“Solo se odia lo que se ama, dice el bolero y a mí me hace mucho sentido, porque realmente algo que amas de la forma en que la protagonista lo hace, puede ser objeto de un sentimiento igual de fuerte y movilizador como la rabia”, dice la autora.
Una crónica amorosa sobre ese fenómeno llamado flechazo es lo que presenta “Canción de recuerdos inútiles”, este nuevo libro de la escritora chilena Sara Bertrand con ilustraciones del destacado ilustrador y diseñador Francisco Olea, publicado por la editorial Escrito con Tiza.
Sus textos breves invitan a dejarse llevar por el flujo de las ideas y, sobre todo, de las emociones. Un libro para los que han vivido el amor y el desamor, el enamoramiento y el sufrimiento.
– ¿Cómo nace el texto de este libro y cómo se arma el dialogo con la ilustración? Cuéntanos de ese trabajo junto a Olea.
– Con Olea veníamos de trabajar un libro sobre duelo, Cuando los peces se fueron volando, que fue publicado primero en Colombia por Cataplum y está en Chile gracias a la editorial Escrito con tiza, así es que Olea me propuso hacer un libro en otro registro emocional y nos fuimos al otro extremo, pensamos hacer un intercambio ilustrado sobre relaciones amorosas, algo divertido, dijimos, pero entonces me invitaron a la feria del libro de Bogotá (Filbo) y entre la cantidad de estímulo estético que recibes en una feria, los museos que visitas, las muestras de arte, los libros que hojeas o lees en el hotel, de pronto, esta historia se armó de una sola. Me senté en la mesita del cuarto del hotel y la escribí. A la mañana siguiente se la mandé a Olea. Y eso es lo bueno de trabajar con un ilustrador con oficio, pues Olea tomó el texto y se hizo cargo de los espacios en blancos, sus silencios, de aquello que puede tener otras lecturas posibles, porque el libro cuenta la historia de una mujer que se enamora locamente de un hombre que no le para bola, pero también puede ser leído como la historia de una pareja que está en esa transición cuando las cosas se ponen difíciles, cuando la vida te va separando, cuando las cosas se enfrían. Así es que el libro puede ser leído así: como una canción que reúne varias historias de amor y desencanto.
– ¿Con qué se va a encontrar el lector?
– Me imagino que eso tendrán que responderlo los lectores, porque cada quien tiene sus historias de amor y desencuentros, historias felices o frustradas, historias de vidas que se reúnen o se separan y pienso que, en ese espacio universal del encuentro amoroso, te encuentras con todas las combinaciones posibles y quizás eso es lo más bonito de los libros, la forma particular en que dialogan con cada quien.
– ¿Crees que todos los seres humanos hemos pasado por esos amores no correspondidos, por esa desesperación y angustia que vive la protagonista? ¿o quizás ese sentir nace de la carencia afectiva?
– No soy experta en el amor, en ningún caso, a lo más puedo hacerme cargo de mis propios fracasos y frustraciones, porque como especie, creo, tendemos bastante al amor, pero en la misma medida al desencuentro. Pensemos no más en el estado de situación en que se encuentra el mundo hoy día, estamos con varios focos de guerra, tensiones políticas por todos lados y eso es tan humano como el amor. Como dice Marina Colasanti “la guerra vive en las pulsiones del ser humano” y pienso que eso que se aplica a las relaciones internacionales puede perfectamente llevarse al terreno de las relaciones interpersonales. Entonces, quizás cuando entendamos la importancia de cuidar los vínculos afectivos, cuando valoremos el verbo “construir” y realmente pongamos las ganas en ahondar en espacios de luz en vez de volver a los arquetipos que nos conducen a la oscuridad, podremos no caer en la desesperación, estar en un territorio posible para construir buenas relaciones, sin angustia o desesperación.
– ¿Cómo describes ese estado del flechazo amoroso, de casi ceguera y locura? ¿es amor realmente?
– Repito: de amor entiendo lo mismo que cualquier lector, pero en mi experiencia personal el enamoramiento es un estado bastante febril, por un espacio de tiempo pierdes la cordura (incluso, a veces, el pudor), porque realmente estas tomada por esa emoción. Ahora, a mí me pasa con bastante frecuencia eso de apasionarme por algo, un tema, una autora, un poema. Digo que, si uno lo mira desde cierta distancia, el enamoramiento también es una forma de dejarse atrapar por otro u otra en el sentido más amplio de esa otredad y eso es interesante, por un tiempo, te dejas habitar por algo diferente a ti y en principio, cualquier experiencia que te permita salir de ese egocentrismo desde el cual nos relacionamos, es por decir lo menos, interesante.
– Algunas personas cuando se dan cuenta de que el amor no es, evidentemente correspondido, se vuelcan, conscientemente, al odio y se deciden a olvidar. Háblanos de esa transición que describes en el libro, de esas emociones tan intensas.
– Solo se odia lo que se ama, dice el bolero y a mí me hace mucho sentido, porque realmente algo que amas de la forma en que la protagonista lo hace, puede ser objeto de un sentimiento igual de fuerte y movilizador como la rabia. Ahora, la rabia en principio me parece bastante sana frente al rechazo, pero luego, pasado un tiempo y para colocar esa experiencia en un círculo virtuoso, es decir, que te permita dar un salto respecto de tus propias posibilidades, conviene hacer lo que hace la protagonista, dejar de golpear la cabeza contra el muro, pararte en tus dos pies y seguir adelante. No sé si puedes olvidar experiencias de esa naturaleza, pero claramente, si las miras bien, hablan mucho de ti y tu forma de relacionarte con otro y ahí existe un aprendizaje bien luminoso.
– ¿Crees que desde los estados emocionales que describes en el libro se pueden generar creaciones artísticas, canciones, pinturas, etc, o es más bien un estado invalidante?
– Bueno, es la historia del arte, ¿no? Creo que el amor y desamor, en encuentro y desencuentro está en el centro de muchas creaciones magistrales, partiendo por el clásico de todos los tiempo, Romeo y Julieta.
– Desde tu mirada, ¿qué sucede luego de pasar por este bolero tormentoso y a veces extra luminoso? ¿Nos hace más fuertes o más miedosos a lo que creemos es amor?
– No le tengo miedo a las emociones fuerte, a mí me da mucho más miedo no sentir que hacerlo en forma desmedida. No, no, no, debiéramos pedir siempre tener la capacidad de mirar más, sentir más, oír más.
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