Leopoldo Benítez Herrera, casado y padre de tres hijos, fue detenido y ejecutado por agentes del Estado el 18 de septiembre de 1973, según el informe Rettig. Tras su muerte, según un académico, hubo “una operación consciente de aquellos que dirigían la institución por borrar esta historia”. Su hija Katia, que tenía meses de vida al momento de su asesinato, fue alumna de la misma escuela. “Este profesor cercano, humano, a quien todos le tenían aprecio, desapareció de la faz de la tierra y nunca hubo explicación”, lamenta. Benítez es una de las 31 víctimas fatales UC, entre estudiantes, egresados y docentes asesinados o desaparecidos tras el golpe.
A cincuenta años de ser detenido y asesinado por la dictadura, la comunidad ARQ UC le rendirá este martes un homenaje a Leopoldo Benítez Herrera, arquitecto UC y, desde 1967, profesor titular de la escuela, quien asumió su dirección en 1969 hasta su muerte en septiembre de 1973.
El evento se realizará a las 12:30 horas en el Jardín del Salón Sergio Larraín García Moreno del Campus Lo Contador.
La actividad, iniciativa conjunta de la dirección junto al Centro de Estudiantes de Arquitectura UC (CEARQ), contará con la participación del decano Mario Ubilla, del director ARQ UC, de representantes del CEARQ y de representantes del Colegio de Arquitectos de Chile, junto a familiares, amigos y la comunidad ARQ UC.
Nacido en Concepción el 12 de marzo de 1936, Benítez estudió en el Instituto Alemán de Frutillar, en el Instituto de Humanidades Luis Campino y en el colegio San Pedro Nolasco de Santiago. Fue parte de un equipo de investigación que pasó seis meses en las bases chilenas del territorio antártico para luego entrar a estudiar arquitectura en la UC, graduándose en 1964.
Tras su titulación, obtuvo una beca de la Fundación Ford y estudió un máster en arquitectura en la Universidad Rice en Houston, Texas, de donde se graduó en 1966. Al regresar de Estados Unidos, trabajó en diferentes proyectos de urbanización en Santiago y formó parte de la reforma universitaria en la UC que derivó en la democratización de la universidad, la creación del Centro de estudios de la Realidad Nacional (CEREN) y del Departamento Universitario Obrero Campesino (DUOC), además de promover la creación de sedes en provincias.
Se incorporó al cuerpo docente de la Escuela de Arquitectura UC como profesor titular en 1967, bajo el mandato de Fernando Castillo Velasco como rector de la institución. Impulsado por una visión social y el deseo de una sociedad justa, asumió en 1969 la dirección de la Escuela de Arquitectura, entonces denominada Departamento de Arquitectura. Su militancia política se inició en el Partido Democracia Cristiana, pasando por el MAPU, para finalmente unirse al Partido Comunista un poco antes del golpe de Estado.
Su vida y trayectoria fueron criminalmente truncadas por la dictadura y la persecución ideológica: fue detenido el 17 de septiembre de 1973, asesinado el 18 de septiembre y encontrado el 24 de septiembre.
En aquel momento tenía tres hijos: Carolina Benítez Mouesca y Cristóbal Benítez Mouesca, fruto de su primer matrimonio con la destacada fallecida académica y especialista en cine Jacqueline Mouesca, quien se fue al exilio a Francia tras su asesinato, y Katia Benítez Bessonne, hija de su segunda unión con Mercedes Bessone Barolo.
Cristóbal escribió años después de su muerte que se enteró de la misma con apenas once años:
“Sentía una pena muy grande. No podía imaginarme no volver a verlo y durante mucho tiempo soñé que
él estaba en una plaza, parado, adentro de un cajón de vidrio. Yo lo veía, pero no lo podía tocar. El me sonreía, pero no podía hablarme. Me fui de Chile con mi madre y mi hermana y todo lo que pasó antes de septiembre de 1973, se transformó en una especie de vida anterior que no quieres olvidar, pero que, a veces, no crees haber vivido”, manifestó en una publicación.
Benítez es una de las 31 víctimas fatales UC, entre estudiantes, egresados y docentes asesinados o desaparecidos tras el golpe.
En 2016, el ministro en visita Hernán Crisosto condenó al general en retiro de Carabineros Sergio Jiménez Albornoz a la pena de 10 años de presidio mayor en su grado mínimo, como autor del delito de homicidio calificado de Benítez. Además, en el aspecto civil se condenó al Fisco a pagar una indemnización total de $ 310.000.000 (trescientos diez millones de pesos) a los familiares de la víctima por daño moral.
Sin embargo, poco después, la Corte de Apelaciones de Santiago absolvió a Jiménez. Finalmente, el año 2017, la Corte Suprema condenó a Jimenez a la pena mínima de cuatro años, con el beneficio de libertad vigilada.
El homenaje ocurre tras un desayuno en memoria de Benítez realizado el pasado 11 de septiembre en la sala de la casona Lo Contador que lleva su nombre.
Dicha instancia fue presidida por el Decano FADEU, Mario Ubilla; y estuvieron presentes, también, la Directora de Comunicaciones de la Facultad, Macarena Cortés; y los directores de las escuelas de Arquitectura y Diseño, Luis Eduardo Bresciani y Martín Tironi, respectivamente; además del estudiante de la escuela de Periodismo UC, Luka Villalabeitia (quien realizó un reportaje sobre su vida y obra), familiares de Leopoldo Benítez, docentes, y estudiantes.
“Esta instancia pretende conmemorar y relevar la figura humana, académica y profesional del exdirector del Departamento de Arquitectura, Leopoldo Benítez. En especial en el día de hoy 11 de septiembre, y a 50 años del golpe de estado, creemos como Facultad que es nuestro deber conmemorar con este acto sencillo pero sentido, para reflexionar sobre nuestro quehacer profesional a la luz de los acontecimientos y también, a través del compromiso y experiencia de Leopoldo Benítez”, señaló allí la Directora de Comunicaciones de la Facultad, Macarena Cortés.
Posteriormente el decano Mario Ubilla se expresó, así: “quiero saludar con mucho afecto a la familia de Leopoldo, y expresarles que para nosotros realizar esta ceremonia constituye un deber como Facultad”, y agregó que “recordamos en esta ocasión a Leopoldo Benítez, académico, director e investigador de la escuela de Arquitectura y nuestra Facultad, cuyo legado constituye memoria, historia y un hecho académico relevante que nunca debemos olvidar”.
Ubilla sostuvo, además, que “Leopoldo nos recuerda permanentemente quiénes fuimos, somos y cómo podemos ser a futuro, y en ese sentido reconocemos en él a un académico dialogante, quien además fue pionero en relevar el rol de la mujer en la arquitectura, en la obra y en la sociedad, y fue siempre una persona que se tomaba el tiempo necesario para conversar y dialogar con quien se lo solicitara, sobre la arquitectura, la vocación a la ciudad y la importancia del rol del estudiante”.
El director de la escuela de Arquitectura, Luis Eduardo Bresciani, manifestó que “lo primero es saludar a la familia y seres queridos de Leopoldo Benítez, y reconocer en este un día triste para toda la familia de la escuela de Arquitectura y la Facultad, porque no solamente nos recuerda el inicio de uno de los períodos más oscuros y terribles de nuestro país, también nos recuerda una de las épocas más terribles de nuestra propia universidad, situación que refleja lo más horroroso de nuestra escuela y de la historia de nuestro país”.
“La memoria de Leopoldo Benítez, y de todas las víctimas debe mantenerse viva en el tiempo, porque sin memoria no hay futuro, y es deber nuestro también mantener viva la esperanza de la reparación, que no ha llegado del todo, y resaltar uno de los períodos más innovadores y creativos que tuvo nuestra escuela y nuestra Facultad, lo que fue borrado por la dictadura, invisibilizando grandes avances y 40 años de tremendas innovaciones que Leopoldo Benítez representaba fielmente”, agregó Bresciani.
Para finalizar el estudiante de Periodismo UC, Luka Villalabeitia, comentó su experiencia en la elaboración de un reportaje que ha profundizado en la historia de Benítez.
“Desde que supe del caso entendí que era una historia que necesitaba ser contada”, aseveró, agregando que “se trata de una fecha terrible para nuestro país, y es necesario conmemorar estos 50 años de dolor que han tenido muchas familias en el país”.
“Leopoldo, conforme la investigación, tenía una visión de la arquitectura y de la vida muy innovadora, y a medida que avanzó el trabajo me fui encontrando con una persona cuyo trabajo era capaz de cambiar a la sociedad, lo que tocó e impactó profundamente”, puntualizó.
La ceremonia terminó con unas palabras de su hija, Katia Benítez, quien agradeció la instancia con emoción, por rescatar la figura de su padre. Por último, en dos vitrinas expuestas se pueden revisar diversos documentos pertenecientes al Archivo de Originales FADEU, que portó al contexto de la relevancia académica del director, a través del trabajo realizado por Isabel García y Roxana Baldevenito.
Según la investigación de Villalabeitia, publicada por Radio UC, eran las 19:30 del 17 de septiembre de 1973. Leopoldo “Polo” Benítez, en aquel momento de de 37 años, estaba en la casa de sus suegros, ubicada en la comuna de Macul. Lo acompañaban su esposa Myriam y su hija Katia, cuando 20 carabineros de la Escuela de Suboficiales entraron a la residencia. Media hora después, subieron a Leopoldo a un bus policial y se lo llevaron. Sus familiares y cercanos nunca más lo volvieron a ver con vida.
En los días siguientes, su familia buscó en la lista de detenidos del Estadio Nacional, pero no estaba. Lo encontraron gracias a un teniente vecino: Hernán Covarrubias. Él llamó a un doctor, amigo de Leopoldo, para que fuera a reconocer un cuerpo en la Morgue de Santiago. El 24 de septiembre, el médico. Daniel Mayne dio con una persona sin vida que había sido encontrada el día 18 de ese mes a las 13:35 horas en la calle. El cadáver de Benítez tenía múltiples heridas de bala.
“Según cuenta la investigación de este caso, lo delató un vecino. Por sus ideales ligados al Partido Comunista, por su propuesta de una arquitectura cercana a lo social, por pensar como no se podía en esa época. Tres hijos quedaron sin padre, una mujer sin marido y una facultad sin su director de carrera, la cual recibió la noticia como si se tratara de la muerte de un familiar”, escribió Villalabeitia.
Según el reportaje, José Rosas, alumno de Arquitectura UC en esos años y posteriormente decano de la facultad, recuerda el hecho como una conmoción: “Sabíamos que había detenidos desaparecidos, pero que fuera una persona tan cercana, nos dolió mucho como generación”. Guillermo “Guillo” Bastías, también estudiante en los años 70, sintió el dolor por el asesinato de Leopoldo, y algo que le afectó especialmente fue la brutalidad de esos primeros días del golpe de Estado.
Otro alumno de esos años, y actual profesor que mantiene más que viva la memoria de Leopoldo es Orlando Vigouroux.
“Me produjo una honda pena saber que lo habían asesinado. Nunca hizo nada malo en contra de nadie”, menciona. Los meses y años posteriores también fueron algo que siempre inquietaron a Orlando, porque “cuando volvimos del golpe a la escuela, todo seguía como que no hubiera pasado nada”, relató a Villalabeitia.
El asesinato de Leopoldo Benítez ocurrió cuando Katia, su hija menor, hoy arquitecta de la facultad en la que su padre fue director, tan solo tenía meses de vida. Por eso tiene “una imagen construida a lo largo de la vida, y que siempre va a ir modificándose”, dice en el reportaje.
Menciona que la visión de su padre son puros fragmentos; de los amigos del colegio, de sus colegas, de su mamá y de sus hermanos, que tenían 10 y 11 años para el golpe y eran hijos del primer matrimonio de Polo, pero que luego fueron exiliados.
“Tengo el relato de hombre, pareja, arquitecto, amigo, papá. Es como una historia de pedacitos”, afirma Katia. De todos esos trocitos, su hija piensa que Polo se define con una palabra: apasionado.
Katia cree que esta pasión no era solo en lo que hacía, sino que era “apasionado con la vida”. Según ella, “era un tipo súper intenso, tenía 37 años y se casó dos veces. Vivió un año y medio en la Antártica en un barco haciendo fotos, hizo un máster en Houston, volvió y fue director de la Escuela de Arquitectura”.
Luis Eduardo Bresciani, actual director de Arquitectura UC, cree que Polo representa la época en que esta vocación estaba vinculada a un compromiso con el país y su población. Por eso, menciona que la relación de esto con la visión política de la época hizo que fuera “borrado por completo dentro de la escuela posterior al golpe Militar”, según el reportaje de Radio UC.
El arquitecto plantea que lo que se hizo en la universidad en la segunda mitad de la década de los 60 y primera parte de los 70 es una historia que fue olvidada y perdida. Señala que se debe a “una operación consciente de aquellos que dirigían la institución por borrar esta historia”. Katia, hija de Polo, afirma lo mismo acerca de la muerte de su padre: “Este profesor cercano, humano, a quien todos le tenían aprecio, desapareció de la faz de la tierra y nunca hubo explicación”.
Sin embargo, durante las últimas décadas, el olvido se ha ido dejando atrás. En 2005, se hizo una ceremonia en conmemoración, en 2011 se puso una placa y desde 2017 la sala 10 de la facultad lleva el nombre Leopoldo Benítez. No fue fácil. Vigouroux comenta que siempre planteó que había que hacer algo en su memoria, pero en su momento era visto como peligroso. Además, cuando lo propuso por primera vez, le respondieron con que no querían que “esto se transformara en una disputa política”.
Esto lo corrobora Katia. Ella afirma que durante su paso por Lo Contador, jamás mencionó su relación con Polo y que en todos esos años nunca escuchó nada acerca de su padre.
En 2017, como iniciativa del decanato y con presencia y apoyo del rector Ignacio Sánchez, se hizo otra ceremonia en la que le pusieron el nombre Leopoldo Benítez a una sala importante para la facultad, en la cual Polo hizo clases y que es parte de la casona emblemática del campus. Guillermo “Guillo” Bastías, alumno de la escuela en la década del 70, ve en retrospectiva la relevancia de ese día. Por primera vez escuchó que se refirieran a este caso como asesinato, lo cual, para él, mostró un cambio en la universidad.
La memoria en torno a Leopoldo Benítez no solo se ha dado gracias a estas ceremonias, sino también gracias a sus propios actos. Luis Eduardo Bresciani, desde su mirada como director, explica que se ha vuelto a poner dentro de la agenda de la carrera lo que tanto defendía Benítez: el sentido social y el compromiso con las demandas colectivas en el rol de las y los arquitectos.
La importancia de la memoria la tiene muy presente Mario Ubilla, actual Decano de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos de la UC. “Es una manera de recordar que tenemos personas que de alguna manera nos acercan a la tragedia y nos hacen reflexionar”, afirma.
Y luego agrega: “Debemos enfrentar la historia para poder enfrentar el destino y tener la capacidad de poner las cosas en su justo valor”.
Puedes leer el reportaje completo sobre Benítez aquí.
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