La ex directora del museo dedicado a la artista conversará al respecto el próximo miércoles durante un ciclo sobre literatura y sistemas de justicia de la Corte Suprema, donde compartirá palco con Alfredo Jocelyn Holt y Carlos Franz, en la sede del Congreso Nacional en Santiago.
Cecilia García-Huidobro habla con absoluta propiedad sobre la vida y obra de Violeta Parra como figura central en la representación de la tradición folklórica chilena.
Tal es su cercanía con el trabajo de la artista nacional, que esta licenciada en filosofía, ex agregada cultural en México y vicepresidenta ejecutiva de la Corporación del Patrimonio Cultural durante 14 años toma respiro para referirse, con la autoridad que le otorgan los siete años que ejerció como directora del Museo Violeta Parra, al lado más impugnador de Violeta.
Ahora, García-Huidobro anticipa algunos conceptos que comentará el próximo miércoles 22 durante la ceremonia de cierre de los ciclos sobre literatura y sistemas de justicia de la Corte Suprema, donde compartirá palco con Alfredo Jocelyn Holt y Carlos Franz, en la sede del Congreso Nacional en Santiago.
“Lo que yo quiero en el evento de la próxima semana de la Corte Suprema es sacar lo intelectual del tema, ir a la profundidad de lo que es la justicia y cómo una persona, a través de su obra, lo vivió en carne propia, desde las vísceras, y eso siempre motiva escuchar”, explica.
El evento, denominado “El juez como personaje literario”, será presentado por la ministra Ángela Vivanco, quien ha sido una promotora de la accesibilidad en el lenguaje jurídico desde la Comisión de Lenguaje Claro del Poder Judicial.
“Violeta Parra es una la figura capital, no solo por recoger la tradición folklórica chilena, sino que además llevarla a un grado de creatividad única, o sea, ella además ejerció en distintas áreas, no solamente en la literatura, sino que también bordó sobre arpillera, ella hizo escultura en papel maché, hizo témpera, escribió poesía, hizo música, o sea, donde la pusieron Violeta hizo arte, y vivió ese arte desde lo más profundo y siempre en conexión con las raíces chilenas”, explica la especialista.
“Eso para Chile es muy importante porque al recopilar toda esa tradición, que no fue la única, porque de manera contemporánea también había otras mujeres como Margot Loyola o Gabriela Pizarro y Raquel Barros. Yo diría que son las cuatro, una constelación de mujeres brillando en esa misma época”.
Agrega que “lo fantástico que hizo Violeta Parra, y teniendo el volcán creativo dentro, ella primero salió a entender y escuchar lo que los ancestros, los abuelos, los que vinieron antes que ella había dejado”.
“Eso es lo que la hace muy diferente a las otras, en el trabajo de recopilación, como lo señalaba Violeta. Es decir, ‘yo estoy desenterrando folklore’. Creo que eso la diferencia de las otras tres admirables mujeres. Entonces, en ese sentido, Violeta Parra, es impresionante y además su obra creativa es de una gran originalidad, pero también de gran profundidad, a una cima donde han llegado muy pocos”.
García Huidobro además cree que “la justicia está en el centro de la motivación creativa y de recopilación de Violeta. Ese es el punto central de su obra y de ahí, por supuesto, deriva la figura del juez, pero es la justicia, que es lo que imparte esa autoridad”.
“La figura del juez aparece siempre en la obra de Violeta Parra, así como la figura del Papa, de presidentes, las figuras de autoridad. En su obra Violeta interpela a la autoridad, y por lo tanto interpela siempre a un juez. ¿Y por qué? Porque un juez imparte justicia. Yo creo que Violeta Parra hubiera esperado que las leyes, o que el sistema de Justicia fuera el reflejo de aquello que había que cautelar, o sea, que las leyes estuvieran al servicio de la justicia para el pueblo”.
– ¿En qué contexto social Violeta Parra se desenvolvió?
– Ella es hija de la llamada cuestión social de principios del siglo 20, donde se ponen en discusión las diferencias sociales.
Los campesinos en esa época, o los obreros salitreros recibían fichas en las salitreras, no recibían un pago monetario. Era casi una esclavitud porque solamente la podían transar en las pulperías de las salitreras.
Lo mismo en el campesinado, se les daba una tierra, una chacra, se les daba alimentos, pero no necesariamente dinero. Y si se les daba dinero, era día trabajado, día pagado. O sea, si había lluvia y no podían trabajar, no recibían pagos, había diferencias demasiado notorias. Chile era un país muy pobre.
Además, ella llega a Santiago a través del ferrocarril, una fuente de comunicación muy relevante en el siglo 20. Llegó al barrio Matucana, en la Estación Central, donde arribaban campesinos en busca de un salario en la ciudad.
Entonces Violeta también fue parte de eso, lo conoció desde adentro, por eso mismo su voz tiene que ver con una vivencia, no con algo externo, sino que lo vivió y por eso lo contó desde las entrañas.
García-Huidobro subraya que el mensaje de Violeta Parra es atemporal, “no está circunscrito ni a un tiempo, ni a un lugar ni un espacio. Como todo genio, siempre va a hablar con universales, sobre cosas trascendentales, por lo tanto, lo que ella escribe tiene una vigencia hoy día, ayer, mañana. Es aplicable siempre. Se refleja en su obra”.
Y alude a “La carta” -escrita originalmente por Violeta Parra durante su estadía en Francia; cuenta algunas noticias urgentes desde un Chile convulsionado-, donde se refiere a la contingencia, cuando se llevan preso a su hermano Roberto luego de participar de una protesta callejera.
“Yo me quedo con las ‘Décimas’, de su autobiografía en verso, donde ella imagina la muerte, donde finalmente no tiene dolores, no tiene angustia, no tiene nada, va caminando por un camino de yuyo (hierba silvestre) y ya está liberada de todo eso. Creo que eso es lo más trascendental porque ella se imagina el final de la vida como la liberación de la angustia por la justicia”.
Las “Décimas” es la autobiografía en verso es el nombre que recibe el libro autobiográfico de Violeta Parra, escrito entre 1957 y 1958.
“Violeta siempre está desgarrada por el dolor, el dolor por la injusticia social o por el amor, pero el amor en ella también es injusticia, por este Palomo que la traicionó, el Gavilán que le rompió el corazón, siempre está en una situación de desgarro por culpa de un malquerer. Un dolor total, que la llevó incluso a quitarse la vida, un dolor de genios. Porque ser genio es una esclavitud muy grande, porque el genio no puede hacer otra cosa de lo que hace”, reflexiona.
“Violeta está comedida a seguir esta voz intensa que la lleva y la mueve, lo que les pasa a los poetas, les pasa a los grandes genios. No son libres en el fondo. Los genios tienen una lucidez que no tiene el resto de los mortales”, concluye.
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