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Director de orquesta de “La fragua”: “La Nueva Canción Chilena merece ser perpetuada y rescatada”

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Marco Fajardo Caballero
Por : Marco Fajardo Caballero Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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Esta cantata, que sintetiza las luchas de las clases populares, desde la conquista española hasta el triunfo de la UP, será parte de la inauguración este jueves del Foro de las Artes de la U. de Chile.


El director de orquesta y compositor chileno Miguel Ángel Castro ha asumido un desafío enorme: volver a dirigir, después de 50 años, el montaje de la cantata “La fragua”, una obra emblemático del músico Sergio Ortega, autor de himnos como “El pueblo unido” y “Venceremos”, a 20 años de su fallecimiento.

Esta creación, que sintetiza las luchas de las clases populares del país desde la conquista española hasta el triunfo de la Unidad Popular, y que inicialmente fue interpretada por el conjunto Quilapayún, será parte de la inauguración del Foro de las Artes de la Universidad de Chile, este jueves a las 19:00 horas en la Sala Isidora Zegers (Compañía de Jesús 1264), y que además tendrá una segunda función el martes 17 de octubre, a las 20:00 horas, en la Sala Master (Miguel Claro 509), en ambos casos con entrada liberada previa inscripción.

Castro explica que “La Fragua” es una cantata popular que se compone de recitativos, recitados y canciones que van intercalándose entre sí.

“Los recitativos son parlamentos que van acompañados con música de una estética extremadamente modernista. Los recitados son parlamentos sin acompañamiento de música. Las canciones son piezas musicales para una o varias voces, partes vocales, acompañadas por un instrumental de instrumentos latinoamericanos, como también instrumental sinfónico estándar, que sería un quinteto de cuerdas con un quinteto de viento, más percusiones sinfónicas. Eso da grandes rasgos desde el punto de vista formal de lo que es La Fragua”, explica.

Agregó que, a su juicio, esta obra ha sido elegida para inaugurar el Foro de las Artes porque es un ejercicio de memoria social y colectiva, que es justamente una de las acciones que busca realizar el Foro de las Artes en aquellas actividades artísticas que promueve.

“De hecho, el título del Foro de las Artes 2023 es Memorar al Porvenir, entonces el ejercicio de la memoria es fundamental. Pienso que esa es una razón muy importante por la cual esta obra fue escogida para la inauguración”, comenta.

El Colectivo Azul es parte de la obra.

Vinculación previa

Dentro de su trayectoria como músico, Castro ha tenido la oportunidad de vincularse en varias ocasiones con repertorios de la Nueva Canción Chilena, también teniendo la oportunidad de hacer arreglos.

Por ejemplo, el año pasado la Orquesta Sinfónica de Jalapa, del Estado mexicano de Veracruz, le solicitó un arreglo de “El pueblo unido”. También la Cantata Santa María de Iquique se estrenó en el Festival de Música Contemporánea de su veintiava versión con su orquestación, o “La población” de Víctor Jara, que se realizó en conjunto con el Departamento de Música y el Teatro Nacional, de la cual el Teatro Nacional ha sacado partido y ha seguido propagando esas orquestaciones.

Asimismo también en la Orquesta Sinfónica de Pudahuel, la Orquesta Juvenil de Pudahuel, que dirigió Castro por varios años, tuvo la oportunidad de hacer numerosos arreglos que combinaban estas conformaciones latinoamericanas y sinfónicas.

“Yo mismo compuse para niños una colección de cuentos que se llama ‘La Historia de Nuestros Pueblos’, en donde una narradora iba contando historias de mitos y leyendas de Chile acompañados con música, y esa música era tanto sinfónica con elementos de raíz latinoamericana, entonces, o raíz chilena en realidad”.

En ese sentido, “hacer una obra como ésta es algo que me atrae mucho, se enmarca en un tipo de repertorio que ya he conocido por otras experiencias, y que, bueno, viene a confirmar también una línea, por decirlo así, de producción interpretativa que ahora ya, como académico del Departamento de Música, puedo seguir mostrando. Entonces, eso me parece que esta obra está dentro de lo que a mí me ha tocado y he querido hacer como director de orquesta”.

El compositor Sergio Ortega.

Origen

El director de orquesta cuenta que la idea de presentar esta obra no le pertenece a una persona en particular, sino al Departamento de Música de la Casa de Bello.

“El Departamento de Música somos un grupo de personas que discutimos, reflexionamos, intercambiamos ideas sobre qué es lo que nos parece relevante para constituir nuestras temporadas de conciertos. Y en ese sentido hay muchas personas involucradas”.

Entre ellos nombra al director del departamento, Rolando Cori, la subdirectora Fernanda Vera, así como el equipo de extensión, compuesto por Manuel Vilches, Gabriela González, Lía Arenas y él mismo como coordinador y profesor de las prácticas en conjunto, además de las personas que trabajan en los archivos.

“Todos participamos de alguna manera poniendo algún grano de arena en esta reflexión que hacemos sobre qué programar cada año y por qué. Entonces, desde ahí, desde esa conversación permanente, surge la idea de hacer esta obra”, relata.

Vínculo con Ortega

Castro cuenta que su vínculo con Ortega es principalmente mediante la admiración que tiene “a su trabajo, su vinculación y responsabilidad artística y musical hacia los movimientos sociales, hacia la reflexión y la construcción de una sociedad y cómo el arte puede contribuir a instar el pensamiento y la emoción de las personas en pro de la construcción de una sociedad más justa para todos y todas”.

“Entonces, en ese sentido, el movimiento la Nueva Canción Chilena y todo lo que implica, en lo cual participa Sergio Ortega, me parece que es muy loable, es muy admirable y merece ser perpetuado y rescatado”.

En ese sentido, Castro habla de un ” momento histórico, observante y redescubridor de cosas que estuvieron en un pasado, pero que debiesen ser parte de nuestro repertorio presente y debiesen impulsar también nuestro quehacer artístico de aquí y en el futuro”.

Si bien conocía canciones sueltas de esta creación, “como obra total, la conocí recién este año, a causa de que se me presentó la oportunidad de conocer el manuscrito que hay aquí en nuestro archivo y, bueno, se discutió la posibilidad de programarlo por la importancia que tiene en este momento histórico y conmemorativo para nuestro país y para la figura de Sergio Ortega también. Entonces ahí me interioricé más en la obra y la conocí recientemente en su totalidad”.

“Sobre otras canciones de Sergio Ortega, supongo que desde que entré aquí a la facultad he ido conociendo, por la tradición que aquí se vive, diferentes canciones de Sergio Ortega a lo largo de todos mis años, primero como estudiante, después como docente. Siempre hay un reencuentro con ese repertorio, acá en este edificio, con las personas que lo habitan. Y muchos de ellos, claro, fueron actores in situ de la interpretación y creación de estos repertorios. Entonces, aquí se vive ese repertorio, en la Facultad de Arte de nuestra universidad”, destaca.

El director de orquesta Miguel Ángel Castro.

Rescate patrimonial

Castro además explica que su involucramiento en este proyecto se debe a que, como académico de la Universidad de Chile, una de las cosas importantes que, a su juicio, es necesario cultivar por parte de quienes trabajan en esta área de cultura es el rescate patrimonial.

“El rescate patrimonial del patrimonio no tangible, como son las mismas obras musicales, de la interpretación de las obras musicales, porque el manuscrito en sí es un patrimonio tangible, pero el interpretar la obra es un patrimonio no tangible, y eso es necesario rescatarlo, porque hay un sentido histórico socio-cultural que le da origen a esta obra que es pertinente de conocer y ser reflexionado en nuestro tiempo”, comenta.

“Es parte de nuestra historia, y de esa manera podemos seguir construyendo nuestro futuro conociendo las instancias que dan origen a estas obras. Entonces hay una cuestión como de contenido, que es muy importante de ser reconocido y rescatado en la interpretación de esta obra, que hace que para mí sea una responsabilidad ética, como académico, el comprometerme con este tipo de trabajos”, afirma.

Momento político

El director de orquesta además piensa que hay ciertas condiciones que parecen obvias y obligantes que hacen que esta obra sea apropiada para este momento político, “como por ejemplo el momento que estamos viviendo conmemorativo de 50 años, de este término brusco y abrupto, violento, del proyecto político de la Unidad Popular”. También la efeméride de la conmemoración de la fecha de muerte de Sergio Ortega.

“Pueden haber esas razones que saltan a la luz, digamos, y son muy evidentes. Pero además hay otras que tienen que ver con poner en vitrina, poner en el repertorio, cierto, estas obras que son obras que realizan una combinación estética muy fuerte entre la música latinoamericana de raíz folclórica o de raíz popular, junto con lo que podríamos decir la música académica o la música docta o la música clásica”, explica.

Para él, ese movimiento de compositores que intentaba hacer esta síntesis, esta simbiosis entre estas estéticas, era “algo realmente notable como aporte cultural desde nuestro país hacia el resto del mundo”.

“Esta estética de la cantata popular, como una especie de música panamericana, me parece que es algo también que, claro, está asociado a un contexto de argumentos sociales que fueron censurados terminantemente y tajantemente durante el régimen militar, evidentemente, y que la oportunidad de rescatarlo, cierto, no hay que perderla, porque es una línea de trabajo que, como dije anteriormente, resultaba en algo en lo cual nuestro país podía contribuir de manera única, cierto, al repertorio universal”.

“Después tuvimos que refugiarnos en un quehacer académico de laboratorio centrado en las estéticas europeas, que es lo que se podía hacer para poder seguir haciendo subsistir las escuelas de composición que son muy europeocentristas. Y de cierta manera es necesario, entonces, que ya en un ambiente en donde podemos instalar nuevamente estos repertorios, en un ambiente político en el cual podemos volver a instalar estos repertorios, continuemos el legado de las músicas y de las estéticas musicales, que habían sido cultivadas por estos compositores como Sergio Ortega en la Nueva Canción Chilena”.

Para Castro, lo primero que hay que hacer es interpretar estas obras para ponerlas en el repertorio, para que la gente le interese estudiarlas, para que estén las partes a disposición, las partituras a disposición, y que la gente le interese tocarlas una y otra vez, hasta que después ya vengan personas que le interese seguir componiendo música que tenga este compromiso social, que tenga esta autenticidad, nacional o latinoamericana o panamericana, “y que sigamos, entonces, desde la cultura chilena contribuyendo, desde nuestro país, desde nuestra identidad, seguir contribuyendo con música que sea pertinente y necesaria para nosotros y para el resto del mundo”.

Desafíos

Castro comenta que los principales desafíos se enmarcan, para montar esta obra, es la coordinación de los recitativos, que son los parlamentos con música.

“Ese es el principal desafío para nosotros como músicos, porque de alguna manera es algo que es una escritura muy experimental, es muy compleja, requiere de un conocimiento mutuo entre instrumentista y orador, muy grande, que está mediado evidentemente por la dirección musical, pero que requiere de una coordinación que no es posible describir en la partitura, sino que hay que ensayarla, hay que aprendérsela, hay que gestualizarla, hay que apropiarse del carácter de la prosodia, del afecto de cada uno de los recitativos con música, para poder hacerlo funcionar realmente bien y de manera coordinada. Ese técnicamente es el mayor desafío”, remarca.

Luego está el desafío de la coordinación y de la preparación en paralelo de un conjunto que es de música docta y otro conjunto que es de música latinoamericana, que en algún momento convergen en ensayo de conjunto, en ensayo de ensamble, pero que tuvieron que en un principio haber ido montando la obra por carriles separados, en sus propios ritmos de ensayo, en sus propias maneras de funcionar, y que en algún momento se tienen que juntar y tienen que haber acuerdos y coordinaciones, a pesar de que las prácticas de cómo preparar y ensayar la música en un tipo de agrupaciones de ciertas prácticas musicales sea tan distinta a la de otras.

“Entonces eso también es un desafío de diálogo, de escucha entre los músicos que se encuentran y que tienen que convivir con metodologías que pueden ser de repente diametralmente diferentes en la práctica. Ahí es clave la mediación que puede ejercer la dirección musical para poder hacer que esto se ensamble adecuadamente. Eso también es otro desafío”, explica.

Legado

Finalmente, en cuanto al legado de Ortega, Castro es humilde.

“Pienso que hay personas mucho más conocedoras que yo acerca de Sergio Ortega como para hablar con propiedad en esta misma Facultad sobre su legado. Yo siento que, partiendo por las personas que tuvieron la oportunidad de trabajar junto a él, así que lo que yo pueda decir es bastante pequeñito”.

Sin embargo, considera que evidentemente el legado de Sergio Ortega tiene que ver con la vinculación inseparable e irrestricta entre responsabilidad social del artista y su quehacer disciplinar.

“Eso me parece que es un legado muy importante, es decir, por qué hacemos arte, por qué hacemos música, y que esta música sea válida, le haga sentido a los públicos, a la gente, a la mayoría de la gente. Entonces, por eso estas músicas hablan tanto de un lenguaje muy académico, pero otras veces de un lenguaje muy universal, común y popular”.

Así, le parece fundamental que los músicos, los compositores y compositoras no sólo hagan ejercicios técnicos para emular escuelas que puedan ser sofisticadas desde el punto de vista intelectual, sino que en el fondo tengan la honestidad y valentía de componer una canción que pueda atararear cualquier persona. Y desde ahí, entonces, situarse en un lenguaje que llegue a todo el mundo si se quiere hablar de cosas “que nos pertenecen a todos, como es el querer construir una sociedad más justa”.

“Entonces, tenemos que hablar en un lenguaje universal cuando queremos hacer música que queremos que le pertenezca a todo el mundo. Entonces, esa responsabilidad del músico, del artista, pienso que es un legado importantísimo de Sergio Ortega”, concluye.

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