La directora de cine de origen polaco Gosia Juszczak viajó a Gambia para filmar el documental “Stolen fish”(2019), donde contó la historia de tres habitantes del país africano, Abou, Mariama y Paul, y cómo sus experiencias de vida se han visto marcadas por las consecuencias de la pesca ilegal. La cineasta es parte del jurado del 2º Festival de Cine del Mar y Festival Puerto de Ideas Biobío, por lo que visitará Chile para una proyección de su cortometraje, además de la premiación del certamen sobre cine y océanos, a desarrollarse durante los días 24 y 25 de este mes en Concepción.
Gambia, el país más pequeño de África continental, se está quedando sin peces. Empresas chinas explotan ilegalmente la costa, procesan el pescado y lo exportan a Europa y China para alimentar a los animales en la agricultura industrial. La sobrepesca deja sin una fuente de proteína importante a los habitantes de comunidades locales y agota los ecosistemas marinos. La directora de cine de origen polaco Gosia Juszczak viajó a Gambia para filmar el documental Stolen fish (2019), donde contó la historia de tres habitantes del país africano, Abou, Mariama y Paul, y cómo sus experiencias de vida se han visto marcadas por las consecuencias de la pesca ilegal.
El cortometraje es una de las producciones cinematográficas más destacadas de Juszczak y, el año pasado, ganó la primera versión del Festival de Cine del Mar – Puerto de Ideas Biobío (2022). Además, ha recibido otros reconocimientos, como el Premio al Mejor Corto en el Livable Planet Film Festival de San Francisco y el Premio al Mejor Documental en el Kraków Green Film Festival de Polonia.
La cineasta ha colaborado con organizaciones como Unicef y UNOCHA, y ha desempeñado funciones de observadora de los Derechos Humanos en Oriente Medio, así como de mentora en Diversidad Cultural y Religiosa y en la lucha contra la discriminación, interés por la diversidad cultural y la justicia social que la llevó a investigar sobre la pesca ilegal en Gambia.
“El proyecto surge en mi interés por el tema de las migraciones, identidades, capitalismo, que hasta ahora fue el eje central de mis trabajos, la convocatoria de una ONG británica Minority Rights Group por realizar un documental que contase algunas de las razones menos conocidas de la migración desde África hacia Europa, y un encuentro breve con un activista gambiano que mencionó, mientras tomábamos una cerveza en Madrid, la problemática de las plantas de harina de pescado chinas en Gambia. De allí me lancé a un viaje de investigación y formación de un equipo que me ayudara a contar la historia con una estética sutil”, relató Juszczak.
La directora es parte del jurado del 2º Festival de Cine del Mar y Festival Puerto de Ideas Biobío, por lo que visitará Chile para una proyección de Stolen fish y la premiación del certamen sobre cine y océanos, durante los días 24 y 25 de este mes en Concepción.
La película ofrece una visión interseccional sobre una actividad que involucra distintas aristas: explotación de los ecosistemas marinos, pobreza y migración.
“Durante la estancia en Gambia descubrí muchas cosas, pero una de las más importantes, tal vez, es que el activismo también es un privilegio. Es fácil ir a una manifestación si tienes todas las necesidades básicas cubiertas, es fácil informarte bien si no tienes que trabajar día y noche para darles de comer a tus hijos, por eso el personaje femenino de la película, Mariama que lo hace a pesar de esos factores, es muy admirable”, manifestó la cineasta.
Además, la directora sostuvo que uno de los desafíos, al momento del rodaje, fue poder filmar alguna de las fábricas chinas que se encuentran en las costas de Gambia.
“Fuimos, según nos dicen los periodistas gambianos, el primer equipo para filmar el trabajo en el puerto cerca de una fábrica china. Existen reportajes que lo filman desde un dron, pero a nosotros este punto de vista no nos interesaba para nada. Queríamos estar cerca y dentro de todo. El consentimiento también es importante. Así que lo más difícil fue llegar a que la gente confiara en nosotros y nos dejará grabar en aquella playa”, relató Juszczak.
Desde su estreno, el cortometraje ha tenido un muy buen recibimiento en distintos festivales de todo el mundo. “Los 28 premios que lleva el documental me siguen sobrepasando”, expresó.
“Según el contexto geopolítico, el debate posterior es distinto, pero la recepción fue muy buena en todas las partes del mundo y hemos estado en unos 45 países”, detalló Juszczak.
El documental le ha permitido a la cineasta poder hablar sobre sustentabilidad, migración y desigualdades en distintos lugares del planeta. Además, uno de los protagonistas del cortometraje, Abou, logró tras el estreno migrar en patera a Europa. Junto con él viajan por escuelas realizando talleres para jóvenes.
“Con el auge de la derecha en muchos países, este trabajo me parece muy importante, y que los alumnos puedan conocer de primera mano el valor del respeto a cualquier ser humano y entender el privilegio que tienen. Los talleres van evolucionando y creciendo, ya que también soy educadora formada en diversidad cultural y religiosa, así que pienso incorporar más dinámicas para hacer talleres más completos”, concluyó.
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