diría que tiene un reconocimiento extraordinario; algunos artistas del mal llamado rock nacional como el caso de Spinetta o Fito Paez, quienes no solo tienen el reconocimiento de su público, sino de toda la Argentina. Nadie puede dejar de reconocer ese talento, y ojalá a mi me pase lo mismo en el futuro (risas). Pero si tuviera que ceñirme a los grandes medios de comunicación hegemónicos yo diría que soy una especie de olvidadito, pero cuando camino por la calle me doy cuenta que el olvido es bastante sectorizado. La gente me demuestra su afecto, las personas me abrazan y se acercan para saludarme o agradecerme; algunos periodistas no se bajan de ningún lado, lamentablemente para ellos, pero eso es otra cosa.
– ¿Porqué crees que hay música eterna?
– La música no va a morir bajo ningún punto de vista, porque somos emergentes de la necesidad y de la expectativa cultural de nuestro pueblo. El Pato escribió desde ahí, con toda la intelectualidad y la capacidad ya no solo como autor y compositor, sino como escritor; o el que tiene Chico Buarque en Brasil; o Silvio Rodriguez en Cuba. Hemos escrito desde el pueblo, entonces lo que el pueblo propone puede ser intentado de ignorar por algunos sectores, pero el pueblo no olvida. Cuando un artista que el pueblo eligió sube a un escenario o alguna de sus canciones es pasada por radio, el pueblo sabe de qué se trata y de quien se trata.
– Una de tus canciones, “Bailando con tu sombra (Alelí)”, ganadora de la competencia folclórica del Festival de Viña del Mar en 2004, se ha convertido en una especie de himno de los cantores callejeros. ¿Es cierto que te reuniste con ellos, y que opinas de este reconocimiento?
– Hicimos una reunión muy hermosa hace algunos años, porque quise agradecerles la difusión. Vos fijate que las compañías discográficas pagan para que sus canciones lleguen a la gente, y los cantores callejeros cantan mis canciones por amor, gratuitamente. Entonces, quise tener reconocimiento hacia ellos, y en algún momento incluso les invité a algunos de ellos a cantar en alguno de mis conciertos esa canción. La verdad es que estoy absolutamente orgulloso de que así suceda.
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