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“Fui muy feliz en la UP”: la saga gráfica sobre el Chile previo al 73 y la lucha social con Allende CULTURA

“Fui muy feliz en la UP”: la saga gráfica sobre el Chile previo al 73 y la lucha social con Allende

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Marco Fajardo Caballero
Por : Marco Fajardo Caballero Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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Escrita por Désirée y Alain Frappier, escritora y artista gráfico, respectivamente, se compone de “Donde termina la tierra” (Tiempo Robado Editoras, 2018), que se centra en el periodo 1948-1970, y “El tiempo de los humildes” (LOM, 2022), que abarca el periodo 1970-1973. El primero relata la vida de Pedro Atías, ex miembro del Teatro Aleph, mientras el segundo se centra en la vida de Soledad López, cuyo esposo lideró una toma en San Bernardo, que consiguió casa propia para sus pobladores. Ambos son chilenos que abandonaron Chile tras el derrocamiento del gobierno constitucional de Salvador Allende y se refugiaron en Europa. A los 50 de los hechos, para ella es hora de recordar la UP, “sus valores y su apego e interés por democratizar la cultura; por hacer de los chilenos un pueblo instruido y creador de formulas de convivencia más justas y equitativas. Explicar que las luchas colectivas son más eficaces y enriquecedoras que las individuales”. La obra será presentada este sábado en Ñuñoa.


Una saga sobre el Chile anterior al golpe de Estado y la felicidad durante las luchas colectivas de la Unidad Popular han creado Désirée (Francia, 1959) y Alain Frappier (Túnez, 1952), escritora y artista gráfico, respectivamente.

Se trata de “Donde termina la tierra” (Tiempo Robado Editoras, 2018), que se centra en el periodo 1948-1970, y “El tiempo de los humildes” (LOM, 2022), que abarca el periodo 1970-1973.

La obra será presentada este sábado, a las 12:00 horas, en la librería Baobab de la comuna de Ñuñoa, en avenida Italia 2004 (Metro Irarrázaval).

Al evento asistirán testigos que prestaron su memoria para la obra, representantes de las editoriales, el Instituto Francés de Cultura y el Museo de la Memoria. Además se proyectará una presentación que enviaron los autores desde Francia.

El primer libro de la saga relata la vida de Pedro Atías, mientras el segundo se centra en la vida de Soledad López. Ambos son chilenos que abandonaron Chile tras el derrocamiento del gobierno constitucional de Salvador Allende y se refugiaron en Europa.

En “Donde se termina la tierra”, la historia es vista a través de los ojos del joven Pedro, hijo del escritor Guillermo Atías, y sus veranos en la playa, la casa de calle Seminario, la Alianza Francesa y sus recuerdos del Teatro Aleph.

“El trabajo de diseño gráfico de esta obra requiere una mención especial. La estructura del libro, así como el hilo y ritmo narrativos están sustentados en una ilustración de gran belleza, que combina muy bien la pequeña y gran escala de las ilustraciones, organizadas de manera extraordinariamente dinámica. Los finos trazos y el dibujo lineal aparecen combinados con imágenes realistas, algunas casi fotográficas, y otras más bien impresionistas. Todo trabajado solo en blancos y negros puros, y en una variada gama de grises”, afirma Gloria Elgueta, codirectora de la editorial Tiempo Robado Editoras.

Carlos Reyes, investigador y guionista de historietas, destaca la importancia de esta obra por el origen francés de los autores, “lo cual es muy interesante porque demuestra que hay un interés fuera de Chile por nuestra propia historia”.

“Lo otro es porque es una historia sobre Chile, la historia de Pedro, de un hombre que vive su infancia en Chile, su adolescencia y luego vive en los momentos de la unidad popular, pero a través de una mirada familiar, doméstica, cotidiana, en donde se relata su propia evolución como un chileno común y corriente que va enterándose de lo que sucede, que va empoderándose y que termina con un compromiso político muy fuerte”, comenta.

“También es importante porque es un libro que retrata parte de nuestra historia desde 1948 a 1970. Retrata todo este período de un despertar social, político y que culmina con la llegada, en este primer tomo, con la llegada al gobierno de Salvador Allende. Es un libro que mezcla entonces este pequeño mundo personal cotidiano, privado, con lo político, lo social, lo colectivo. Es decir, la historia de Pedro es la historia de nuestro país”.

Para Reyes, desde ese punto de vista, revisitarlo hoy, a los 50 años del golpe, es muy interesante puesto que refleja el proceso que ha vivido nuestro país en un momento histórico fundamental.

“Es un libro bellísimo, es un libro muy chileno, a pesar de no ser hecho por gente chilena, uno lo ve y entiende cosas porque pone en tensión una serie de elementos históricos políticos y sociales a la luz y como le digo desde la óptica de lo personal de lo privado Por eso creo yo que esta edición de Tiempo Robado de Editoras es notable”.

En tanto, en el segundo, se cuenta la historia de una joven que participa en una toma de tierras, hija de una familia numerosa de inquilinos que migra del campo a Santiago, y que terminará con una entrega de la casa propia en la comuna de San Bernardo, gracias a una lucha de pobladores encabezada, entre otros, por un joven dirigente mirista, Ricardo Solar, conocido en su época como “Alejandro”, con quien se casó y tuvo dos hijos.

Después del golpe, tras entregarse a las autoridades por temor a que dañaran a su familia, Solar fue asesinado en octubre de 1973 en un recinto del Ejército de Chile.

“La obra de Alain y Desirée Frappier, da cuenta de un trabajo comprometido con la humanidad de los seres de carne y hueso, y su devenir en la historia que les ha tocado vivir. Es así como el relato que nos presentan, de manera muy documentada y cuidada en una serie de detalles, logra transmitir de modo muy vívido y poético, la fuerza y dignidad de las opciones y existencia de dichos personajes”, comenta Silvia Aguilera de editorial LOM.

Es un libro “que habla de los humildes, de la toma de conciencia activa de su dignidad y derechos, y de la esperanza que representó para dichas vidas –la de la mayoría de las y los chilenos- el gobierno de la Unidad Popular”.

“Una de las razones más importantes para mí y mi familia es rendir homenaje a mi marido, a quién, a los 23 años, le arrancaron la vida por ayudar a los más humildes a tener un techo para sus familias”, explica Soledad López, al ser consultada sobre por qué accedió a contar su historia.

“Lo que realmente sucedió en ese periodo es muy desconocido por nuestros jóvenes. A ellos quisiera transmitirles la satisfacción que se encuentra en el trabajo colectivo para mejorar sus propias vidas pero también la de los demás, ello, según y a través de mi propia experiencia. Además plasmar mi historia, nuestra historia, la mía y de mi marido en un libro, es también una forma de obtener justicia y que mis hijos y mis nietos, sepan quién y cómo fue su padre y abuelo”.

Pedro, por su parte, ha preferido no hablar para este artículo.

Désirée y Alain Frappier.

La conexión con Chile

¿Por qué estos artistas han decidido contar un trozo de la historia de un país tan lejano y distinto como Chile?

“Durante mucho tiempo, pensé que era una casualidad”, responde Alain, quien habla de un concurso de circunstancias que una tarde, los colocó frente a Pedro Atías, el personaje principal de “Donde se termina la tierra”.

Sin embargo, esta oportunidad no se hubiera concretado sin sus libros anteriores. Hoy a Alain le parece claro que “Donde se termina la tierra” y “El tiempo de los humildes” son una continuación lógica de su obra gráfica precedente, como “Dans l’ombre de Charonne” (2012) (A la sombra de Charonne), sobre la guerra de Argelia, cuyos principales torturadores impartieron cursos de “inteligencia” en la Escuela de las Américas frecuentada por los futuros dictadores de América Latina.
Désirée además nombra su libro sobre los años 80 en Francia, “La vie sans mode d’emploi, putains d’années 80” (2014) (La vida sin modo de empleo. Putos años 80), que describen el giro ultraliberal de un gobierno que muchos creían de izquierda, el de François Mitterrand (1981-1995). “Un sistema directamente inspirado del que probaron e implementaron los Chicago Boys, desde los primeros días de la dictadura chilena”.

“Fue después de leer este álbum que Pedro quiso que narráramos su historia. Todos nuestros álbumes buscan, a través de la pequeña historia de personajes desconocidos, comprender nuestra Historia Contemporánea, con mayúscula”, afirma ella.

“También teníamos muchas ganas de hablar de la Unidad Popular y de la elección del primer presidente marxista de la historia. El golpe del 11 de septiembre de 1973 marcó nuestra juventud. A todos nos conmovió la película ‘Missing’ y los relatos de torturas que descubrimos cuando llegaron los primeros exiliados chilenos”, dice Alain.

“Finalmente, rápidamente nos llamó la atención hasta qué punto, tirando el hilo de la historia chilena y de una de las últimas grandes utopías del siglo XX, también tirábamos el hilo de nuestra propia historia”, dice ella.

Ricardo Solar y Soledad López en 1971.

Desafíos

Hubo muchos desafíos, por supuesto, tomando en cuenta que se trataba de un país ajeno.

“El primero fue no cometer errores históricos. Cuantos más testigos encontrábamos, más alto nos parecía el listón. Sobre todo, no queríamos defraudar a quienes depositaron su confianza en nosotros”, analiza ella.

“Como muestran los anexos de nuestros libros, nos documentamos mucho. Hemos construido una verdadera biblioteca con más de 160 libros sobre el tema y decenas de películas y documentales”, agrega él.

“La prensa es también una de mis principales fuentes de documentación porque transmite los hechos en su inmediatez, sin saber lo qué sucederá a continuación. Es un testigo que restituye el estado de ánimo de una época, su vocabulario, sus sesgos. Como no hablaba español, tuve un gran trabajo de traducción”, señala la escritora.

“A partir de toda esta documentación, Alain dibujó un friso cronológico de 3,50 m de largo, en forma de acordeón, situando todos los acontecimientos que marcaron la Unidad Popular con las referencias y los números de página de las obras que hacían referencia a ella. Este friso fue infinitamente valioso para construir el guion y en mis intercambios con Soledad. Nadie vive con la cronología de los acontecimientos históricos en mente. Este friso despertó muchos recuerdos y anécdotas relacionadas con él. Su existencia fue para mí un alivio: la Gran Historia ya estaba escrita. Ahora yo podía avanzar en la pequeña historia que iba sobrellevar la grande”.

Para él, otro desafío fue dibujar una época enterrada por años de dictadura. Explica que la novela gráfica requiere una gran cantidad de información, que incluye la decoración, la comida, el vestuario, los objetos de la época y el país. Estos elementos son tan esenciales para el escenario como para el dibujo. “Así que tuvimos que ir a Chile, un país no conocíamos”, acota.

“Internet también nos ha ayudado mucho. Allí encontré, entre otras cosas, una foto de la clase de la hermana de Pedro en la Alianza Francesa, cuando eran niños; fotos de Pedro manifestando con el MIR, sus primeros intentos cinematográficos”.

Agrega que, para “El Tiempo de los Humildes”, además tuvo la suerte de encontrar una película de Guillermo Khan, sobre el campamento La Unión, situado a unas centenas de metros del de Soledad.

“También fui al sitio web de la CIA para encontrar los documentos desclasificados que atestiguan claramente la participación de los Estados Unidos en el sabotaje económico y en el golpe”.

Désirée complementa que para el segundo volumen, también tuvieron la oportunidad de poder consultar los archivos del historiador Jorge Magasich, quien está realizando un inmenso trabajo sobre la Unidad Popular y cuyos dos primeros volúmenes ya fueron publicados por LOM. Fue también una ayuda constante. “Cuando nos atascamos en un tema (como la inflación, por ejemplo) lo llamamos y a las pocas horas recibíamos una videoconferencia sobre el tema”.

“Él y su mujer, María Isabel Aguirre, nos acompañaron en la relectura del álbum durante toda su construcción. Fui muy sensible a sus consejos. Aportaron una verdadera riqueza a la historia”, dice.

Vínculo con Chile

Al ser consultados sobre cuál es su relación personal con Chile, Désirée afirma que comienza con la escritura de estas dos novelas gráficas, y su amistad con chilenos también.

“Estos lazos son muy fuertes, como lo son las viejas amistades, porque escribir al otro es también convertirse en el otro, sumergirse en su intimidad. Creo que una parte de mí se ha vuelto irremediablemente chilena”, analiza.

Alain destaca que la producción de estos dos álbumes les llevó tres años cada uno. Actualmente están en un tercer y último volumen que debería cerrar esta trilogía, aportando una pieza que faltaba a través de la historia de los marinos que se negaron a participar en el golpe orquestado por sus superiores. “Así habremos consagrado diez años de nuestras vidas al estudio de la historia chilena…”.

“Diez años vibrando con las emociones de todos los que creyeron en la posibilidad de otro Chile. Un Chile para los humildes”, remarca ella.

La historia de Pedro

Por otro lado, los personajes de ambos libros y cómo se conectaron con ellos también se deben a historias diferentes.

Sobre Atías, Désirée señala que “diría que fue él quien se acercó a nosotros, con el deseo de que contáramos su historia y sus ganas de volver a ver los rostros y los decorados a través de los dibujos de Alain”.

“Al principio pensamos en hacer un libro sobre la Unidad Popular, pero nos habló del Chile de su infancia: las uvas en el parrón del jardín, las empanadas, los picnics de los domingos. Nos habló de su padre, el escritor Guillermo Atías, amigo de Pablo Neruda, de su tío cercano a Salvador Allende, de sus penas escolares, de sus hermanas, de su liceo, de la creación del teatro Aleph. Era una historia muy nostálgica. Como si quisiera que reconstruyéramos el rompecabezas de una vida desgarrada, hecha añicos por el golpe. Una vida interrumpida, inacabada”, reflexiona.

“Si el exilio es una reconstrucción, también es una vida que queda atrás. Una vida que podría haber sido muy diferente. Intentamos colocar todos esos trozos de historia en la Gran Historia. Reconstruir el contexto histórico, político, económico y sociológico de la época. Fue bastante emocionante. Todo tenía sentido. Estábamos repentinamente no sólo en los inicios de la Unidad Popular, sino también en los del golpe de Estado”, explica.

Atías nació en julio de 1948, fecha que marca el inicio de la Guerra Fría y la creación de la CIA. Dos hechos que tendrán una gran repercusión en el resto de su historia. Tenía 10 años durante la Revolución Cubana, 14 durante la Copa Mundial de Fútbol de 1962 —destacando el futuro tristemente célebre Estadio Nacional—, 17 durante las protestas contra la Guerra de Vietnam, 20 durante los Juegos Olímpicos de México, marcados por la masacre premonitoria de Tlatelolco y por los puños en alto de los atletas afroamericanos.

“Todo esto fue sumamente rico y nos proporcionó valiosos elementos de comprensión para el futuro”, agrega. “Así que finalmente decidimos abordar la Unidad Popular en un segundo álbum que le diera todo el espacio que se merecía”.

Soledad al partir al exilio en 1977, con sus hijos Marx y Carolina.

Y la de Soledad…

En cuanto a Soledad, Alain dice que la relación es muy diferente.

“Ella no vino hacia nosotros. Fuimos a buscarla. Queríamos que una mujer nos hablara de este período. Porque la mujer está más arraigada en la vida cotidiana, en las pequeñas cosas que componen la vida de cada día. Los hombres nos explicaban la Unidad Popular. Necesitábamos vivirla”, dice.

Soledad recuerda que, por intermedio de unos amigos, conoció a Desirée y Alain Frappier.

“Mi amiga sabía que ellos estaban en búsqueda de un testigo venido del pueblo humilde y habiendo vivido el periodo de La Unidad Popular. Su interés por mi historia fué manifestado con mucha delicadeza al principio y creció con el tiempo. Nos juntábamos en Bruselas, en mi casa. Saqué mi escueto álbum de foto de familia, en esos tiempos no era fácil tener una máquina fotográfica, cosa que lamento mucho hoy”.

“Para mí, la primera dificultad fue hacerles comprender lo que es la vida en un campamento, sin medios y en medio de la nada, en resumen, lo que es en la realidad el drama de los sin casa y de una’ toma de terreno’. Para situar el contexto geográfico se tuvieron que contentar con croquis hechos por mi mano y mi memoria. Ahí mostraba como se conformaba y organizaba el campamento. No fue nada difícil recordarlo, todo lo tengo en la memoria como si fuese ayer”, afirma.

“El resto de mis recuerdos fueron saliendo paulatinamente, entre llantos y risas, con muchas pausas que a veces necesitaron de un paseo en la naturaleza para relajarnos y poder seguir”.

Desde el punto de vista emocional, Soledad cuenta que recordar fue muy difícil, evidentemente.

“Se me cruzaron muchos sentimientos pero nunca el odio ni el deseo de venganza. Para cualquier ser humano es muy complicado y duro ésto de recordar momentos pasados, más aún cuando son los más traumáticos, esos que nos persiguen toda la vida. Pero, sentí que era la ocasión de mostrar al mundo cuánta generosidad, grandeza y esperanzas hubo en ese periodo para todos los ‘humildes’ como yo”.

Una historia que además se la debía a sus dos hijos.

“Para mis hijos que crecieron y se educaron en un país democrático, con todas sus necesidades cubiertas y derechos sociales garantizados como por ejemplo la educación y la salud, es muy difícil comprender las inequidades y desigualdades del sistema chileno. En lo humano, han asumido los principios y valores de su padre que son también los míos y que ellos a su vez le transmiten a sus hijos. Hoy, son un ejemplo de ciudadanos comprometidos con su entorno social, aunque la nostalgia de su padre, que no conocieron físicamente, perdurará, creo yo, toda la vida. Su padre, él, desde donde esté, puede estar orgulloso de ellos; junto a mi pareja, también chileno y exiliado, creemos haber cumplido con ese deber”.

Larga investigación

La investigación, contada en la introducción de “El Tiempo de los Humildes”, tomó bastante tiempo. Afortunadamente para ellos, los autores se cruzaron con Jorge Magasich y su mujer María Isabel, de paso por Chile. María Isabel había leído “Donde se termina la Tierra” y le había gustado.

“Encargada de una emisión radial de literatura latinoamericana en Bruselas, entendió perfectamente cómo se construyen nuestras historias. Ella fue quien nos presentó a Soledad”, recuerda Alain.

“Para nosotros fue una verdadera bendición. Primero, porque Soledad guarda una memoria muy viva de los hechos. Una memoria revivida durante sus años de lucha para obtener la condena de los asesinos de su marido. Además, porque las personas más heroicas suelen tener problemas para hablar de sus hazañas. Los héroes son púdicos. La fuerza de los monstruos consiste, también, en llegar a descargarse de toda culpa y cargarla sobre sus víctimas. Son las víctimas quienes soportan el peso de los horrores que les infligieron; ellas se arrepienten de tal o cual decisión que pudo tener un resultado fatal; se culpan por tal palabra o tal nombre pronunciado bajo tortura. Las víctimas se cuestionan a lo largo de sus vidas: ‘si no hubiera hecho esto o aquello, tal vez…’. Todos estos elementos hacen que los testimonios sean extremadamente difíciles”.

“Pero Soledad no quería hablar de ella”, acota la escritora. “Quería hablar de su esposo, Ricardo ‘Alejandro’ Solar. Un padre y un abuelo que sus hijos y nietos no nunca podrán conocer. Este testimonio es también una forma de resistir a la “supresión” impuesta por diecisiete años de dictadura. Una forma de hacerle justicia. Una justicia que su país aún le niega hasta el día de hoy”.

“Soledad nos pareció ideal porque su relación amorosa con Ricardo ‘Alejandro’ Solar comenzó y terminó con la Unidad Popular. Por la sinceridad de este amor, por su fuerza, por su enseñanza, por los hijos que concibieron, vimos en él una magnífica metáfora de la historia de amor del pueblo chileno por su ‘compañero Presidente’”.

Para ella, si Soledad representa a esos miles de “sin casa” a los que la Unidad Popular les ofrecerá la posibilidad de tener un techo y una vida digna, Ricardo “Alejandro” es como todo un sector de la juventud, de procedencia más bien acomodada, que se comprometerá de lleno durante la Unidad Popular, en el afán de justicia y de igualdad social. Y es también es parte de esos miles de jóvenes torturados y asesinados por haber deseado un mundo mejor.

Un periodo de felicidad

La propia Soledad destaca el periodo de la UP como un periodo de mucha felicidad.

“Esos ‘años felices’, como bien los describe Luis Sepúlveda, fueron para nosotros, el pueblo, años de mucha alegría y esperanzas. A mis 15 años donde yo despertaba al amor con mayúscula, es decir al amor de pareja y al de la lucha social, fueron años muy felices y plenos de mi vida”.

“Estábamos llenos de entusiasmo e ilusión por construir junto a ‘nuestro’ gobierno, algo lindo. Sentir que esta vez sí podíamos, que no estábamos solos, que se entendían nuestras necesidades… y ésa alegría la queríamos compartir con todos”, explica.

“Fue en ese tiempo que hice realidad los valores aprendidos de mis padres a quienes desde mi tierna infancia ví sacrificarse día a día para sacar adelante su familia. De ellos aprendí lo que es la dignidad y las ganas de luchar por una vida mejor”, dice.

Por otra parte, lo vivido junto a Ricardo le sirvió mucho para enfrentar las vicisitudes de la vida. “Ahí aprendí lo que es la empatía ante el sufrimiento del otro, la solidaridad y el amor del trabajo colectivo, valores que siempre me han acompañado en mi vida”.

“Por otro lado, y aunque el desenlace para mí fuera tan brutal, me siento muy orgullosa y privilegiada de haber vivido ese periodo que marcó tanto, para bien y para mal, la historia de Chile e incluso la del mundo”.

A ella le llama la atención la demonización que ha vivido todo lo vinculado a la UP.

“De esta experiencia humana, efectivamente, no se habla mucho. La dictadura y su modelo impuesto, nos impuso también un relato donde todo lo de entonces era negativo y los gobiernos de los años de transición y post dictadura nada hicieron para corregirlo. Aún hoy, la casi totalidad de los medios de comunicación están en manos de los mismos civiles que apoyaron a Pinochet. Las ‘fakes news’, las mentiras, se han convertido en el pan cotidiano de los chilenos y las chilenas infundiendo, además, miedo y terror de los cambios”.

La población

Sin embargo, aquella lucha no fue en vano. Hoy la población a la que dio origen esa lucha se llama Olivo A. Un monolito recuerda la lucha de los años 70. Soledad ha vuelto regularmente puesto que un hermano suyo vive en la casa que fue de sus padres. También la casa que fue suya, con  Ricardo, sigue ahí.

“No ha cambiado mucho. Cada vez que la veo recuerdo mis años vividos ahí junto a Ricardo y nuestros hijos pequeños, llenos de felicidad y esperanzas en el futuro”, rememora.

En cuanto a personas de aquella época, ella se ha encontrado con algunas que recuerdan aún al “compañero Alejandro”, con mucho cariño y respeto.

“Hay en medio de la población un monolito en recuerdo y agradecimiento a todos los compañeros que lucharon por esos techos. Para mí el oír y ver que el reconocimiento de sus sacrificios siguen presentes en la memoria de la gente e historia de la población, son fuentes para de una inmensa emoción y honor , para nuestros hijos también”.

Marx, el hijo de Ricardo, en los años 90, frente a su antigua casa en la población El Olivo A.

Viaje a Chile

Para los libros, los autores además viajaron a Chile.

“Vinimos dos veces a Chile durante dos meses”, relata la escritora. “Una vez por cada álbum (2016 y 2018). Estos viajes no fueron viajes al Chile de hoy, sino a su pasado. Vinimos a conocer a la familia de Pedro, a aquellos que habían participado en los mismos movimientos políticos que él. Queríamos seguir sus pasos, encontrar su casa y los lugares que nos había relatado”, recuerda.

Algo que la impactó fue ver el teatro Aleph ahora transformado en un café Starbucks. “¡No nos hubiéramos atrevido a inventar algo así!” Más aún cuando el título de la primera obra creada por el Teatro Aleph fue “¿Se sirve Ud. un cóctel molotov?”.

Además, “su casa se había transformado en un negocio dedicado a la moda. Otra luz mordaz sobre el Chile de hoy, como la antigua casa de su amiga Viera rodeada de alambre de púas. Pero Pedro Atias nos había hablado de los chilenos amnésicos, completamente convertidos al ultraliberalismo. Nos encontramos con todo lo contrario”, destaca.

Alain insiste en destacar en que sus viajes no tenían nada que ver con el turismo.

Para el primero, la Asociación de ex presos políticos en Francia les ayudó a preparar su visita brindándoles una lista de personas a contactar y lugares para visitar. Visitaron varios centros de tortura, la población La Victoria, los archivos de la Biblioteca Nacional y los del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos donde también pudieron realizar un taller de novela gráfica con jóvenes de barrios desfavorecidos (Fundación Balmaceda). Encuentros “muy ricos donde la memoria de Allende y la Unidad Popular estuvo abundantemente presente”.

También fueron al ex Pedagógico, donde pudieron consultar los registros del establecimiento y encontrar huellas de muchos de sus personajes.

“Ese día, se estaba preparando una gran manifestación estudiantil en el campus. ¡Era increíble! Nos sentimos como si estuviéramos retrocediendo cincuenta años, excepto por los piercings y los tatuajes que no existían en esa época”, recuerda ella.

“También asistimos a manifestaciones donde pudimos medir la valentía de la juventud chilena frente a una fuerza policial impresionante, con ‘guanaco’ y gases lacrimógenos como nunca antes había visto. Reconozco que no me sentí muy valiente”.

Estallido

Ambos estaban terminando “El Tiempo de la Humildes” cuando la revuelta de octubre apareció en sus pantallas.

“Más de un millón de personas en las calles de Santiago, en proporción al número de habitantes, ¡era como si cuatro millones de personas estuvieran en las calles de París!”, recuerda Alain.

“Estábamos conmovidos. De repente, las últimas palabras de Allende se hicieron proféticas: ‘Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse… de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor’. Resonaron nuevamente en las calles los cantos de la Unidad Popular, entonados a coro por miles de voces. Seguimos todo en las redes sociales. El pasado y el presente se encuentran. ‘El tiempo de los Humildes’ se encontraba en plena actualidad chilena”, cuenta.

Para Désirée, fue la la prueba de que el pueblo no estaba amnésico.

“Nada se olvida. El silencio absoluto impuesto por diecisiete años de dictadura finalmente se estaba levantando. Nuestro álbum evoca también la violencia policial que siguió, los asesinatos, las balas disparadas a quemarropa, los ojos de los manifestantes en la mira de la policía, este joven tirado desde el puente en el Mapocho y su cuerpo flotando en el agua, como en el momento del golpe”, dice.

“Nos encontramos también en la actualidad de las campañas de desprestigio y desinformación, organizada por los medios mayoritariamente de derecha, tan similar a las campañas realizadas contra la elección de Salvador Allende que evocamos en ‘Donde se termina la Tierra’ y luego contra la Unidad Popular que narramos en ‘El tiempo de los Humildes'”.

A 50 años

En el marco de los 50 años del derrocamiento del gobierno constitucional de Allende, Alain comenta que le gustaría venir a Chile para apoyar el lanzamiento de “El Tiempo de los Humildes” en ediciones LOM durante esta conmemoración, “ya que al homenajear a Ricardo ‘Alejandro’ Solar homenajeamos también a la Unidad Popular”.

“La realización de este álbum nos mostró hasta qué punto estos mil días que intentaron revertir el orden de las cosas siguen siendo hoy un tema tabú en Chile. Cuando preguntamos a la gente sobre sus recuerdos de este período, la mayoría nos respondió evocando el golpe cívico-militar. Cuando insistíamos diciendo: ‘No, no es del golpe, sino de la Unidad Popular de lo que queremos hablar’, nos respondían: ‘Fue un período formidable’. Pero no puedes hacer un libro con ‘un período formidable'”.

“La novela gráfica puede ser una herramienta maravillosa para comprender la historia. Nuestra Historia y la de los demás. Esperamos que ‘El Tiempo de las Humildes’ pueda cumplir este papel en Chile, porque también es para honrar estos mil días que lo hicimos, es esa victoria, y ese increíble paréntesis en la historia de Chile que queremos conmemorar”, agrega.

Désirée tiene varias ideas para la conmemoración.

“A primera vista diría: declarar el 11 de septiembre día de luto nacional; ataviar de negro el Palacio de la Moneda; liberar a todos los presos políticos de la revuelta de 2019; proyectar ‘La Batalla de Chile’ de Patricio Guzmán en forma gratuita en todos los cines del país; resucitar a los desaparecidos a través de otras novelas gráficas, películas o documentales que den testimonio de las heridas imborrables que dejan estos crímenes… Tengo muchos otros sueños en mente, pero nuestro país se asemeja terriblemente al tuyo por haberlo copiado demasiado. Por lo tanto, albergo pocas esperanzas a nivel de los medios y del gobierno con respecto a esta conmemoración”.

“Más allá del horror de sus crímenes y de su negación de la democracia, el legado del 11 de septiembre es un sistema económico que favorece solo a una parte muy pequeña de la población, destruye el planeta, promueve el bandidaje y da todo el poder a las finanzas a través de la policía y el ejército. Incluso la de gobernar a nuestros gobernantes”, cree ella.

“Es esta herencia la que debemos combatir hoy. Creo que la juventud no nos necesita para saber cómo hacerlo. Lo demuestra cada día más en su manera de reinventar las luchas. Por tanto, sólo puedo esperar de todo corazón que sea ella la que “abra las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”.

Ambas obras han tenido gran repercusión.

“Hemos recibido muchas cartas y mensajes de actores de esa época, de hijos, esposos o esposas de exiliados. Todos estaban emocionados de redescubrir la Unidad Popular tal como la habían vivido o se las habían contado. E incluso como se la silenciaron”, dice Alain.

“Algunos padres o abuelos no pudieron hablar de este período a sus hijos, ya que el final fue demasiado doloroso. El hecho de que la historia esté dibujada también conmueve mucho a los lectores. Redescubren la atmósfera de aquella época, los objetos, la ropa, los carteles… La novela gráfica, a diferencia del cine, permite también revivir a los desaparecidos y desaparecidas con sus verdaderos rostros y reconstruir así una realidad aún más fuerte”, analiza.

“A menudo profesores de literatura y de historia nos invitan a las escuelas secundarias. Utilizan nuestros álbumes chilenos para presentar la Guerra Fría, los límites de la democracia, las dictaduras de América Latina… Temas que están en el programa de estudio de la secundaria francesa”, complementa Désirée.

“Desde la publicación chilena en LOM, también tenemos muchos amigos que compran el libro para distribuirlo. Para dar a conocer esta historia y recordar lo que fue la Unidad Popular. Eso nos conmueve mucho”.

Para Soledad, en tanto, es el momento de informar, de recordar en cada barrio, a lo largo y ancho del país, lo que se vivió en esos mil días únicos, de recordar al “Compañero Presidente” Salvador Allende y las 40 medidas de su programa y puestas en marcha desde el primer día de su gobierno.

También de recordar “sus valores y su apego e interés por democratizar la cultura; por hacer de los chilenos un pueblo instruido y creador de formulas de convivencia más justas y equitativas. Explicar que las luchas colectivas son más eficaces y enriquecedoras que las individuales”.

Un momento de organizar debates en las escuelas, universidades , entre vecinos ,etc, que cuenten sus experiencias y la comparen con el Chile de hoy, porque los problemas de ayer también lo son hoy: vivienda, salud, educación, etc.

“Me gustaría que hubiesen miles de conciertos dónde pudiéramos emocionarnos escuchando todos esos cantos que nos acompañaron a lo largo pero demasiados cortos mil días, cantos que hacen hoy parte del patrimonio de las luchas sociales del mundo”, afirma.

Soledad actualmente con sus hijos.

“Y por último , después de todas esas alegrías, recordar también el horror, por doloroso que sea. Nombrar y decir ‘presente’ a cada uno de nuestros asesinados y desaparecidos, ‘siempre presentes’ en nuestras memorias para que esta parte tan obscura de la historia de Chile nunca se repita”.

 

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